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7 de Marzo de 2018

Isaac Givovich acusa arremetida mediática de los maristas: “Hay una campaña para desacreditar a quienes estamos dando la cara”

Uno de los voceros de las víctimas de abusos sexuales en los maristas, responde a las críticas esbozadas en la prensa durante la última semana, asegurando que no fue él quien ha solicitado dinero sino la propia congregación. Asegura que existe una campaña de desprestigio en contra de las víctimas y descarta convertirse en una nueva “Gemita Bueno”. “Yo estuve en el caso Caval. ¿Y? ¿Eso les da derecho a abusar cuando tenía ocho años?”, cuestiona.

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Creen que existe algo orquestado contra ustedes? Eso es al menos lo que insinuaron en el comunicado luego de un reportaje de La Tercera el fin de semana.
Si tú ves la publicación de La Tercera, nadie habla en on. Hay un comunicado de los maristas donde no se detalla quién es el staff de abogados, se habla de un “staff” en genérico. El único que habla en on es José Andrés Murillo, director de la Fundación para la Confianza, quien dijo que nos va a apoyar siempre. Nosotros damos la cara, no así la congregación.

Da la impresión que tu pasado te persigue y que por eso tu relato genera sospechas.
Yo estuve en el caso Caval. ¿Y? ¿Eso les da derecho a abusar cuando tenía ocho años? Tuve un conflicto con la familia de mi esposa, ¿eso les da derecho a la Iglesia católica y a los hermanos maristas de violarme? ¿Por eso pierdo derecho a buscar justicia, a buscar verdad y reparación?

¿Teoría del empate?
Y un empate rasca, porque ni siquiera están dando la cara. Me gustaría verlos hablar, pero en on. Me gustaría escuchar a los responsables de la congregación, Ernesto Reyes y Patricio Pino. Y si tienen un abogado, Alejandro Peña, que dé la cara, que no se esconda. Eso es muy importante.

Si existiese un temor en los maristas, ¿cuál crees que sería?
Creo que los maristas temen el haber perdido su estatus ético y su valoración frente al Vaticano. Si no fuese por Bartomeu y Scicluna, en Roma no sabrían de este caso. Creo que esperaban que con las cartas de perdón nos quedásemos tranquilos.

Ellos hablan de que dicha carta no fue un acto de reconocimiento sino de buena fe…
Pero si tú lees las cartas, te das cuenta de que ellos sí están reconociendo abusos, llegando incluso a pedir perdón. Ellos reconocieron tener vergüenza, que se actuó con negligencia y que se ocultó información. Eso no es buena fe. O sea, nadie reconoce el abuso de un miembro de su congregación sin tener una mínima investigación.

¿Crees que temen que la investigación escale hasta el Vaticano?
Creo que temen una intervención canónica fuerte. Y también a las medidas reparatorias, que van a ser millonarias. Aquí en Chile hay cerca de 10 hermanos acusados, una fracción muy importante del total. Creo que temen que se les empiece a desempolvar un caso más grande.

¿Qué dice tu familia de todo esto?
Mi viejo está pa’l pico.

Debe sentir una suerte de culpabilidad…
Sí. Además Adolfo Fuentes, mi abusador, fue el guía espiritual de mi hermana durante cuatro años. Son justamente los cuatro años en que Adolfo abusó de mí. Entonces a mi papá le entró la culpa por haberme sacado la cresta cuando descubrió que hice la cimarra en tercero básico, sin preguntarme lo que me pasaba. Mi mamá murió, gracias a Dios, sin saber de esto.

¿A tu hermana, que ha estado muy vinculada a tu caso, le costó asimilar esto?
Mi hermana siente que le robaron su juventud. Ella se integró durante la media a todas las comunidades maristas que existían en el colegio, gracias a Adolfo Fuentes. Por la diferencia de edad que tenemos, era como mi mamá. Siente ese tipo de culpa. Le dio mucha rabia, porque se dio cuenta de que yo di muchas señales en mi vida que ellos no fueron capaces de detectar.

¿Y a la familia de tu esposa, Asunción Lavín?
No tuve ninguna comunicación, y tampoco quiero hablar con ellos.

La cuestionada reparación

¿Que rol tiene tu hermana en todo esto? ¿Es cierto que fue ella quien se acercó a los maristas para intentar establecer un acuerdo económico?
Eso lo tendrá que responder mi hermana. Pero te puedo decir que las dos veces que la congregación ha tocado el tema de platas, les he pedido que lo hablen con los abogados. Y sí me han tocado el tema de plata.

¿Qué te han dicho?
Que hay que ver el tema de las reparaciones, ver cómo ayudar. Pero para mí es importante separar. Porque yo tengo que hacer una sanación importante. Yo siento quebrada mi fe, y si la persona con la que me voy a hablar de la espiritualidad marista, me va a estar hablando de plata, no sé.

Tú dices que el tema de la plata viene de ellos, no de ustedes entonces.
Desde un principio, y puedes preguntarle a cualquiera de los sobrevivientes. A mí me llamó una sicóloga diciéndome que me iban a pagar la terapia, pero que tenía que hacerla con ellos. Cosa que rechacé, porque yo elijo mis terapeutas, mis siquiatras. Pero ellos son los que en todo momento han estado ofreciendo cosas. Incluso en agosto del año pasado enviaron una comunicación a los apoderados avisándoles que Peña iba a ser quien iba a representar a las víctimas, y hoy es el abogado de la congregación. Es decir, hay víctimas que se acercaron a Alejandro Peña para entregar información.

¿Te parece deshonesto?
Eso es prevaricación. Y no estoy acusando nada, sólo estoy haciendo un relato de hechos. Jaime Concha se reunió un determinado día con la sicóloga, y al día siguiente fue con Alejandro Peña, quien tenía en su escritorio la transcripción de lo que había hablado el día anterior con la sicóloga. Además, lo que se mostró fue sólo un correo, porque hubo para todos lados, Alejandro Peña incluido. No es que mi hermana por su iniciativa mande un correo, hubo uno previo de la congregación.

¿Y en esos correos se plantea la compensación económica?
Lo que se plantea es que, a raíz de que me encuentro con una licencia por una terapia –que no tendría que tomar si no me hubiera pasado lo que me pasó-, que el colegio asuma ciertos costos de mi vida. Pero ese correo publicado en la prensa corresponde a una cadena iniciada por ellos.

¿Pero por qué tu hermana no te informó a ti?
Es que yo estoy en otra. Te voy a ser súper sincero: levantarte todos los días en la mañana, sabiendo que por 32 años de tu vida no sabías que fuiste violado, tenís ganas de morirte, de olvidarte de todo. No estoy preocupado de la plata, de eso está más preocupada mi señora o mi familia.

¿Por qué?
Porque yo estoy en otra. Estoy preocupado por mi terapia y por hacer justicia.

¿Crees que fue un error entrar en un diálogo por dinero, entendiendo que aún no estaban resueltas las investigaciones?
Es que es muy simple. Hay una declaración de la congregación del 19 de febrero firmada, en donde reconocen el hecho y ofrecen acompañamiento espiritual, sicológico y todo lo que sea necesario para acompañarnos en este dolor. Aparece en el último párrafo. O sea, ¿fue una ingenuidad de mi familia? Sí. ¿Error? No.

“Se vienen más desacreditaciones”

¿Es verdad que estudiaste sólo tres años en el Alonso de Ercilla?
Cuatro. Pero no sólo eso: mi hermana estuvo metida en las congregaciones, mi hermano estuvo ocho años en el IAE, todos mis amigos son de ahí.

¿Por qué permaneciste sólo cuatro años en el colegio?
Mi sicóloga lo interpreta como que yo hice una escapada. Académicamente no tuve malas notas, todo lo contrario, pero me empecé a portar muy mal. Entonces ese año me iban a poner condicional por conducta y mi papá decidió sacarme.

¿Y esa conducta tuya tiene que ver con lo que te sucedió?
Absolutamente. Imagínate que yo empecé a hacer la cimarra en tercero básico. Mi papá me dejaba en la puerta del colegio, yo agarraba la plata que me dejaba y me iba para mi casa en micro. En primero básico le escribí una carta a la profesora como si fuese mi papá, diciendo “señorita profesora deje de huevear a mi pupilo”. A la misma profesora que me entregó a Adolfo Fuentes.

Después de asimilar que fuiste abusado, todo ha sido vertiginoso. ¿En qué momento te transformaste en vocero de los sobrevivientes?
Yo no soy vocero de nadie, nosotros nos vamos turnando. Está Eneas por una parte que habló desde Argentina las primeras dos semanas, luego por una cuestión logística, cuando llegó Scicluna a Chile, fui yo a la Nunciatura. Para mí, contar lo que pasó es súper desgastante. Es ir abriendo uno de los pocos secretos que tenía en mi vida, algo que era secreto hasta para mí.

¿Crees que ser vocero le hizo un flaco favor a la causa, entendiendo que se podían colgar de ti para desacreditar al grupo?
Lo hablamos. Pero el problema es que hoy no sólo han encontrado formas de desacreditarme a mí, sino que al resto del grupo. Acá hay una campaña para desacreditarnos a los que estamos dando la cara, pero lo que no se han dado cuenta es que acá no son sólo cuatro víctimas, somos decenas.

¿Tú crees que esto se veía venir?
Absolutamente. Pero encuentro que, incluso, es una jugada comunicacional mal hecha. Porque si tú lo piensas, después de reconocer los hechos, es muy raro salir a desacreditarlos. Ahí es donde entra el que ellos hayan visto que su estatus moral, económico estaba en peligro. Porque cuando Scicluna nos mandata a seguir con acciones civiles, y con los cánones para perseguir justicia canónica, es que no sé, sintieron que les iban a tocar el bolsillo.

¿No temes que en algún momento alguien te arrincone y termines transformado en una Gemita Bueno?
Es que no va a pasar. Somos muchos. Así como estoy yo ahora, en la mañana estuvo Eneas hablando en radio Zero, y Gonzalo en otro medio, etcétera. De cierta manera, creo que los maristas se están protegiendo para no convertirse en el Sename de la Iglesia Católica chilena.

¿Quién crees que está detrás de esta supuesta campaña? ¿El exfiscal Peña?
No sé si el exfiscal… él tendrá su forma de actuar con sus clientes, no me voy a meter en su labor profesional. Lo que sí tengo claro, es que si un día tengo un abogado, o asesor comunicacional, ellos responderán a mis órdenes, mis instrucciones. Y más allá de lo que ellos me puedan recomendar, mi ética y mis valores van a ser el tope a la ejecución que hagan mis asesores. ¿Me entiendes?

¿Qué se viene?
Una etapa de desacreditación otros sobrevivientes porque están viendo el riesgo de frente.

Pero desacreditar un abuso por algún otro ilícito, como un choque, es como tratar de empatar la historia. Algo muy burdo.
Piensa que la Iglesia Católica en Chile ha actuado de cuántas maneras. O sea, mira lo que le pasó a Juan Carlos Cruz cuando denunció a Karadima, ¡le dijeron que estaba despechado! Lo que le estamos pidiendo a la Iglesia Católica hoy día es que intervenga en esto. Ellos, más que la congregación, sí están dando pasos, como los del Vaticano.

Otro punto que generó controversia es que se habló de que recibías un sueldo de ocho millones…
No es así. Es un poco más bajo, pero no voy a entrar en esos detalles. Eso debe venir de la congregación.

Al final, daba la impresión de que eres un tipo ambicioso que se trató de aprovechar del caso.
Lo único que puede decir es que si Adolfo Fuentes, manejando la camioneta del colegio, hubiese chocado conmigo arriba, y mis papás lo hubiesen demandado a él por daños, nadie cuestionaría este hecho. Y eso es un accidente. Lo que cometieron con nosotros fueron crímenes.

Pero filtraron que tu hermana sí estaba hablando de plata…
Eso lo tendrá que responder mi hermana. Y tanto Ernesto Reyes como Alejandro Peña saben perfectamente lo que hicieron.

En la carta que te envió la congregación, se afirma que, a diferencia de los abusos cometidos, “la ética es imprescriptible”.
Claramente para ellos la ética tiene prescripción, están actuando con una ética que es insostenible. El hurgar en nuestro pasado para desacreditar hechos que ellos mismos reconocieron con cartas firmadas, nos parece la bajeza más grande.

¿Les consta que esta campaña está operando?
Absolutamente. Y con los medios.

¿Aseguras entonces que la congregación se ha contactado con medios para publicar sus historias personales?
Sí, me consta. Esto empezó conmigo. Luego puede venir Gonzalo, por un accidente de tránsito que tuvo hace un tiempo, o Jaime, por los conflictos matrimoniales que ha tenido, o por la vida sexual de Jorge Franco. Y le buscarán a Eneas, que gracias a dios se fue hace muchos años a vivir a Argentina. Que nosotros tengamos claroscuros en nuestras vidas –como toda persona- no nos quita el derecho a buscar justicia y reparación de lo que hemos vivido. Si acá la congregación cree que porque yo o mis compañeros cometimos errores íbamos a ser menos válidos para la sociedad, es porque están muy lejanos a lo que es la búsqueda de la verdad.

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