Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

18 de Junio de 2017

Columna de Vicente Gutiérrez: Mis tres peores momentos como guagua gay

(y los tres mejores momentos como adulto gay que lo compensan)

Vicente Gutiérrez
Vicente Gutiérrez
Por

Siempre me ha encantado la lógica fleta de todomejora. Si bien es cierto que a veces pareciera que todoempeora, todosemantieneigual o todoesmediocre, me gusta creer que ahora soy infinitamente más feliz que de guagua. A veces me olvido de esto y me pongo a idealizar períodos que, en realidad, fueron como el pico – el colegio- o a sentir nostalgia de hueás que ni siquiera me pasaron. Para no olvidar que lo pasé como el hoyo en el colegio y que no debo extrañar nada del pasado, hice una lista de momentos miserables de la niñez/adolescencia:

1- No poder acceder a la felicidad de las diversiones mundanas: Los canutos no dan regalos en Navidad, porque “como te sentirías tú si en tu cumpleaños nadie te diera nada a ti y, en cambio, todos se regalaran cosas entre ellos, así se siente Jesús”. Tampoco pueden ver animé porque los asiáticos son satánicos, no pueden leer Harry Potter porque hay magia y no pueden elucubrar que harían si se ganaran el Kino porque apostar es del diablo. Miseria de infancia.

2- Yo sabía que era gay. Tenía 13 años y también sabía que me convenía ocultarlo. Me sentí mal en el colegio y fui a la dirección. Le conté a la secretaria que me dolía la guatita. “LOS HOMBRES NO TIENEN GUATITA, TIENEN GUATA, TÚ ERES HOMBRE Y NO LE PUEDES DECIR GUATITA A LA GUATA”, me respondió. Me dio calor-angustia –“bueno”- le contesté. Acepte su té conalgúnremedio, salí y lloré. Me demoré años en entender que importaba un hoyo decirle guatita a la guata, naricita a la nariz y ojitos a los ojos*. Hoy uso diminutivos como si utilizarlos fuera el objetivo de la vida.

*Fe de erratas: El otro día una amiga me dijo que un hueón le dijo “chúpame la tulita”. La invitación a chupar una hueá que a todas luces debe ser enana está mal. A veces usar diminutivos sí importa.

3- Temer a blasfemar contra el espíritu santo: Según los canutos, es el único pecado imperdonable y se castiga con el infierno.

Siguendo la lógica del todomejora hice una lista de los momentos felices y homosexuales de la adultez que compensan las penurias guaguiles:

1- Bailar I’m A Slave 4 U con Giorgio Jackson*: La perfección de este momento no necesita mucha explicación. Colarme en un cumpleaños. Curarme. Mejor amiga. Britney. Giorgio bailando. Felicidad. Jjjjjjj.
*Fe de erratas: El baile fue más bien encima de Giorgio, no sé si él se habrá enterado de que estaba bailando conmigo y mi amiga, pero yo obvio cuento que bailamos los tres.

2- Agarrarme fletos ricos sin ninguna culpa religiosa. Puro orgullo. Saludos bebés. Muak.

3:- Blasfemar feliz contra el espíritu santo: Estaba en la parte de atrás de la camioneta de mis papás con unas amigas, estacionados afuera del Monserrat y lo dijimos fuerte y claro, literales, como es uno a los 14 años: “¡Blasfemo espíritu santo!”. Risa satánica y mucha felicidad nerviosa, sabiendo que lo que recién había hecho era mucho más importante de lo que parece, era una declaración de principios: Yo ya no le iba a tener miedo a irme al infierno y al castigo de Dios nunca más.

*Integrante -con Dominga Bofill- de la banda fleta Cola Condenada y está escribiendo su primer libro para la editorial Los libros de la mujer rota.

*Foto: Nay Jiménez

Notas relacionadas