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Mundo

8 de Junio de 2017

Esta es la historia del fanatismo en el fútbol que recorre el mundo

La historia del brasileño Daniel Oliveira es de aquellas que, aunque breve, uno no se cansa de leer, de repetir, de contar. Daniel, como buen oriundo del país de la samba, es fanático del fútbol. De seguro lo juega. Pero Daniel no sigue a Flamengo, Vasco, o Fluminense. No. El es seguidor, allá en Río, […]

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La historia del brasileño Daniel Oliveira es de aquellas que, aunque breve, uno no se cansa de leer, de repetir, de contar.

Daniel, como buen oriundo del país de la samba, es fanático del fútbol. De seguro lo juega. Pero Daniel no sigue a Flamengo, Vasco, o Fluminense. No. El es seguidor, allá en Río, del Angra dos Reis Esporte Clube, un club fundado en 1999 y que hoy juega en la Estadual Serie B del Campeonato Carioca; o sea un torneo de menor jerarquía.

Pero a Daniel eso no le importa. El igual se mantiene fiel a su equipo. Lo acompaña donde vaya. Sea que para eso tenga que viajar por horas o caminar kilómetros.

Ese fanatismo religioso que le profesa al Angra dos Reis es lo que precisamente acaba de convertir a Daniel en una especie de celebridad o, si se prefiere, en el monumento humano al hincha incondicional.

Resulta que, tal como narra el CDF, días atrás viajó para ver al Angra en Río ante el Ceres. El periplo le llevó seis horas, tres buses, y tres kilómetros a pie.

Pero el hecho no sólo fue el extenuante viaje (muchos hinchas lo hacen), el hecho es que al entrar al coliseo deportivo, Daniel se encontró que en la tribuna de la visita, porque el Angra era forastero, no había ninguna persona más que él mismo.

Lejos de amilanarse, Daniel se lanzó a todo pulmón a hinchar por sus colores y su esfuerzo se vio premiado con cuatro dianas frente a ninguna de los locales.

Además de festejar los goles, Daniel, ahí sólo frente a la hinchada local, se dio el gusto de vociferar un solitario “Olé”.

Aunque no se crea, el propio DT del Angra diría después que la presencia de Daniel había sido fundamental. Es más, la página Facebook del club explotó y en Twitter se triplicaron los seguidores.

“El amor no tiene división”, dice Daniel que es el lema que lo animó a la hazaña, hazaña inmortalizada en la imagen que captó el fotógrafo Gabriel Andrezo.

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