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Mundo

24 de Agosto de 2017

La historia del “Cohete” Madsen, el inventor acusado del macabro asesinato de una periodista al interior de un submarino

Peter Madsen, sospechoso de matar a la periodista sueca Kim Wall en su submarino y descuartizarla antes de tirarla al mar, ha pasado en unos días de ser el inventor más admirado en Dinamarca al protagonista del mayor caso criminal en su país en décadas. La historia del hombre apasionado por el espacio desde niño, […]

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Peter Madsen, sospechoso de matar a la periodista sueca Kim Wall en su submarino y descuartizarla antes de tirarla al mar, ha pasado en unos días de ser el inventor más admirado en Dinamarca al protagonista del mayor caso criminal en su país en décadas.

La historia del hombre apasionado por el espacio desde niño, capaz de diseñar submarinos e impulsar un proyecto espacial pese a no tener estudios superiores ni fortuna cautivó hace tiempo a cientos de entusiastas dentro y fuera de su país, así como a los medios daneses, que pasaron a llamarlo “Cohete” Madsen.

Pero la imagen del popular inventor danés, que en unos días debía realizar un nuevo lanzamiento experimental de un cohete desde el Báltico, ha sufrido un deterioro irreparable en dos semanas, las que han transcurrido desde la desaparición de Wall hasta que ayer se confirmó que el torso hallado en una playa es el suyo.

Wall fue vista por última vez el 10 de agosto a bordo del UC3 Nautilus -un submarino de casi 18 metros de largo y 40 toneladas creado por Madsen-, en el que iba a entrevistar al inventor, pero nunca volvió a puerto y su novio denunció su desaparición.

Madsen, de 46 años, reapareció doce horas después en la bahía de Køge (sur de Copenhague), donde fue rescatado por unos navegantes al hundirse la nave, de forma intencionada, según ha revelado la investigación. Luego, en tierra firme, dijo haber desembarcado a Wall por la noche y se mostró abatido por lo ocurrido al submarino.

El inventor cambió más tarde su declaración y aseguró que Wall murió en un accidente, según se supo al levantar parcialmente el secreto de sumario el tribunal, que decretó prisión preventiva por homicidio involuntario con circunstancias agravantes.

Los acontecimientos se precipitaron esta semana con el hallazgo del torso desnudo, sin extremidades ni cabeza, que además fue cortado deliberadamente, y la posterior confirmación de las pruebas de ADN, un hecho que el acusado ha recibido con “alivio”, según su abogada, que mantiene que todo ocurrió de forma accidental.

Pero la fiscalía ha anunciado hoy que quiere cambiar los cargos y que en la próxima vista en menos de dos semanas lo acusará de homicidio y pedirá además que se le haga un examen mental.

“Estoy conmocionado, palabras como incomprensible y surrealista casi no llegan para describir el horror que siento”, confesó al canal TV2 Christoffer Meyer, amigo personal y colaborador de Madsen, resumiendo el sentir que sus conocidos han expresado a los medios.

Madsen, que tomó cursos de soldadura y nunca acabó los estudios de ingeniería, construyó su primer sumergible en 2002 y se ganó la admiración seis años después con la botadura del Nautilus, considerado entonces el mayor submarino aficionado del mundo.

Ese mismo año fundó con el arquitecto Kristian Bengtson Copenhagen Suborbitals, cuyo objetivo declarado era enviar monoplazas tripulados al espacio en el futuro, con Madsen a bordo.

El exitoso lanzamiento de un cohete experimental en junio de 2011 desde una plataforma flotante en el mar Báltico, un año después de fracasar su primer intento, generó atención mundial, pero desavenencias internas provocaron más tarde su salida del proyecto y la creación de otro paralelo para seguir adelante con su sueño.

El hombre “sin botón de stop” -como lo ha llamado su biógrafo, el periodista Thomas Djursing- ha sido descrito como una persona ambiciosa, con una pasión tan desmedida por sus proyectos que le ha costado muchas amistades, aunque ha arrastrado a la vez a admiradores y mecenas que han financiado sus planes.

“Cuando construí el Nautilus, dormía en él porque no tenía otro sitio donde vivir. Cuando construí mi segundo submarino, vivía bajo el escritorio de mi taller. Es un compromiso total”, dijo hace años el inventor, que reiteraba que “uno puede si quiere”.

El estupor en torno a Madsen y el caso se alimenta también por los numerosos interrogantes que aún existen sobre la muerte de Wall y los motivos del inventor, que un día antes del suceso había aplazado el próximo lanzamiento experimental de un cohete.

Los medios daneses y suecos especulan sobre un móvil sexual o si Wall -una periodista de 30 años con una prometedora carrera internacional- había descubierto algo comprometedor para Madsen.

“Hemos recibido con consternación y tristeza infinitas el mensaje de que nuestra hija y hermana Kim Wall ha sido encontrada. No podemos asimilar aún la magnitud de la catástrofe y aún quedan por responder muchas preguntas”, escribió ayer su madre, Ingrid Wall, en la red social Facebook

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