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Mundo

5 de Mayo de 2018

El viral de “No es No” versión Caperucita Roja

El rasgo más significativo de la historia es el engaño del lobo a Caperucita, presentada como una figura inocente que se deja alumbrar con facilidad por un personaje que tiene dos caras (encantador vs agresor). El desenlace de la historia tiene un trasfondo muy culpabilizador Caperucita: lleva una ropa que atrae, no sigue el camino […]

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El rasgo más significativo de la historia es el engaño del lobo a Caperucita, presentada como una figura inocente que se deja alumbrar con facilidad por un personaje que tiene dos caras (encantador vs agresor).

El desenlace de la historia tiene un trasfondo muy culpabilizador Caperucita: lleva una ropa que atrae, no sigue el camino marcado, se entretiene descubriendo nuevos caminos, no va acompañada, habla con un desconocido, etc.

En resumen, todo el cuento es una suma de factores que desencadenan en la agresión final (devorada por el lobo). La extrapolación del cuento con la realidad es muy clara. ¿Cuáles son los peligros que pueden encontrarse las chicas cuando vuelven a casa? El peligro pueden ser hombres educados como lobos, educados en un entorno machista, donde se normaliza la violencia, la dominación y la cosificación de las mujeres.

A las mujeres que sufren agresiones sexuales como Caperucita Roja, además de sufrir las consecuencias emocionales y físicas, también se las responsabiliza de lo que le ha pasado por haber “provocado” la agresión con la roba que llevaba, por el lugar en el que estaba aquella noche o por su actitud. La sociedad asume que la responsabilidad de la prevención de la violencia que tiene lugar en el espacio público tiene que venir de las mujeres, tienen que saber autoprotegerse para evitar “provocar” la violencia masculina. Ahora bien, ¿si la violencia machista la ejercen algunos hombres, por qué siempre son ellos los ausentes de su prevención?

En el espacio público se producen diferentes agresiones –físicas, verbales o sexuales- que, con mayor o menor intensidad, producen en la víctima una sensación de incomodidad y malestar. Estamos hablando de situaciones cotidianas que la mayoría de niñas y mujeres han vivido en algún momento de su vida. Lo que sucede es que son situaciones difíciles de detectar, hacerlas visibles y compartirlas porque están muy toleradas socialmente.

¿Y SI CAMBIAMOS EL CUENTO?

El vídeo, se grabó en el Collegi Maristes de Girona, ha contado con la participación de niños, niñas y adolescentes de edades entre los 10 y los 15 años. Producida por DMA producciones S.L. y con la especial colaboración de la compañía de teatro de Lleida Festuc Teatre. A través de la interacción con los títeres, se pretende mostrar la reacción y evolución de las respuestas de las criaturas y jóvenes en ponerse en la piel de Caperucita Roja. Una Caperucita que rompe el silencio y quiere dejar de ser víctima del lobo.

Un paso importante para hacer visible esta violencia que hasta ahora estaba silenciada ha sido decir #NoEsNo o #Basta o #MeToo, yo también he sido víctima de violencia machista, como Caperucita. Pero esta autoconsciencia de muchas Caperucitas no basta para frenar la violencia de los lobos. Algo más tiene que cambiar para que los caminos sean seguros y libres de violencias machistas.

El propósito del vídeo es evidenciar la necesidad de un cambio profundo del modelo de masculinidad que promueve y legitima la violencia hacia las mujeres. Violencia normalizada en muchos cuentos tradicionales presentes en la socialización de la infancia e inundados de estereotipos y mensajes perversos.

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