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Opinión

1 de Noviembre de 2017

Columna de Rosario Olivares: Mall Vivo en Ñuñoa, ¿Renovación urbana para quiénes?

Desde que alcanzó su altura máxima en 2010 nos hemos ido acostumbrando a que el edificio del mall Costanera Center domine todo el paisaje de Santiago, tanto que ni nuestros famosos cerros isla lo logran tapar. Pero pese a que las tiendas de la mole de Horst Paulmann llevan años abiertas, las obras de mitigación […]

Rosario Olivares
Rosario Olivares
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Desde que alcanzó su altura máxima en 2010 nos hemos ido acostumbrando a que el edificio del mall Costanera Center domine todo el paisaje de Santiago, tanto que ni nuestros famosos cerros isla lo logran tapar. Pero pese a que las tiendas de la mole de Horst Paulmann llevan años abiertas, las obras de mitigación prometidas aún no llegan. Tan sólo en junio de este año se informó que los trabajos necesarios para el impacto del Costanera son tan complejos que su ejecución parece virtualmente imposible.

Recordábamos estos antecedentes en reunión con vecinos y vecinas de Ñuñoa a propósito de otro megaproyecto, esta vez en nuestra comuna: el Mall Vivo del grupo Saieh, que busca transformar el antiguo edificio corporativo de La Tercera en un centro comercial con capacidad para 16 mil personas. Este proyecto contempla seis niveles tan sólo para locales comerciales de siete metros de altura cada uno, otros siete pisos de estacionamientos subterráneos para 2.336 vehículos, tres torres de edificios; dos para viviendas y una para oficinas que alcanzarán los 35 pisos en total. El impacto del Mall Vivo se hará sentir sobre todo en los barrios del sur poniente ñuñoíno y de Matta Sur en Santiago, pero también recargará a San Joaquín y Macul.

Hasta el momento, el Grupo Saieh -del poderoso dueño de La Tercera Álvaro Saieh Bendeck- se ha limitado a presentar una Declaración de Impacto Ambiental (DIA) ante el Servicio de Evaluación Ambiental. Al respecto hay que aclarar dos cosas: primero, hasta el alcalde Andrés Zahri -que emplazado por las y los vecinos ha admitido que es poco su margen de acción- ha señalado a través de una ordenanza que dicha declaración omite parte importante del proyecto, distorsionando claramente su posible impacto. La estrategia llevada a cabo por la empresa de entregar “por gotera” el proyecto a evaluación no hace sino aumentar la desconfianza de las y los vecinos.

Segundo, el indudable impacto de este megaproyecto tanto en su proceso de construcción como funcionamiento amerita un completo Estudio de Impacto Ambiental y no una mera declaración, así como una necesaria consulta a la ciudadanía. Al respecto, vecinos de la villa La Portada de Ñuñoa se encuentran apelando a la decisión del Servicio de Impacto Ambiental de negarles la participación, ya que ellos realizaron una consulta vecinal donde ganó la oposición al megaproyecto. Esperamos que la institucionalidad recapacite, ya que sólo recorriendo las autopistas de la ciudad de Santiago se constata que al parecer el impacto de los proyectos importa menos cuando no se encuentran rodeados de barrios de clase alta.

Las y los vecinos de las zonas aledañas no podemos sino tener dudas: tan sólo la semana pasada nos enteramos de que no sólo el edificio Botero recibió el permiso de la Dirección de Obras Municipales (DOM) de Ñuñoa pese a violar abiertamente el plan regulador y la norma urbanística, sino que son al menos 27 otros edificios los que están en esta situación.

A diferencia del caso del alcalde Jorge Sharp, que con fuerza anuló el permiso del proyecto de 23 edificios de Parque Pumpin del empresario Nicolás Ibáñez en Valparaíso, hasta el momento ninguna autoridad ha rechazado firmemente el megaproyecto Mall Vivo Santiago.

La demanda por planos reguladores que privilegien la calidad de vida de los habitantes de la ciudad ha ido creciendo tan rápidamente como las torres de departamentos a lo largo de la avenida Vicuña Mackenna. Es fundamental señalar que la densificación urbana y la renovación de la ciudad es posible y deseable si se armoniza con el buen vivir. Las uniones comunales de juntas de vecinos de Ñuñoa, Macul y San Joaquín ya han declarado que sus prioridades tienen que ver aumentar y mejorar los espacios públicos y áreas verdes, proteger el patrimonio y responder al fuerte aumento de allegados/as con vivienda social.

Precisamente esta semana el alcalde Zahri, a través de la Dirección de Obras Municipales respondió a más de 150 familias de allegados de la comuna, que no privilegiará el terreno disponible en San Eugenio para la vivienda social. Hace más de cincuenta años que Ñuñoa no construye este tipo de proyectos, cuestión que sólo fomenta la segregación urbana y erosiona nuestra convivencia.

¿Quiénes van a recoger ese guante y atreverse a enfrentar los intereses inmobiliarios, para que el cambio de la ciudad sea en beneficio de sus habitantes? Desde el Frente Amplio, tanto en la gestión del único alcalde en ejercicio que tenemos en Valparaíso como en nuestro programa presidencial, hemos recogido ese malestar y necesidad. Queremos que otras fuerzas lo hagan también en general y en el caso del Mall Vivo Santiago, o de lo contrario nos encontraremos en unos años lamentando una nueva mole, sin obras de mitigación, sin beneficio para las y los vecinos, sino sólo para los empresarios.

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