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Mundo

18 de Octubre de 2017

La historia de la periodista mexicana que consiguió que se condenara al alcalde que encargó darle una golpiza

Es septiembre de 2014 y Karla Silva Guerrero, 24 años, se encuentra en la sala de redacción de El Heraldo de León, en México. Como es la hora de almuerzo, la periodista terminar de comer ahí, sobre su escritorio, un puñado de papas fritas. Entonces se dispone a escribir un correo electrónico cuando escucha su nombre a […]

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Es septiembre de 2014 y Karla Silva Guerrero, 24 años, se encuentra en la sala de redacción de El Heraldo de León, en México. Como es la hora de almuerzo, la periodista terminar de comer ahí, sobre su escritorio, un puñado de papas fritas. Entonces se dispone a escribir un correo electrónico cuando escucha su nombre a los gritos. No alcanza a darse vuelta y recibe un puñetazo en la cara. Los 43 kilos que conforman la humanidad de Karla caen al suelo. Mientras trata de meterse a un hueco que hay bajo su estación de trabajo, la muelen a patadas. En la cabeza, en el estómago y de vuelta en la cabeza. Karla termina con dos coágulos en el cerebro. Al terminar la pesadilla que parece una eternidad, pero que se extiende sólo por segundos, alcanza a escuchar “para que le bajes de huevos a tus notas” y “sigue publicando tus pendejadas”.

La historia que cuenta El País grafica la violencia que sufren los periodistas en México, el lugar más hostil e inseguro para ejercer la profesión, según confirman los hechos que dan cuenta de más de cien asesinatos en la última década.

Apunta la publicación que la agresión a la joven reportera de Guanajuato había sido por encargo. Nada menos y nada más que de parte del alcalde del municipio de Silao, Enrique Solís Arzola (PRI), una población rural de la zona que cuenta con 175.000 habitantes, quien se había enfurecido con ella por dos publicaciones. “La primera tenía que ver con una empresa de seguridad, envuelta en un escándalo con un perro. Un asunto menor hasta que descubrió que la empresa ni siquiera estaba dada de alta. Fue la gota que derramó el vaso de una lista de denuncias que hasta entonces versaban sobre coladeras que no funcionaban o la utilización de dos plazas de estacionamiento prohibido para que el alcalde dejara su coche. Cosas de pueblo”, se lee en el artículo.

Para materializar la golpiza, el jefe comunal había ordenado a su encargado de seguridad, quien delegó el hecho a otros tres matones. Por esto recibirían unos cuantos dólares.

Karla debió pasarse los últimos tres años en unas 80 audiencias para que finalmente los autores de la paliza, alcalde incluido, terminaran condenados hace semanas atrás.

”Claro que tenía miedo pero si buscas justicia debes dar la cara a tu verdugo”, resume.

“En los pueblos es donde se dan la mayoría de las agresiones y asesinatos de periodistas pero casi todos prefieren callar”, dice Karla.

La agresión y la condena que se produce después de tres años es reconocida como un caso de “éxito” entre los periodistas mexicanos, pues, se recuerda, sólo este año fueron asesinados 11 reporteros. El último fue Edgar Esqueda, fotoperiodista de San Luis Potosí cuyo cuerpo apareció la semana pasada luego de un grupo de personas armadas lo sacaran a la rastra de su casa.

 

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