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Nacional

8 de Mayo de 2018

Primera Epístola de Felipink a los evangélicos

Quiero que sepan que no busco un espacio para gays dentro de la iglesia, pues me parece contradictorio. Sólo quiero honrar mi pasado, juntarme con los otros mandolinistas que quieran acompañarme a celebrar este talento, que siento unido a nuestra identidad sexual, dejar los miedos atrás y mandolina en mano, quererme tal cual he sido siempre para compartir con el mundo el sonido de Mandolina Mía.

Por

Ex hermanos en la fé:

Los saludo con esta carta porque entre todos los insultos que recibimos por las notas en video e impresas, publicadas por The Clinic, también hubo personas que respetuosamente se preguntaban las intenciones detrás del proyecto Mandolina Mía. Para todos, va esta carta.

Cuando decidí convocar a mis pares mandolinistas gays ex-evangélicos en una performance musical para narrar la historia de mi vida en torno al instrumento, jamás pensé que generaría tanto repudio. Al principio, me dio risa ser
tratado de satánico (una palabra que no escuchaba desde los tiempos de la reina de los bajitos, Xuxa), pero después entendí que toda esa reacción es también parte de nuestra obra de arte.

Yo amo la música, me ha ayudado a expresarme en muchos ámbitos. Me acaricia en momentos de dolor y me estimula hasta el punto de quedar de cabeza en la pista de baile.

La mandolina es el instrumento que aprendí a tocar gracias a la iglesia. Escucharla sonando en conjuntos cercanos a la centena de intérpretes en la Catedral es una experiencia que me dio nociones de armonía musical, me emocionó profundamente y llevó mi conciencia a sentirse conectada con algo que estaba más allá de lo tangible. En ese momento para mí:

Dios, sin duda.

Pero llega el momento en que uno no da con el canon de lo que se espera de un cristiano y, a pesar de que con voluntad y fé vas a ensayos y cultos, te unges y ayunas para que el Señor te libre de la homosexualidad, eso nunca llega a pasar, porque no es una decisión. Hermano, hermana: No, no es una decisión, sino todo lo contrario. Es un camino difícil ir chocando contra todo molde de lo que deberías ser, rompes las expectativas que tus seres queridos tienen sobre tí y eso, a temprana edad, causa mucho dolor.

Llevado específicamente al mundo de las mandolinas pentecostales, la marca de género sobre la guitarra masculina y la mandolina femenina, saca a la luz un segmento que no cabe en este limitado binomio: los hombres que tocan mandolina. Coincidentemente, todos los que he conocido, homosexuales como yo. ¿No les parece realmente interesante como fenómeno? A mí sí, y veo con alegría que a otros también. La idea con este proyecto no es sacar a la gente del clóset, porque cada uno tiene sus tiempos y hoy, felizmente, es una decisión que cualquiera puede tomar como mejor le convenga. Ya los gays salen en la tele hace años y hasta se pueden pseudo-casar. Se trata de algo bastante más profundo.

Yo recuerdo que era niño cuando rogaba al Señor que me cambiara, no sólo por ser bueno, sino también para que mis compañeros de colegio dejaran de hacerme la vida imposible por afeminado. Me sentía presionado a actuar masculinamente y viví con inseguridad y vergüenza muchos años de mi vida. Pedirle fervorosamente a Dios que te cambie, revela una profunda falta de amor propio. Eso es una lógica cristiana que me parece nociva, no es bueno que un niño piense así de sí mismo y no quiero que esto le pase a nadie más.

Aceptémoslo, no se puede ser cristiano y gay al mismo tiempo. A pesar de la flexibilidad que los tiempos modernos han traído a las iglesias, las escrituras son firmes en rechazar el colerío. Yo no tengo nada que hacer ahí, no quiero volver a pensar en cielo e infierno para explicarme la realidad, eso para mi, ya fue. Pero ojo, esa es mi experiencia solamente, lo interesante es que la vivencia y visión de mis compañeros mandolinistas es única en cada
caso, tienen su propia relación con la fe, la espiritualidad y la iglesia. Lo que hace más rico aún al proyecto en términos de su aporte como etnografía musical.

Quiero que sepan que no busco un espacio para gays dentro de la iglesia, pues me parece contradictorio. Sólo quiero honrar mi pasado, juntarme con los otros mandolinistas que quieran acompañarme a celebrar este talento, que siento unido a nuestra identidad sexual, dejar los miedos atrás y mandolina en mano, quererme tal cual he sido siempre para compartir con el mundo el sonido de Mandolina Mía.

Le cantamos a esa divinidad que se manifiesta cuando, perdiendo todo miedo, pena, rabia y culpa, honramos lo que realmente somos.

A quienes no los haya invadido la ira por este destape de olla, quiero de verdad invitarlos a escuchar la mandolina en clave elctropop, en un espacio emblemático de las artes en Chile.

El proyecto ha captado la atención de medios, cientistas sociales y artistas de distintas áreas. Yo confío que esta transmutación de dolores y vergüenzas en música, belleza y autoaceptación, es algo que vale la pena vivenciar. Los dejo entonces invitados este jueves 31 de Mayo al primer concierto de Mandolina Mía, con extractos del documental, en Matucana 100 a las 21:30 horas.

Todo está lleno de amor.

Felipink

Felipink: Mandolina evangélica ahora al servicio del pop contracultural gay – The Clinic Online

Son seis los mandolinistas que integran el elenco de Mandolina Mía, todos provenientes de iglesias evangélicas, todos gays y todos orgullosos de su identidad sexual, de su proveniencia espiritual y del virtuosismo que alcanzaron en la ejecución del instrumento que alguna vez, creyeron, salvaría sus vidas y culminaría en el perdón de sus pecados.

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