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Mundo

5 de Diciembre de 2017

Nobel 2017: De las ondas gravitacionales a la lucha contra las armas nucleares

La observación de lo más diminuto gracias a la criomicroscopía electrónica, las contribuciones al campo de la economía del comportamiento y la investigación sobre reloj biológico del cuerpo, completan la lista de premios, que serán entregados el próximo domingo día 10, cuando falleció su creador Alfred Nobel.

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Uno de los mayores avances de los últimos años, la detección de las ondas gravitacionales; la labor de la sociedad civil contra las armas nucleares o la fuerza emocional de Kazuo Ishiguro son algunos de los premios nobel de este año, que mañana comienzan su gran semana en Estocolmo.

La observación de lo más diminuto gracias a la criomicroscopía electrónica, las contribuciones al campo de la economía del comportamiento y la investigación sobre reloj biológico del cuerpo, completan la lista de premios, que serán entregados el próximo domingo día 10, cuando falleció su creador Alfred Nobel.

Contribuciones al saber que han abierto una nueva era en la astrofísica gracias a las ondas gravitacionales o en la bioquímica a través de la criomicroscopía.

En contra de lo habitual, este año todo el mundo había oído hablar del Premio Nobel de Física, concedido por la detección de las ondas gravitacionales, un asunto que causó el año pasado un gran revuelo mediático poco acostumbrado en temas científicos.

Cuarenta años de esfuerzo y un equipo internacional de más de mil científicos, que la Real Academia Sueca de Ciencia personifica en los estadounidenses Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne por sus contribuciones “decisivas” en la puesta en marcha del detector LIGO, pieza clave para dar con las esquivas ondas que Albert Einstein predijo hace un siglo.

Los tres recibieron también este año el Premio Princesa de Asturias por detectar dichas ondas, las cuales abren una nueva ventana al Universo, que hasta ahora solo se podía ver y ahora además se puede escuchar.

Un resultado fruto del trabajo conjunto, como también lo es la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), el Premio Nobel de la Paz de este año, que se entrega en Oslo, como fue voluntad de su creador.

El galardón premia la labor de la ICAN, una alianza de organizaciones no gubernamentales de cien países, para “llamar la atención de las catastróficas consecuencias humanitarias de cualquier uso de armas nucleares y por sus esfuerzos innovadores para lograr una prohibición de esas armas basada en tratados”.

El Nobel de Literatura vuelve este año al campo literario tras premiar en 2015 a la periodista bielorrusa Svetlana Alexiévich y el año pasado al cantautor estadounidense Bob Dylan, quien además dio plantón a la todas las ceremonias aduciendo problemas de agenda.

La Academia Sueca ha reconocido al británico de origen japonés Kazuo Ishiguro, quien en sus “novelas de gran fuerza emocional ha descubierto el abismo más allá de nuestro ilusorio sentimiento de conexión con el mundo”.

Ishiguro, que cultiva una narrativa con una fuerte carga psicológica de angustia y de recuerdo del pasado, es famoso por textos como “Los restos del día”, que fue llevada al cine en 1993 con Anthony Hopkins y Emma Thompson.

El Nobel de Medicina distingue a tres estadounidenses Jeffrey Hall, Michael Rosbash y Michael Young por descubrir los mecanismos moleculares que controlan el ritmo circadiano o “reloj biológico interno” por el que plantas, animales y humanos se adaptan a las rotaciones de la Tierra.

Los conocimientos sobre ese reloj interno, que se aplican por ejemplo al “jet lag” que producen los viajes transatlánticos o a la función clorofílica de las plantas, han convertido la biología circadiana en un amplio y rico campo de investigación con implicaciones para la salud y el bienestar.

El Nobel de Química reconoce al suizo Jacques Dubochet, al germano-estadounidense Joachim Frank y al británico Richard Henderson por el desarrollo de la criomicroscopía electrónica.

Se trata de un método efectivo “para generar imágenes tridimensionales de las moléculas de la vida”, con lo que se ha logrado comprender mejor enfermedades como el cáncer o alzhéimer.

El estadounidense Richard Thaler recogerá el Nobel de Economía por su trabajo pionero en la economía del comportamiento, una disciplina que usa la psicología para hacer análisis más realistas de cómo piensan y actúan las personas cuando toman decisiones económicas.

Este es el único premio que no fue creado por Alfred Nobel, sino por el Banco Nacional de Suecia en 1968, aunque como el resto está dotado con 9 millones de coronas suecas (943.784 euros, 1,1 millones de dólares).

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