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Nacional

18 de Mayo de 2018

Lo que se contaba en la primera carta denuncia contra Karadima que la iglesia ocultó

En medio del remezón en el Vaticano, en donde todos los obispos chilenos presentaron la renuncia al Papa, Francisco Gómez Barroilhet, hoy de 55 años, conversa con La Tercera respecto de la carta que firmó hace 34 años junto a otras personas. La primera que hablaba de las atrocidades de Fernando Karadima en la iglesia […]

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En medio del remezón en el Vaticano, en donde todos los obispos chilenos presentaron la renuncia al Papa, Francisco Gómez Barroilhet, hoy de 55 años, conversa con La Tercera respecto de la carta que firmó hace 34 años junto a otras personas. La primera que hablaba de las atrocidades de Fernando Karadima en la iglesia El Bosque y que nunca salió a la luz.

 

“Karadima es un personaje siniestro, sin duda perturbado mentalmente. Con una habilidad extraordinaria, de todas maneras, pero un tipo absolutamente perturbado. Tenía cosas que para mí eran tanto o más graves (que las tocaciones), especialmente desde su púlpito de cura. Y era el nivel de crueldad que era capaz de ejercer con gente pobre, y con personas más débiles mentalmente, se reía de las desgracias o de las faltas de otro”, dice.

Gómez Barroilhet ejerció como secretario privado de Karadima entre los 17 y 20 años. Entonces fue que, cansado de lo que presenciaba, optó por abandonar el lugar. Recuerda que transcurría 1984 cuando decidió firmar la carta.

Sobre el contenido, cuenta que “lo que denunciábamos era el permanente toque de genitales. Eso nos tocó a todos y se hacía prácticamente en público. Karadima no buscaba instancias en que estuviera solo con uno para hacerlo: lo hacía cuando habíamos 10 o 15 personas en el comedor, en la sacristía. Los besos, estos que eran entre el cachete y la boca, cosas como meter la mano a lo tonto por detrás del cinturón, detrás de la pretina del pantalón y sin meter la mano hasta abajo… cuestiones raras. Y aparte era el tema del trato de Karadima, en que muchas veces no sólo era hiriente, sino que cruel. Ese tipo de cosas salían en la carta”.

Respecto del destino de la misiva, tiempo después, por medio de Juan Holzen, se enteraría de lo acontecido. Así lo cuenta:

“Un día lo llamé y le dije: ‘Juan, hace un tiempo atrás firmé esa carta para denunciar a Karadima a Fresno, ¿tú tienes idea de qué pasó con ella?’. Y me dijo: ‘Dame un par de días para echar una averiguada’. Me llamó de vuelta después y me dice: ‘Olvídate, no va a pasar absolutamente nada con esa carta’. ¿Pero por qué?, digo yo. Y me dice: ‘¿Tú sabes quién es el secretario de Fresno?’. Era Juan Barros. Entonces me dijo: ‘Tu comprenderás que con Juan Barros metido ahí no va a pasar nada con la carta’. Le pregunté: ‘¿Y qué más se puede hacer, hay alguna manera de hacer llegar esa información?’. Se dio hartas vueltas y al final me dijo: ‘Mira, esa carta llegó, se leyó, se rompió y se botó’.”

 

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