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10 de Octubre de 2017

Gonzalo Iturra, guionista y fanático de Playboy: “No entiendo por qué las minas no miran a Hugh Hefner como un aliado”

Gonzalo Iturra con cerca de 200 ejemplares en su colección se considera un fanático de Playboy. Comenzó su fanatismo en la adolescencia, de la mano de sus padres que nunca le prohibieron leer la revista y defiende el papel que jugó Hugh Hefner en la batalla por la libertad sexual y la figura de la mujer desde los años 50. No entiende como las feministas de hoy lo critican tanto sin conocer su obra ni lo que logró por la lucha de género.

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A los 13 años fue la primera vez que vi una Playboy, llegué por las mujeres, porque puta que era impresionante ver una mina en pelota en esa época. Yo iba a una peluquería que se llamaba Yamil y cuando era niño me prestaban el Condorito, el pasaje a la mayoría de edad era cuando cumplías 14, que te pasaban una Playboy. Me acuerdo de haber ido con mi papá a cortarnos el pelo y nos pasaban una Playboy a cada uno. Pero curiosamente, me hice fanático por mi mamá, la leía con ella al lado y los comentarios que me hacía eran del tipo, “Mira qué linda esta mujer, qué lindas piernas tiene”. En ningún momento se sintió cosificada, amenazada, ni pensó que yo era un violador por leer Playboy.

De ahí en adelante que me gustó la revista. Tengo una colección como de 200 en la casa, viví diez años en Nueva York y estuve todo ese tiempo suscrito a la Playboy. Y aunque parezca un cliché, la verdad es que lo que me terminó enganchando no fueron las rubias en pelota, sino los artículos y las entrevistas. Ahí escribieron Ernest Hemingway, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, las Panteras Negras y pensadoras feministas…Era un lujo de revista.

Creer que la Playboy es pornografía es lo más cuma, ordinario y picante que hay. Pensar que eso es pornografía es no entender ni una huea. Si alguien cree que la cosificación de la mujer parte con Playboy, no está tomando en cuenta la historia de la humanidad. La cosificación de la mujer parte con esa pequeña estatua de la diosa de la fertilidad, con la guatita y las tetitas que debe ser de hace cincuenta mil años atrás. Si vas a hablar de cosificación puedes acusar a Gustav Klimt, a Picasso, a Egon Schiele… Hay una pintura súper famosa del mil ochocientos, que se llama El Origen del Mundo, que es una vagina en primer plano, de Gustave Courbet y no sé si al pintor lo han acusado de cosificar a la mujer. ¡Es que es no tener claro la historia del arte ni la historia de la mujer!

Además, Hugh Hefner también cosificó al hombre. Un tiempo sacaron la revista Playgirl, con hombres desnudos. Me acuerdo de una portada en la que salió Burt Reynolds. Y eso de ser cosificado tampoco es tan terrible, mientras seas dueño de tu cuerpo y decidas a quien le vas a prestar tu cuerpo, está bien. Como decía Lemebel, “Yo que daría por ser cosificado, me encantaría que me cosificaran”.

Lo que sí me molesta es la crítica miope que hacen las chiquillas que andan muy de feministas en Facebook. Tengo el mayor respeto y apoyo por la causa, desde pequeño me he declarado feminista, pero hay un feminismo de redes sociales que encuentro miope, ciego, inculto, fanático y simplista, por decir lo menos. Nadie se acuerda que la revolución sexual permitió que las mujeres tomaran la píldora, abortaran… y no te voy a decir que se logró gracias a Hugh Hefner, pero él apoyó la apertura en un momento en el que todavía existía el macartismo, o sea se jugó el pellejo. Fue seguido por el FBI, apoyó a los negros, a las Panteras Negras, defendió a las minorías sexuales y lo hizo siempre, no se sumó a la moda en los años 70. Desde el año 53 en adelante que defendía la apertura sexual, incluso contó que, por experimentar, había tenido sexo homosexual. Se adelantó a todos estos grupos progres como 60 años. No era perfecto, pero nadie lo es. Y yo quisiera saber cuántas de estas feministas, que tanto defienden a las mujeres, se jugaron el pellejo por la causa, ¡ninguna! Con cuea escriben tres palabras en Facebook sin haber leído la revista que están criticando. No son muy coherentes, “Hugh Hefner me cae mal”, dicen, mira el enemigo penca que se fueron a encontrar. ¿Por qué no se van a meter con los Edwards? ¿Sabes qué les hace más daño a las minas que la Playboy? La revista Cosas, la Vanidades, la Buen Hogar o la Mujer. Todas esas hueás básicamente son recetas de comida y cremas para no envejecer.

Vengo llegando de Holanda y allá a ninguna mujer se le ocurrió salir en contra de Hugh Hefner, a pesar de ser un país mucho más feminista, tienen los temas más resueltos que nosotros. No entiendo por qué las minas no miran a Hefner como un aliado. Un aliado juguetón, que su único defecto era ser caliente, al que le gustaban mucho las minas, pero que yo sepa nunca se violó a ninguna. No sé cuál es el rollo entonces, ¿No hay que tirar? Tuvimos que luchar desde los 50 para poder hacer una revolución sexual y que el sexo dejara de ser un tema tabú y las feministas lo están regresando medio siglo para atrás. Entre estas feministas y el cura Oviedo hay solo una Biblia de distancia. Moralistas a cagar, antiplacer, antitodo.

Lo que le critico a la Playboy es el tipo de fantasía que vendía: kitsch y burguesa. El dueño de Penthouse decía que, para Playboy si no ganabas más de 200 mil dólares al año, no podías culiar. Y es verdad, en Playboy todo el mundo tiene chimenea, toma champaña, fuma en pipa y anda en un Ferrari descapotable. La bata y la pipa, una fantasía adorable, un poco flaite eso sí, esa idea de vivir con la bata de seda puesta y rodeado de rubias, pero es una fantasía del viejo. Es parte del mito.

Algunos dicen que Hefner tuvo sexo con cerca de dos mil minas, pero tampoco es tanto si consideras la vida de un rockstar como Lemmy Kilmister de Motorhead o de un montón de otros que tienen fama de haberse tirado como cinco mil minas. El mismo Lemmy decía que ese número tampoco era tanto para su edad, considerando que fue soltero toda su vida y viajó por el mundo. Es como tirarse cincuenta minas al año, que tampoco es un número tan loco. En todo caso, Hugh Hefner estaba interesado en mantener esa aura de amante impenitente, para mantener viva la fantasía, porque a los 91 años tenemos claro que ya no se le paraba. Pero aun así debe haber tirado más que todos nosotros juntos multiplicado por diez. Aun así, haber vivido en esa mansión que tenía cocina abierta las 24 horas, era como vivir en un hotel. Él vivía en su pieza, pero la mansión tenía vida propia. Era básicamente la mansión del placer y no tengo nada en contra de eso. ¿Por qué vamos a censurar el placer? Mientras sea consensuado, todo bien, que jueguen.

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