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Opinión

21 de Junio de 2018

Rusia, día 8: Un gol por cada final perdida

Poulsen levanta el puño al aire en señal de victoria. Dinamarca estaba por delante en el marcador y él ya lo celebraba. Mas la providencia se ensañó con él y un remate de cabeza de Leckie se estrelló en esa mano victoriosa. ¿Quién defiende un córner y festeja al mismo tiempo? VAR mediante, penal y […]

Javier Montenegro
Javier Montenegro
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Poulsen levanta el puño al aire en señal de victoria. Dinamarca estaba por delante en el marcador y él ya lo celebraba. Mas la providencia se ensañó con él y un remate de cabeza de Leckie se estrelló en esa mano victoriosa. ¿Quién defiende un córner y festeja al mismo tiempo? VAR mediante, penal y gol de Australia. Solo transcurría el minuto 38 y el encuentro prometía ser entretenidísimo, la mejor antesala posible para el Argentina-Croacia. Pero quedó en eso, en promesas, escaramuzas por aquí, algún disparo a puerta, pero el marcador no se movería más. El empate era pronosticable, la debacle del último partido del día no.

Francia gana por inercia y de pura suerte. Un balón desviado descoloca a todo el mundo y Mbappé sonríe; no tiene veinte años y ya ha anotado un gol en Mundiales, igual que Messi en 2006. Es la suerte de los que se tienen fe, de los que no temen jugar bonito (aunque no se les dé perfecto). Perú lo intenta, ataca, sufre, se esfuerza, pero no tiene suerte. Es inexplicable esto de la suerte. Francia está en octavos sin esfuerzo alguno, par de carambolas y dos bolas a las troneras. Nadie sabe cómo ganan les bleus, y a nadie parece importarle.

Todos saben por qué no gana Argentina, y nadie se atreve a decirlo. Es una generación capada, llena de miedo al fracaso en el que los han encasillado. Y el más destrozado de esta generación es Lionel. Messi se ocultó, no buscó un balón, no sabía qué hacer. Cuando Mascherano quiere imitar a Verón, algo está muy jodido. El penalti fallado ante Islandia terminó por sepultarlo. Lio no puede con las expectativas, con las miradas. Como mismo Argentina se derrumbó tras el fallo de Higuaín en la Copa América Centenario, la albiceleste dejó de existir cuando Caballero quiso ser protagonista. Luego Modric puso su sello con esos balones que se mecen en la red cuando todos esperaban que se fuera. Y si quieren una imagen de Argentina, quédense con Mascherano pidiendo fuera de juego, con Rakitic a menos de un metro de él, controlando el esférico y marcando a placer. 3-0. Gracias Croacia por licenciar a Messi, a Higuaín, a Agüero, a Mascherano, a Di María. Gracias por sepultar a las estrellas que no supieron ganar lo que se merecían. Ya era hora.

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