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Nacional

6 de Septiembre de 2017

Carlos Peña desmenuza la ultima polémica de Guillier: “¿El Alejandro periodista habría aceptado la explicación del Alejandro candidato?”

"Al explicar la situación, la oficina del senador, y él mismo, señalaron que esos textos no eran más que parte de una asesoría 'personal y telefónica' que él recibía mes a mes con puntualidad religiosa. El copy paste entonces no era más que un añadido a una asesoría personal que, salvo la palabra de quien es escrutado, es decir el propio Guillier, no hay forma de acreditar", escribió el rector UDP en uno de los párrafos de su columna en El Mercurio.

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“Se vive (según recuerda Juan Emar) con el dedo de Dios apuntando en la nuca. Siempre al borde del desastre. Especialmente en política. Lo acaba de constatar ayer, en plena campaña, el candidato Alejandro Guillier”.

Así comienza una de las tradicionales columnas del rector UDP, Carlos Peña, en el diario en El Mercurio, en la que desmenuza la última polémica que protagonizó el senador y candidato presidencial, Alejandro Guillier, tras la compra de 4 informes que fueron copy paste de información del Senado que siempre ha sido pública y gratuita.

“O sea, el senador empleó dinero público para pagar por una información que estaba disponible y era gratuita . Como si usted pagara a un asesor externo, y con fondos públicos, para que le informara cotidianamente los titulares de Emol o algo así”, explicó Peña.

En otros pasajes de su escrito, el abogado manifestó que “al explicar la situación, la oficina del senador, y él mismo, señalaron que esos textos no eran más que parte de una asesoría ‘personal y telefónica’ que él recibía mes a mes con puntualidad religiosa. El copy paste entonces no era más que un añadido a una asesoría personal que, salvo la palabra de quien es escrutado, es decir el propio Guillier, no hay forma de acreditar”.

Pues bien, en este punto Peña pone sobre la mesa la siguiente interrogante: “¿Suena bien esa explicación del candidato? No hay manera más imparcial de juzgar la conducta de un político que confrontarla con su conducta previa. Es lo que los abogados llaman doctrina de los actos propios: según esta doctrina, no es lícito que una persona contravenga el sentido objetivo de su propia conducta. No hay regla más imparcial que esa: el umbral de lo que es correcto y lo que no lo es surge de la propia conducta del político sometido a escrutinio, no del tercero que observa”.

Luego de recalcar que Guillier debe parte de su reputación pública a la labor que por años ejerció como periodista, precisó que “no parece sensato que ahora desconozca o niegue las reglas del quehacer que le permitió construir su prestigio. Siendo así cabe preguntarse si acaso el Alejandro Guillier periodista, el de ayer, hubiera aceptado la explicación del Alejandro Guillier senador, el de hoy. Por supuesto que no”.

Añadió que “la razón es obvia: todos quienes han sido imputados de conductas semejantes, y más tarde sometidos a la luz escrutadora de un fiscal, han dado explicaciones también semejantes a las que ahora proporciona Alejandro Guillier. Y todos ellos han sido víctimas de sospechas también semejantes. Y es que su explicación sencillamente no es razonable”.

“Porque lo que el senador Guillier ha explicado es que él tiene la misma actitud desaprensiva y ligera en el cumplimiento de su quehacer que la que han mantenido muchas veces la mayor parte de sus colegas . Una cierta dejación en el manejo del dinero público (empleado en este caso para comprar humo), el cumplimiento puramente ritual de los deberes (creer que se informa calificadamente cuando recibe un texto que es simple copy paste ) y una actitud casi soñolienta a la hora de dar las explicaciones del caso (como si en vez de dar explicaciones buscara anestesiar a los periodistas y las audiencias)”, afirmó.

El profesional advierte que “si en política se vive siempre con el dedo de Dios apuntando en la nuca, en las campañas presidenciales, como se ve, la cosa es peor. Porque en las campañas son la ciudadanía y las audiencias las que, apoyadas en el mismo oficio que hasta anteayer ejecutaba Guillier, miran, desconfían y escrutan a quienes aspiran a conducirla. Y, como lo está mostrando esta campaña(si no que lo diga Beatriz Sánchez que acaba de experimentar cuán fugaces son los apoyos) la ciudadanía y las audiencias están compuestas por personas infieles, gentes que restan el apoyo al menor tropiezo, a la menor revelación que el candidato, que se presentaba a sí mismo como una excepción, como alguien que rehusaba ser político para así ganarse el favor ciudadano, tenía las mismas o parecidas conductas de aquellos de los que decía huir como de la peste”.

“Esa leve desaprensión al gastar el dinero que corresponde a su cargo; ese leve desgano a la hora de juzgarse a sí mismo”, cerró.

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