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Mundo

27 de Febrero de 2018

La historia del buzo que se deformó: “No me morí, pero me hinché”

Visto desde lejos, bien pudiera pensarse que Alejandro Ramos, buzo mariscador de Perú, se excedió con los fierros en el gimnasio o se inyectó, como pasa tantas veces, algo que no debía. Pero no, lo de Alejandro Ramos es otra cosa. Cuatro años atrás, recogía choros en Puerto Viejo, en las cercanías de Pisco de […]

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Visto desde lejos, bien pudiera pensarse que Alejandro Ramos, buzo mariscador de Perú, se excedió con los fierros en el gimnasio o se inyectó, como pasa tantas veces, algo que no debía. Pero no, lo de Alejandro Ramos es otra cosa. Cuatro años atrás, recogía choros en Puerto Viejo, en las cercanías de Pisco de Ica, que es donde vive, cuando un accidente provocó que su cuerpo se deformara.

“No me morí, pero me hinché”, cuenta Ramos. Ese día lo que le sucedió fue lo que se llama narcosis de nitrógeno, afección que se explica cuando se emerge rápidamente desde profundidades por debajo de los 15 metros.

Se cuenta que Alejandro mariscaba a 30 metros cuando una nave, accidentalmente, cortó la manguera de aire comprimido que lo abastecía. Esto lo obligó a ascender sin medir la consecuencias que él mismo, como buzo de fuste, conocía.

“Al final, el nitrógeno se fue acumulando en mi cuerpo y empezaron a verse los resultados”, dice.

Ramos tenía entonces 51 años y hoy, después de cuatro, tiene el aspecto similar al de un fisicoculturista. “Pensaba que iba a explotar”, recuerda.

El doctor del Hospital San Juan de Dios de Pisco, Miguel Alarcón, especialista en cirugía hiperbárica, explica que Alejandro Ramos tiene 30 kilos de sobrepeso por acumulación de bolsas de nitrógeno en su musculatura.

La operación es un riesgo, pero no menos que seguir viviendo en esas circunstancias.

Para tratarse, Alejandro viene solicitando ayuda desde hace un tiempo.

 

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