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Cultura

20 de Noviembre de 2017

Alejo Carpentier y el mito de la razas puras

"Por los años 25 se creó ese mito sostenido por los ideólogos nazis de las razas arias. Es verdad que los descendientes arios hicieron grandes cosas en la literatura, por ejemplo en el mundo de la filosofía, pero su cultura cuaja y aparece con un retraso de varios siglos sobre la cultura española, o francesa, o italiana, que descienden de los mestizajes del Mediterráneo", le dice el cubano al periodista español Joaquín Soler Serrano.

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En algún momento de su vida, el escritor cubano Alejo Carpentier (1914-1980) conversó con el periodista español Joaquín Soler Serrano sobre el mito de las razas. Este es parte del diálogo.

“Posiblemente el mestizaje sea una de las razones de la fuerza de la literatura española, del arte español, de la cultura y de la importante expansión de la misma. El mito de las razas puras, por otra parte, es una de las estafas más absurdas que se han tratado de imponerle al mundo. En la cuenca mediterránea nació nuestra épica, el pensamiento filosófico, el pensamiento matemático nuestro. ¿Y qué cosa es la cuenca mediterránea sino el crisol de mestizajes más fabuloso y tremendo de la historia…?”, plantea el autor de “El siglo de las luces”.

Comentaba el mito de las razas puras… le dice el periodista.

“Sí. Por los años 25 se creó ese mito sostenido por los ideólogos nazis de las razas arias. Es verdad que los descendientes arios hicieron grandes cosas en la literatura, por ejemplo en el mundo de la filosofía, pero su cultura cuaja y aparece con un retraso de varios siglos sobre la cultura española, o francesa, o italiana, que descienden de los mestizajes del Mediterráneo. Cuando se produce el Fausto de Goethe, llega dos siglos después del Quijote y muchos siglos después de La Divina Comedia. La fecundidad de nuestra América, su aportación a la cultura universal, se debe a los mestizajes, a los intercambios de sangres, de tradiciones, de modos de concebir la existencia”.

Usted se dedica también a las cuestiones étnicas. Se interesa usted especialmente por el conocimiento de las señas de identidad de su pueblo, le consulta Soler.

“Me han interesado mucho, desde luego. Yo, que no siempre he compartido las ideas de Unamuno cuando se contradice a sí mismo, cosa que hizo con frecuencia, recuerdo una frase axiomática suya: hemos de hallar lo universal en las entrañas de lo local. Ése ha sido mi lema: yo he partido de mí, como cubano, para conocer mi isla, el folklore, sus problemas y hasta padecer los años 27 por ellos. Comprendí que tomar un solo país de la América Latina es un gran error que han cometido muchos historiadores. José Martí fue el primero que se dio cuenta de que cada país de América debía ser tomado como una parte de una unidad, como una parte de una totalidad. Yo primero, soy cubano, latinoamericano después, y por último universal”.

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