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Cultura

28 de Noviembre de 2017

Fotoperiodista Gervasio Sánchez y la posverdad: “Soy muy escrupuloso al vigilar quién y cómo publica las cosas

El profesional recuerda con particular lástima un reportaje sobre niños soldado en Liberia que publicó en 1995 "con la idea de mostrar a los niños que tomaban las calles de Monrovia, ejecutaban a la gente y cortaban testículos eran, en realidad, víctimas de la guerra". "Creía que la única forma de mostrarlo era sacar a los niños del combate y, fuera del grupo, entrevistarlos (...) en esas entrevistas vimos que estos niños se desmoronaban recordando a su padres muertos, que no querían matar pero no tenían otro remedio", explica.

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En los tiempos de Twitter, las imágenes virales y la posverdad el veterano fotoperiodista español Gervasio Sánchez mantiene clara su visión ética del oficio y cuida mucho cómo y dónde se publican sus fotografías porque considera que es “muy fácil” utilizarlas para “malinformar y manipular”.

“Soy muy escrupuloso al vigilar quién y cómo publica las cosas, es muy fácil utilizar las fotografías para malinformar y manipular según cómo se coloquen o se muestren”, dijo Sánchez en una entrevista con Efe en Bogotá.

El fotoperiodista ha cubierto conflictos en los Balcanes, América Latina, África y Asia, lugares donde ha ido tejiendo su conocimiento del oficio pero también sus precauciones ante el mal uso de sus imágenes.

Recuerda con particular lástima un reportaje sobre niños soldado en Liberia que publicó en 1995 “con la idea de mostrar a los niños que tomaban las calles de Monrovia, ejecutaban a la gente y cortaban testículos eran, en realidad, víctimas de la guerra”.

“Creía que la única forma de mostrarlo era sacar a los niños del combate y, fuera del grupo, entrevistarlos (…) en esas entrevistas vimos que estos niños se desmoronaban recordando a su padres muertos, que no querían matar pero no tenían otro remedio”, explica.

Sin embargo, el reportaje no fue “bien contextualizado” en el dominical español que lo publicó y quedó como “si sólo fueran niños enseñando las armas”.

“Hubo una gran polémica y muchas persona comenzaron a mandar cartas de protesta al diario (…) Quien contestó fui yo y escribí a estas personas contando por qué elegí estas fotos, por qué se había contado tan mal y que me había sentido engañado”, aclara Sánchez.

Desde entonces, pese a los innumerables cambios que ha vivido el mundo del periodismo, ha mantenido esa historia como luz de alerta y se cuida mucho del contexto en que salen sus fotos, muchas veces amparado por su propio prestigio que le permite presionar a los editores.

Ese retrato que hizo de esos niños, mirando a la cámara en muchos casos, es una muestra de unos de los principios en los que cree Sánchez de manera irrenunciable, que “las guerras las protagonizan personas como nosotros, con nuestras cualidades y nuestros defectos”, pero no monstruos.

“Cuando todo se desmorona las personas normales, corrientes como nosotros, se pueden convertir en auténticos asesinos, eso es lo peor de las personas sobre la guerra, si la guerra estuviera hecha por monstruos la guerra se acabaría mañana”, destaca.

Para él, “está claro que si las guerras fueran hechas por monstruos la mayoría de nosotros no partiríamos a la guerra”, pero cree que muchos participan en la guerra “por acción, por omisión, señalando o ejecutando”.

“Esto es lo brutal, que cuando todo se desmorona, cuando las reglas dejan de funcionar, cuando el Estado ya no impone la ley, cuando no existen juicios y no existen leyes los seres humanos nos podemos convertir en auténticas alimañas”, comenta.

Sánchez tampoco elude el debate más habitual entre los fotoperiodistas, el de la objetividad, que implica su foco en medio de un conflicto y considera que hay conceptos que “deberían de ser absolutamente apartados de la terminología periodista: la objetividad no existe, nadie es objetivo”.

“Hay situaciones en que, claramente, no vas a tener la posibilidad de saber la verdad, por eso lo que hago es acercarme a las víctimas, que para mí son la única verdad en una guerra”, sostiene.

Por eso intenta contar historias “a partir de las vivencias de estas personas”, aunque siempre tiene claro que está viendo con sus propios ojos a las víctimas y el relato que le están mostrando.

Con esa información como base cuenta “la historia a través de sus ojos”.

“Así, me acerco un poco no al ideal, porque el ideal no existe en la guerra, pero sí a la posibilidad de mostrar lo que pasa con contundencia, sin necesidad de estar fotografiando a los verdugos”, subraya

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