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Mundo

31 de Enero de 2018

Vietnam conmemora los 50 años de la ofensiva que cambió el rumbo de la guerra

En la noche del 30 al 31 de enero de 1968, 84.000 insurgentes del Frente Nacional de Liberación de Vietnam (Vietcong) rompieron la tregua tácita del año nuevo lunar y lanzaron una ofensiva sobre las seis principales ciudades de Vietnam del Sur, apoyado por EEUU. La sorpresa fue tal que la guerra llegó a Saigón (hoy Ho Chi Minh), capital del sur, donde las imágenes del Vietcong asaltando la embajada de EEUU o la ejecución a sangre fría de un insurgente a manos de un oficial survietnamita dieron la vuelta al mundo.

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Vietnam celebra estos días el 50 aniversario de la ofensiva del Tet, una oleada de ataques de guerrilleros comunistas en el sur pro occidental que conmocionó a la opinión pública norteamericana y terminó siendo decisivo para el desenlace de la guerra con EEUU.

En la noche del 30 al 31 de enero de 1968, 84.000 insurgentes del Frente Nacional de Liberación de Vietnam (Vietcong) rompieron la tregua tácita del año nuevo lunar y lanzaron una ofensiva sobre las seis principales ciudades de Vietnam del Sur, apoyado por EEUU.

La sorpresa fue tal que la guerra llegó a Saigón (hoy Ho Chi Minh), capital del sur, donde las imágenes del Vietcong asaltando la embajada de EEUU o la ejecución a sangre fría de un insurgente a manos de un oficial survietnamita dieron la vuelta al mundo.

Medio siglo después, van desapareciendo los protagonistas vivos de aquel ataque.

Ngo Van Lap, de 62 años, lo fue sin saberlo en Pho Binh, la pequeña tasca de sopa vietnamita en la que su padre, el comandante del Frente Nacional de Liberación de Vietnam (Vietcong) Ngo Toai, planeó junto a sus colaboradores la ofensiva sobre Saigón.

A sus 12 años, la misión de Lap era asegurarse de que solo quien pronunciara la contraseña correcta pudiera acceder a la planta de arriba, donde se producían las reuniones y se guardaban municiones.

“Normalmente la contraseña era un plato que no estuviera en el menú. Por ejemplo, sopa de fideos con rabo de vaca. Yo no sabía qué hacía mi padre, me limitaba a cumplir con lo que me pedían”, relata a Efe.

La noche del ataque, el estruendos de los petardos y los fuegos artificiales se confundió con el de las balas y las bombas, y dos días después, cuando las fuerzas del Sur retomaron el control, detuvieron a su padre y a sus hermanos.

“Entonces fue cuando entendí lo que pasaba. Me libré por mi edad, pero un soldado me apuntó a la cabeza con su pistola”, dice en la misma sala en la que su padre preparó la operación militar.

A unas calles de allí, Nguyen Hoang Hung, a la sazón un niño de 13 años, descubrió en aquellos días de 1968 el horror de la guerra en toda su crudeza.

“Por primera vez la guerra estaba delante de mi casa. Los Vietcong lanzaron cohetes y dos cayeron en casa de mi tía”, relata en francés.

“La primera noche -prosigue- creíamos que el ruido era por los fuegos artificiales y a la mañana siguiente nos enteramos del ataque, de la toma de la Embajada de Estados Unidos. Los atacantes entraron en las callejuelas de mi barrio para pedir al pueblo que se levantara en armas, pero nadie se atrevía a salir de sus casas”.

Hung tiene grabada la escena de un joven insurgente capturado por las fuerzas survietnamtias, torturado, metido en un barril que hicieron rodar por la calle y finalmente ejecutado de un tiro en la sien.

“En mi barrio fue una masacre. Eran jóvenes de 16 o 17 años, muy ingenuos. Pensaban que el pueblo les seguiría, pero nadie les siguió. Al tercer día de ver cosas tan horribles nos volvimos insensibles”, rememora.

La familia de Hung decidió quedarse en la ciudad y esperar, pero otras se dejaron llevar por el pánico y huyeron a las provincias cercanas durante semanas.

Nguyen Thi Ngoc Uyen, una mujer de 61 años, recuerda cómo escapó con sus padres y hermanos a Bien Hoa y cuando volvieron a Saigón cinco meses después se encontraron su casa en ruinas.

A unos 50 kilómetros de allí, en Cu Chi, el joven Nguyen The Canh, hoy su esposo, era el encargado de transmitir por radio las informaciones sobre el ataque.

“Por Cu Chi pasaban en los días previos en dirección a Saigón grupos de hombres que se iban fragmentando para no levantar sospechas. Llevábamos tiempo esperando algo grande, pero la mayoría no sabíamos que se preparaba un ataque así”, comenta ataviado con su uniforme militar.

Tras la euforia inicial, a los tres días supieron que no habían podido tomar Saigón y los supervivientes de la retirada se fueron escondiendo en refugios subterráneos.

Habían perdido, pero no sospechaban que aquella derrota era el principio de su victoria.

Aunque la ofensiva había sido un fracaso militar inapelable para los comunistas, (más de 40.000 bajas), el episodio conmocionó a la opinión pública de EEUU y terminó siendo determinante para la retirada progresiva de las tropas norteamericanas desde ese mismo año.

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