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Opinión

15 de Noviembre de 2017

Editorial: La decepción

"Carolina Goic es la cara conservadora del reconocimiento a una obra terminada, Guillier la continuación de un proyecto deshilachado, MEO la incapacidad de generar complicidades y Bea la fuerza y frivolidad de los deseos rimbombantes. Es triste la conclusión: por separado no hacen uno, y juntos serían mayoría".

Patricio Fernández
Patricio Fernández
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Durante estos últimos días me he encontrado con mucha gente que queriendo votar, no sabe por quién hacerlo. Ciudadanos de ese mundo progresista pero sin partidos, que valoran los cambios experimentados desde la recuperación de la democracia, que festejaron la irrupción del movimiento estudiantil el año 2011, que votaron por Bachelet y que a la hora de marcar sus preferencias no piensan ni en cargos, ni en negocios, ni en ganarle a nadie. Individuos que no son de derecha porque recuerdan que la derecha chilena entera fue pinochetista (con todo lo que eso implica), pero sobre todo porque ven la vida de otro modo y encuentran la felicidad en otro lugar. Aunque ya no saben a ciencia cierta qué es ser de izquierda, entienden que no lo son como Artés o Navarro aseguran que hay que serlo. Ellos no tienen respuestas claras y terminantes para cada uno de los problemas que se hallan hoy en discusión, y están abiertos a buscarles una solución en conjunto sin perder de vista que el objetivo final es una sociedad donde el poder esté repartido de la mejor manera posible, donde nadie tenga la posibilidad de ponerle la pata encima al otro porque es más rico, más musculoso, más blanco o de tal o cual religión. Dado que acordamos la importancia de la propiedad privada, que nadie invada esa que no le falta a ningún ser humano: su conciencia y su cuerpo. A estos apasionados de la democracia que no saben por quién votar, les importa el crecimiento, pero como lo demás es música, a un cierto punto hacen callar el tintineo de las monedas para escucharla. Estos extraviados apoyaron siempre a la Concertación, porque ahí veían un acuerdo que podía no satisfacerlos del todo, pero que les daba la tranquilidad de que la Historia se movía en la dirección que deseaban. No como hoy, que ese ámbito estalló en particularidades que por sí solas no satisfacen lo que antes ofertaba el proyecto común. Carolina Goic es la cara conservadora del reconocimiento a una obra terminada, Guillier la continuación de un proyecto deshilachado, MEO la incapacidad de generar complicidades y Bea la fuerza y frivolidad de los deseos rimbombantes. Es triste la conclusión: por separado no hacen uno, y juntos serían mayoría. Pasada la elección, habrá que volver a barajar el naipe.
Adentro de la urna, estos decepcionados a nombre de quienes escribo, harán dibujos, doblarán sin más el papelito o marcarán con desencanto y sin convicción alguna de las alternativas mencionadas, sólo por el gusto de votar, como un pescador que tira su anzuelo al agua sin carnada.

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