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Poder

21 de Enero de 2018

Carlos Peña afirma que tras la visita del papa subyace la pérdida de influencia de la Iglesia Católica

No son, pues, los escándalos o los pecados de sus ministros lo que causa la pérdida de influencia de la Iglesia. Son los rasgos del Chile contemporáneo y la dificultad de la Iglesia para convivir con ellos. Alguna vez la Iglesia fue capaz de integrar otros credos. Y su fruto, tan admirado por Francisco, fue la religiosidad popular, un ejemplo de sincretismo cultural. Pero ¿qué sincretismo podría haber ahora en medio del consumo y de las masas?

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“La visita del Papa mostró cuánto ha cambiado la sociedad chilena”.

Bastaría con ese enunciado para sintetizar lo que plantea Carlos Peña en su columna dominical en El Mercurio, referida a analizar qué dejó la reciente visita del máximo representante del catolicismo en Chile.

El rector de la UDP sostiene una hipótesis, escrita casi al final del texto. Se cita: “La Iglesia Católica está así frente a un serio dilema (…) Debe escoger, en suma, entre el cardenal Medina y el cura Felipe Berríos”.

Lo que quiere decir Peña con lo anterior es que hoy, a diferencia de lo que tentativamente se pudiera pensar, la indiferencia que provoca la Iglesia Católica, como quedó patente en el poco entusiasmo mostrado hacia Francisco, no sólo tiene que ver con los escándalos o pecados cometidos por sus ministros, cuestión que marcó la visita del papa, sino con la lectura errada que se hace de una sociedad secularizada, sostenida en el consumo de las masas, en la mejora de las condiciones materiales de la existencia. “No son, pues, los escándalos o los pecados de sus ministros lo que causa la pérdida de influencia de la Iglesia. Son los rasgos del Chile contemporáneo y la dificultad de la Iglesia para convivir con ellos. Alguna vez la Iglesia fue capaz de integrar otros credos. Y su fruto, tan admirado por Francisco, fue la religiosidad popular, un ejemplo de sincretismo cultural. Pero ¿qué sincretismo podría haber ahora en medio del consumo y de las masas?”, escribe.

 

“No es que la gente se haya vuelto descreída. No. Lo que ha ocurrido es que la religión se ha protestantizado, en el sentido de que se ha vuelto más personal, más individualizada, más electiva (un ejemplo de esto es la medida en que incluso los católicos escogen la forma diferenciada de serlo, adscribiéndose al opus, a los legionarios, a los sodalicios, etcétera. Como si creer fuera una forma de escoger la propia identidad, no un descubrimiento o un don, sino una manera de editarse a sí mismo)”, dice.

Así, para Peña, el asunto es que la Iglesia “debe escoger entre aferrarse a la verdad que dice atesorar, condenándose a la pérdida de influencia y a ser un credo de minorías, por un lado, o mostrarse condescendiente con las convicciones espontáneas de la cultura de masas relativizando la verdad que dice poseer, por el otro”.

Por eso, la elección es entre lo que pudiera representar la figura de un cardenal Medina frente a un cura jesuita como Berríos.

 

 

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