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Nacional

26 de Noviembre de 2017

Carlos Peña y segunda vuelta electoral: Será una subasta política

En su habitual columna dominical, el abogado explica por qué rechaza la tesis de que el balotaje será "un plebiscito acerca de la modernización de las últimas décadas" en relación a los programas de Sebastián Piñera y Alejandro Guillier. En cambio, señala será una simple "puja" entre ambas candidaturas para captar votos, aunque les implique modificar aspectos sustanciales de sus campañas.

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“Si alguien pensó que la segunda vuelta electoral -como un editorial de este mismo diario sugirió- sería un plebiscito acerca de la modernización de las últimas décadas, sobre si persistía en ella o se torcía su rumbo, le debe haber bastado oír a los candidatos esta semana para advertir su error”.

De esta forma, el rector de la Universidad Diego Portales (UDP), Carlos Peña, comienza su columna de opinión publicada este domingo en El Mercurio, en la que expresa su mirada respecto al balotaje que enfrentará a Sebastián Piñera y Alejandro Guillier el próximo 17 de diciembre.

En medio de posturas que sugieren que la instancia representa un trance político histórico para el país, Peña critica esta idea y sostiene que, en realidad, la segunda vuelta electoral “parecerá una subasta”: “En un plebiscito hay al menos dos conjuntos de ideas, incluso gruesas, que se confrontan y entre las cuales el electorado elige (…) En una subasta, en cambio, solo hay una puja, inspirada por una mezcla de de ambición y audacia, para hacer cada vez una oferta mejor y más seductora”.

Según Peña, los giros programáticos que han evidenciado los candidatos durante la semana son prueba irrefutable de esta visión. Y el primero en hacerlo, asegura, fue Piñera: “A fin de obtener los votos que anhela, borró con patética prontitud todo lo que, con énfasis y con entusiasmo, sostuvo hasta ahora. La gratuidad, que hasta ayer rechazaba, ahora es posible en la medida en que el crecimiento de la economía lo permite (…) La Ley de Pesca (hasta ayer inobjetable) ahora debe ser derogada. La extensión del metro (que debía someterse a estudios de rentabilidad) ahora sería hasta La Pintana”.

Por su parte, Guillier tampoco escapa de esta situación, y “como acreditando que este es un síndrome de la política chilena y no un asunto idiosincrásico de uno de los candidatos, tuvo una actitud similar”.

“También él debió entrar a la puja. Y todo porque los dirigentes del Frente Amplio -vestidos con el brillo en los ojos y el entusiasmo de quienes creen haber abrazado la verdad- lo han desafiado a seducir a su electorado si quiere obtener la Presidencia. Y para hacerlo, con ese tono que no se sabe si es genuina vaguedad, ignorancia o simple astucia, Guillier sugirió la condonación del CAE y el fin de las AFP (aunque uno de sus asesores salió inmediatamente a desmentirlo”, afirma Peña.

Finalmente, el académico plantea la siguiente pregunta: “Si la política tiene hoy el rostro de una encrucijada histórica, ¿por qué entonces el comienzo de esta historia adopta la apariencia ordinaria de una simple puja?”.

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