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Opinión

8 de Noviembre de 2017

Ernesto Águila (PS): “Guillier proyecta la imagen de un cambio tranquilo, quizás demasiado tranquilo”

El analista político e histórico militante del PS, Ernesto Águila, desmenuza el último debate presidencial y la performance de los candidatos a La Moneda. Asegura que por primera vez desde los 90´, ya sin el sistema binominal, el país enfrentará una elección genuinamente democrática y se sabrá cuánto pesa realmente cada sector político. En conversación con The Clinic, Águila plantea que la segunda vuelta presidencial será estrecha y se definirá por no más de dos o tres puntos. Por ello, cree, que aún no está todo perdido para la centroizquierda y que el rol que juegue el Frente Amplio será clave.

Macarena García Lorca
Macarena García Lorca
Por

¿Cuál es tu análisis del debate presidencial de Anatel? ¿Cómo viste a Sebastián Piñera?
-El debate no cambió las tendencias generales de esta elección. Los únicos que están rasguñando algunos votos todavía son Kast a Piñera, y MEO al Frente Amplio. Piñera tuvo un desempeño discreto que incluyó un momento hilarante con la cita de Lenin y una falta de probidad intelectual cuando mostró los datos de victimización con un gráfico trucho. Pero no creo que esto lo afecte mayormente: en una reciente encuesta de Espacio Público, un 30% de los encuestados señaló que no cambiaría su voto aún cuando su candidato fuese sorprendidos en actos de corrupción. Sospecho que esos encuestados son mayoritariamente de derecha. El electorado de derecha ya internalizó las características de Piñera y su voto no se va a ver afectado por una falta más o menos a la probidad o una nueva “piñericosa”.

Y la participación del resto de los candidatos, ¿qué te pareció?
-Kast quiere demostrar que existe un electorado pinochetista latente que no ha podido expresarse en estos años y que no es poco. MEO, por su parte, como lo ha venido haciendo en los últimos días, salió a golpear a Guillier, pero su objetivo no es Guillier sino ese votante outsider, progre pero cabreado, antipolítica, un “indignado” medio despolitizado y con mentalidad de mercado, que hasta ahora se había canalizado a través de Bea Sanchez y el Frente Amplio (de allí que el FA quería mantener el eje los de arriba versus los de abajo y no arrinconarse en el eje derecha/izquierda), sector que en 2009 votó por MEO y ahora su estrategia agresiva es recuperar ese voto. Golpear a Guillier para ocupar el espacio del Frente Amplio, puede ser muy nocivo electoralmente para Beatriz Sánchez. Goic muy ausente en el foro, sin capacidad de diferenciarse de Guillier y de Piñera, un liderazgo correcto, pero sin una propuesta diferenciadora, un centro difuso que toma de todos un poco pero que no alcanza a generar una identidad propia.

¿Y qué pasó con Alejandro Guillier?
Guillier arriesgó muy poco en el foro, proyecta la imagen de un “cambio tranquilo”, quizás demasiado tranquilo, pero tiende a encajar mal las continuas provocaciones de MEO. Guillier está instalado en un voto muy militante, de partidos de la izquierda de la Nueva Mayoría, con importante implante territorial. Hace rato que el voto más díscolo, antipartidos y antiélite se fue con el Frente Amplio.

¿Compartes el diagnóstico que estas son las elecciones más importante desde el retorno a la democracia?
-Efectivamente es la elección más importante desde el 90´, porque es la primera vez que se hace bajo un sistema proporcional. Por lo tanto, los resultados van a representar de forma verdaderamente democrática, no como lo hacía el binominal, lo que pesa cada sector político en la sociedad chilena. Esto debió ocurrir hace 27 años, que sea recién ahora, produce la paradoja que las elecciones más genuinamente democrática, se dan en una democracia tremendamente fatigada, en la cual los ciudadanos renuncian a su derecho electoral. Es una lastima que sea en este contexto de escepticismo.

En términos políticos, se ofrecen dos propuestas distintas, una que pretende darle continuidad a las reformas y otra que propone volver al viejo orden.
-Desde el 2011 hasta ahora, se abrió un ciclo de contestación del modelo neoliberal, que se expresó en los movimientos sociales en educación y más recientemente en No más AFP, junto a otros conflictos. Se gestó la tesis del malestar con el modelo, la critica más importante desde que retornó la democracia, pero que empieza a debilitarse en el primero año del gobierno de Bachelet. En parte, por el caso Caval, pero de forma más importante, no obstante que su programa asume una cierta impronta antineoliberal, -que no había tenido ningún gobierno del 90´ a la fecha-, no fue capaz de construir la fuerza necesaria para llevar adelante ese programa.

¿Y qué está en juego ahora?
-Ahora lo que está por verse en la elección, es si ese ciclo de constestación se cierra con una restauración del viejo orden que vendría a ser el triunfo de Piñera, o bien, las fuerzas que tienen un discurso antineoliberal, que hoy están muy dispersas, son capaces de aglutinarse y reconstruir una unidad de acción y programática para derrotar a la derecha. Eso es lo que está en juego. El grado extremo de neoliberalismo chileno hace que cualquier opción reformista, aunque sea muy moderada, en líneas con las socialdemocracias, pueda ser percibida como excesivamente transformadora. Ahí hay algo que esta distorsionado en la realidad política chilena.

En ese sentido, Alberto Mayol en su franja en las primarias utilizó el slogan “Chile no es normal”.
-Estoy de acuerdo, el aspecto más estructural de lo que nos pasa es que el extremismo neoliberal que se ha aplicado para resolver muchos problemas sociales, no sé hasta qué punto es compatible y se sostiene en una democracia plena y de masas sin las cortapisas de los enclaves antimayoritarios dejados por la dictadura. Este modelo que resuelve la educación, la salud, la previsión social de formas individuales y de mercado, – que no existe en un nivel tan radical como en Chile en ninguna parte del mundo- instala un nivel de injusticia que en una soberanía democrática no son tolerables. Por eso las derechas de otros países, en general, acceden a soluciones de mayor compromiso social, expresado en los estados bienestar, o que en ciertos temas no se pretende obtener una ganancia como la educación o la salud.

Un claro ejemplo es que el sistema de AFP se impuso en dictadura y no habría sido posible implementarlo en democracia.
-En ningún país desarrollado, en los cuales ha gobernado la derecha de corte neoliberal, se han atrevido a tanto. No lo hizo Margaret Thatcher ni Ronald Reagan, o sea, un modelo de capitalización individual que depende exclusivamente de tu trayectoria laboral, sin ningún acompañamiento solidario intrageneracional, solamente pudo ser implementado en dictadura y solo se pudo seguir sosteniendo con mecanismo constitucionales supramayoritarios y también, como hemos visto, por un grado de cooptación y colonización no menor de la clase política por parte del empresariado.

Claro.
-La derecha vive en la ilusión de poder vivir en un modelo que no genera acuerdos sociales básicos y que solo ha sido posible bajo la forma de una dictadura o bajo la forma de una democracia intervenida, donde la soberanía popular está neutralizada. Lo que empieza a abrirse a ahora, con el fin del binominal, es una democracia más genuina. La apuesta de ellos para seguir manteniendo esta dominación es, básicamente, apostar a la despolitización de la sociedad. Esa es su herramienta actual para evitar los cambios, que implica distintos dispositivos y discursos para que la gente piense que la política no tiene ninguna capacidad transformadora y es toda corrupta o que todas las opciones son iguales, y por lo tanto, renuncian a la esencia de la política que es una acción colectiva. La derecha, en cambio, propone que los ciudadanos busquen soluciones de manera individual, que solo existen en el mercado. Es decir, si quiero mejorar mi pensión, tengo que tomar un APV, no ir a marchar por No más AFP. O, bien, voy a marchar, pero no voto por nadie, porque son todos iguales.

En lo práctico, eso se refleja cuando la oposición reclama intervencionismo del Gobierno por lanzar una campaña contra la abstención electoral.
-Totalmente, la despolitización es una ideología. Lo que hace factible el triunfo de Piñera es una alta abstención en primera y segunda vuelta. Hoy la abstención está entre los jóvenes y los sectores populares, donde ha caído fuertemente la participación. La combinación perfecta es alta abstención y alta movilización de su sector, que efectivamente está muy movilizado, pero que es minoría en la sociedad chilena. Piensa que solo la mitad de la muestra de la CEP dice que va a votar, el resto no. La única posibilidad de revertir el resultado pasa por la capacidad de movilizar nuevos votantes.

¿Crees en lo que indican las encuestas?
-El 19 veremos cuál es nivel de veracidad que han tenido las encuestas, no es bueno pelearse con las encuestas, pero da la impresión que han sido usadas muy fuertemente para construir una realidad y transformarla luego en una verdad. La idea de que Piñera tiene las elecciones ganadas produce una desmoralización de la centroizquierda, pero también un exceso de confianza en la derecha y se puede encontrar con sorpresas.

O sea, ¿piensas que existe alguna opción de revertir lo que muestran las encuestas?
-Puede ser, pero de todas maneras, hay que decirlo: Si Piñera está sobre el 40% y sobre 20 puntos del que lo sigue, existen muy pocos ejemplos en el mundo en que se ha podido revertir una diferencia de esa naturaleza. Los estudios de segunda vuelta indican que el que llegó segundo y dio vuelta la elección, no puede exceder una distancia del 10 o 15 por cierto, por eso será muy importante ver cuánto será la diferencias entre Piñera y Guillier, suponiendo que sea el que pase. En todo caso, Piñera tiene una gran debilidad, tiene un techo muy duro, porque tiene un nivel de rechazo altísimo. En cambio, para quienes ven un peligro en el triunfo de la derecha, no les resulta tan difícil votar por Guillier.

Piñera ahora representa esa noción que el mercado debe estar en todo.
-En su primer gobierno Piñera venía a legitimarse como un gobernante democrático y con sensibilidades sociales. Ahora viene a defender la esencia de un modelo que concibe que los derechos sociales tradicionales pueden resolverse a través del mercado y no de una noción de ciudadanía, en una lógica de restauración. En esta elección se polarizó más el debate, porque se abrió la posibilidad de pensar otras formas de desarrollar este país que no son las que se han seguido hasta ahora.

¿Y cómo ves el fenómeno de José Antonio Kast?
La candidatura de Kast es interesante porque no son muchos los liderazgos de derecha del 90´ a la fecha, que han defendido posiciones en lo valórico ultraconservadora y a su vez el legado de la dictadura sin ambigüedades. Levanta esas banderas sin pudor, veremos cuánto pesa esa posición política en Chile, hay que observar si está más cerca del 10 que del 5 por ciento. Kast fue ovacionado por los empresarios en la Enade, en un estado de sobreexitación ante cada frase más dura que pronunciaba. Eso da cuenta de la clase empresarial chilena y la derecha económica, que no solamente nunca se hicieron una autocrítica sobre la violación de los DDHH, sino que es un tema que les genera profunda indiferencia. De todos modos, Kast va a lograr que Piñera no cruce el 40% en la primera vuelta. Esto puede condicionar y dificultar a Piñera en segunda vuelta para que pueda moverse hacia el centro y en lugar de ello deba ir a “pastorear” ese electorado más ultramontano y pinochetista. Kast le puede aguar la fiesta a Piñera. Creo que un cambio en el numero de votantes puede ser muy perjudicial para la derecha.

Si por ejemplo votara más gente de los sectores populares, pero la centroizquierda ya no está ta presente ahí, solo a veces de forma clientelar, y el Frente Amplio tampoco tiene presencia en ese sector.
-El Frente Amplio es una fuerza en construcción, un movimiento que está más asociado al surgimiento de las nuevas capas medias ilustradas, dominadas por reivindicaciones más postmateriales que por las necesidades que tienen los sectores populares, como un salario justo. Su desafío es encarnarse ahí, como hizo el PC o el PS. A la vez tienen que plantearse objetivos realistas, como seguir unidos postelección presidencial, porque ninguna fuerza de izquierda extra Concertación ha podido sobrevivir; segundo, sacar una bancada de 10 diputados; y tercero, creo que es importante que se propongan ser un actor relevante entre la primera y la segunda vuelta.

¿De qué forma?
-Una fuerza política no puede marginarse de una coyuntura política importante como una segunda vuelta. Ellos tienen que jugar un rol en tratar de incidir en el curso de los acontecimientos. Tienen que moverse de una manera estratégica, eso ha percibido Izquierda Autónoma, que han planteado ser incidentes, ser un actor que apriete por la izquierda el programa de Guillier, que hasta ahora ha sido un poco difuso.

¿Será que se sobredimensiona el peso de Piñera en la primera vuelta, dado que la centroizquierda lleva varios candidatos?
-Si uno suma los candidatos de izquierda y de centro, juntos suman más que Piñera, él ha estado muy arropado por todo el sistema mediático y de encuestas, cuando en realidad el resultado aún está en disputa. Yo creo que la segunda vuelta va a ser muy competitiva, se definirá por dos o tres puntos. Más allá de lo que decidan las dirigencias, mucho elector de centro y de izquierda irá a votar en contra de Piñera. Tiendo a pensar que la DC y MEO van a llamar con claridad a votar por Guillier. La mayor incógnita está en lo que hará Beatriz Sánchez y el FA.

¿O sea, que la segunda vuelta podría estar en manos del FA?
-Yo creo que sí. El actor que puede hacer más o menos competitiva la segunda vuelta es el FA. Ellos tienen muchas dificultades, por cómo han construido su identidad, para apoyar con facilidad a Guiller. La única manera racional es que ellos impongan condiciones programáticas. Van a a tener que elegir tres o cuatro temas, pueden dejar claro que es un voto sobre ciertos compromisos y que no es un cheque en blanco. Si los compromisos no se cumplen, pueden capitalizarlo hacia adelante, pero tampoco pueden pretender que un gobierno que no es de ellos, asuma todas sus propuestas. Pero una buena jugada sería, por ejemplo, que Guillier asumiera el compromiso de hacer un plebiscito nacional para dirimir el tema de cómo realizar la asamblea constituyente.

Si el FA piensa en sus propios intereses, y no tanto en el país, en términos políticos, les conviene que gane Piñera.
-Ese calculo, a veces existe, pero es inconfesable, tiene en la base un viejo tema de la izquierda. Si es bueno o malo agudizar las contradicciones. Yo diría que no se debiese jugar a agudizar las contradicciones por dos razones: Una porque las contradicciones se les agudizan a personas concretas, de carne y hueso, -que por lo general, no son los dirigentes políticos-, gente que pierde gratuidad o que se retrasa su opción de tener mejores pensiones; la segunda razón es que, a veces se aceleran procesos cuando llegan la derecha al poder, como fue el 2011, pero tan verdad como eso, es que a veces la llegada de la derecha no agudiza ninguna contradicción, sino que se quedan gobernando no cuatro, sino ocho o doce años, porque, desde su lógica, también pueden hacer bien las cosas. No es ningún axioma que gana la derecha y la sociedad se vuelve más de izquierda. Si gana Piñera, se podría consolidar la restauración y cerrar el ciclo de transformaciones. Ahora, creo que ellos pueden estar pensando en eso y haciendo ese calculo.

Está difícil que logren acordar con la NM.
-La izquierda emergente aún no aprende que tiene que haber momentos de diferenciarse pero a la vez cooperar, sino se genera un archipiélagos de izquierdas que va a condenar a una cierta impotencia política a un sector importante del país.

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