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Nacional

4 de Julio de 2017

Así fueron las últimas horas del veterinario que colmó de horror el Monticello

Campos no había dormido bien la noche anterior. La noche del sábado. Llevaba tres días apostando y aquella mañana, la del domingo, esperaba enmendar el rumbo y recuperar lo perdido las 72 horas previas. A eso de las 10, con la mirada perdida, llegó a instalarse a la mesa Pick 1, afuera del VIP, para jugar a la ruleta, como siempre. Desde el momento en que se sienta en la mesa hasta que acontece la tragedia transcurren 119 minutos. El reloj marca casi las 12 y Osvaldo Campos Azócar pierde sus última lucas. Un millón cuatrocientos mil pesos.

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Una crónica de El Mercurio reconstituye las últimas horas de Osvaldo Campos Azócar, el veterinario de 42 años que el mediodía del domingo, mientras Chile se preparaba para la final de la Copa Confederaciones y votaba en las primarias, sembraba el horror en el Casino Monticello, disparando a varias personas tras perder millones, para luego quitarse la vida en un baño en donde se mantuvo parapetado por horas.

Relata este medio que Campos no había dormido bien la noche anterior. La noche del sábado. Llevaba tres días apostando y aquella mañana, la del domingo, esperaba enmendar el rumbo y recuperar lo perdido las 72 horas previas.  A eso de las 10, con la mirada perdida, llega a instalarse a la mesa Pick 1, afuera del VIP, para jugar a la ruleta, como siempre.

Desde el momento en que se sienta en la mesa hasta que acontece la tragedia transcurren 119 minutos. El reloj marca casi las 12 y Osvaldo Campos Azócar pierde sus última lucas. Un millón cuatrocientos mil pesos.

Entonces, sin que los presentes en la mesa lo supieran, incluida la crupier, Carolina Carreño, Osvaldo Campos saca una pistola de su pantalón, da dos pasos hacia atrás, y comienza a disparar.

El primer blanco es un hombre que se encontraba al lado y que vestía la camiseta número 8 de la selección chilena, la de Arturo Vidal. Luego, hace lo propio con Carolina.

Como ya venía el cambio de turno de los crupier, por el mediodía, entra un nuevo grupo de trabajadores, incluido el gerente Oscar Reyes. Este último muere en el lugar tras recibir un impacto de bala en la cabeza.

Campos vuelve entonces a cargar el arma y sigue disparando, impacta como a cinco personas más.

Ya lleno de sangre tras la escena, Osvaldo Campos Azócar camina con toda calma hacia uno de los baños, desde no volverá a salir con vida.

En aquel lugar, relata El Mercurio, y luego de varias horas, el veterinario, que tenía un historial de denuncias y detenciones, saca un jeringa, se pone un elástico en el brazo y se inyecta algo que le quita la vida.

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