Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Cultura

15 de Enero de 2018

Texto de Herbert Read de Poesía y anarquismo

Para crear vida, para promover el progreso, para suscitar interés y vivacidad, es necesario quebrar las formas, modificar estructuras, cambiar la naturaleza de nuestra civilización. Para crear hay que destruir; y un agente de destrucción en la sociedad es el poeta. Creo que el poeta es necesariamente un anarquista y que él debe rechazar todas […]

Por

Para crear vida, para promover el progreso, para suscitar interés y vivacidad, es necesario quebrar las formas, modificar estructuras, cambiar la naturaleza de nuestra civilización. Para crear hay que destruir; y un agente de destrucción en la sociedad es el poeta. Creo que el poeta es necesariamente un anarquista y que él debe rechazar todas las concepciones organizadas del Estado, no sólo aquellas que heredamos del pasado, sino también las que se imponen al pueblo en nombre del futuro. En ese sentido no hago distinción entre fascismo y marxismo.(…) El poeta, el pintor o el músico, si es algo más que creador de diversiones, es un hombre que nos lleva hacia una alegre o trágica interpretación del sentido de la vida; que predice nuestro destino humano o que celebra la belleza o la significación de la naturaleza que nos rodea; que crea en nosotros el asombro y el terror de lo desconocido. Tales cosas sólo pueden ser hechas por alguien que posee una sensibilidad superior y un profundo conocimiento interior. De alguien que en virtud de sus dones naturales se mantiene alejado de la masa, no ya por desdén, sino simplemente porque sólo puede ejercer sus facultades desde cierta distancia, en la soledad. Los momentos de la creación son silenciosos y mágicos, un trance o arrobamiento durante el cual el artista se halla en comunión con fuerzas que subyacen el plano habitual de la emoción o el pensamiento. He ahí algo que el hombre de acción, el político y el fanático no pueden comprender. Estos suelen reprobar al artista y le obligan a entrar en el tumulto de las actividades prácticas, donde sólo podrá producir mecánicamente, de acuerdo con moldes intelectualmente predeterminados. En tales condiciones no puede producirse una obra de arte, sino sólo una estéril y deleznable apariencia de la misma. Obligado a producir en tales circunstancias el artista más sensitivo caerá en la desesperación. In extremis, como en el caso de Mayakosvky, apelará al suicidio.

Notas relacionadas