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Opinión

28 de Junio de 2018

Un Mapu en el Frente Amplio

Durante su juventud, Luis Sierra alternó su militancia en el Mapu con estudios en la extinta Facultad de Economía Política. Hoy forma parte de la dirección nacional del Movimiento Autonomista, donde supera ampliamente el promedio de edad. En esta entrevista aborda la disputa con Revolución Democrática, el legado de la Nueva Mayoría -“El PS hace que pierda sentido la palabra izquierda”- y el futuro del Frente Amplio: “Creo que podemos ser gobierno en cuatro años más”.

Jonás Romero Sánchez
Jonás Romero Sánchez
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Foto: Leo Piagneri

Aunque prefiere no asumirse como tal, Luis Sierra es una figura casi mítica al interior del Frente Amplio. Actual integrante de la dirección nacional del Movimiento Autonomista de Boric y Sharp, durante su juventud militó en el Movimiento de Acción Popular Unitaria (Mapu) y el Partido Socialista, al cual renunció en 2009.

Durante la década del 90 realizó numerosos viajes por Chile que lo nutrieron de una larga lista de contactos políticos que luego se convertirían en la “tercera fuerza”. Quienes lo conocen incluso postulan que Sierra fue uno de las primeras personas en hablar de un “amplio frente”, por el año 2012.

— El “Lucho” sabía quiénes eran los que se debían sumar a lo largo de Chile. Si conocía a alguien en Aysén que podía ser útil, él viajaba por las suyas para convocarlo —, resume un actual militante del Movimiento Autonomista.

A sus 62 años aún juega pichangas todos los sábados en la Usach junto a militantes más jóvenes. Con quienes no profesan gran afición por el fútbol, disputa partidos de Squash en el centro de Santiago.

La tarde en que se realizó esta entrevista, Sierra llega aperado con un enorme abrigo, una gorra Gatsby negra y su característico bolsón de cuero café.

Partamos por la semana que tuvo el Frente Amplio y la pelea ocasionada por el caso de Alfonso Mohor.
-Mi primera impresión fue que había sido una operación política rara y poco seria. No obstante me quedo con la explicación que posteriormente dio Rodrigo Echecopar, presidente de Revolución Democrática. Que se trató de un error, simplemente.

¿No compartes la tesis que se trató de una operación política de un grupo de Revolución Democrática con pasado en la Une?
– A mí me parece que se cometieron demasiados errores. Si hay un informe que te dice “mire, hubo negligencias en el tratamiento del caso laboral de esta funcionaria del CEI”… pero la misma comisión luego dice que en realidad hubo “encubrimiento”, me parece que hay algo extraño. Hay que tomarse más en serio la federación.

¿Qué significa tomarse más en serio la federación?
– Que las cosas deben ser sopesadas con un poco más de densidad. Digámoslo así para que nadie se ofenda.

¿Tú crees que la gente que usó la palabra “encubrimiento” no le tomó el peso a esa acusación?
-Eso tendrías que preguntárselo a ellos. Pero creo que se cruzaron otras cosas. Tal vez faltó sopesar las implicancias y se tomaron medidas que fueron excesivas. Alfonso [Mohor] fue víctima de una re tipificación que aún no se explica.

El titular de la entrevista que Echecopar dio a La Tercera decía que la solución de esos conflictos “no se daba por la prensa”. Me parece una crítica bastante directa…
-Pero Echecopar no es el responsable de elegir titulares.

¿Te sientes cómodo con el rol de partido mayoritario que ocupa RD en el Frente Amplio?
-No, no tengo drama con eso. Es una realidad, pero esto es parte de un proceso que es mayor. Yo tengo matices con RD, y con lo que ha mostrado hasta aquí. ¡Pero son matices! No podemos olvidar que este es el país que nos hereda el neoliberalismo. El de la desconfianza, la inseguridad y de la solidaridad como un evento. Tal vez, antes de que ocurran estas cosas, hay que recordar eso.

Santiago no es Chile
Luis Sierra ingresó al Instituto Nacional en 1967, compartiendo curso con Ricardo Solari y Alberto Luengo. Pocos años después comenzó su militancia en el Mapu, con el que se integraría al Centro de Alumnos del Instituto del año ‘71.

—El otro día Rodrigo Echecopar me dijo, en broma, que RD era como el Mapu de los ‘70. “Mira”, le dije yo, “el Mapu en el 72’ hacía congresos para dirimir si la principal contradicción en el mundo contemporáneo era entre capitalismo y socialismo o entre los dueños del capital del mundo desarrollado versus el proletariado de los países dependientes. No vengai a hacer chistes po, hueón”.

El año 1973 postuló a la recién creada Facultad de Economía Política de la Universidad de Chile, ubicada en República 517. Al no quedar seleccionado entre los primeros estudiantes, su primer día de clases quedó fechado para el segundo semestre, el 11 de septiembre.

—El primer día me arranqué temprano para que no me mechonearan. Me dije ‘será mañana’—, rememora.
A la mañana siguiente llegó a la facultad y vio a sus compañeros quemando lienzos y panfletos. Por una radio escuchó el último discurso de Allende. “Ahí recién caí en cuenta del Golpe”, recuerda.

Hay quienes postulan una dicotomía en el FA, entre la izquierda “democrática” y la “revolucionaria”
-Yo soy allendista. Y nadie podría cuestionarle a Allende que es parte del socialismo democrático, pero a la vez revolucionario. Y al mismo tiempo es el punto más alto de la historia de la izquierda de este país. ¿No? Y no es casual que sea el único punto simbólico donde se encuentran la izquierda socialista, comunista y socialdemócrata de todo el planeta. Considero que la vía revolucionaria también es democrática.

¿Cuándo entraste a militar al PS?
-Para el año 1982 estaba en marcha el proceso de reconstitución del PS. Yo pertenecía a un sector del Mapu que se estaba disolviendo y opté por entrar a ese partido “renovado”. Al comienzo fue muy chocante, llegar de una organización híper ideologizada a una mucho más pragmática, con estamentos muy definidos. El año ‘87 fui electo presidente de las juventudes del PS “renovado”. Ese año renuncié a la Cepal y me dediqué tiempo completo al partido.

Ahí fue cuando comenzaste a viajar por Chile. ¿Qué aprendiste de esa experiencia?
-Cachar que Santiago no es Chile, que ya es una cosa muy importante. A algunos todavía les cuesta. A veces bromeamos con Sharp, y le digo “en 30 o 40 años más, Valparaíso va a ser el barrio poniente de Santiago”. Sharp me dice “saaale conchetumadre”.

¿Por qué renunciaste al partido?
-Hay cosas de las que la Concertación debe hacerse cargo. En mi carta de renuncia al PS puse: “Pasamos del hiperideologismo al realismo, del realismo al pragmatismo, del pragmatismo al oportunismo y de ahí a la corrupción”. Y eso que en ese minuto aún no se conocía el caso SQM.

¿Qué piensas del estado actual de la Nueva Mayoría?
-Mi impresión es que hoy no han terminado de entender la demanda por renovación política. Lo digo de manera súper autocrítica: El PS hace que pierda mucho sentido la palabra izquierda.

Fútbol y la convergencia del Frente
Excepto por una hermana menor, toda la familia Sierra es hincha de la Universidad de Chile, un equipo que el economista asegura “dejó de existir”.
—No he ido a ver a la Chile desde que llegó Azul Azul. Eso que entra a la cancha vestido de azul no es la “U”—, dice tajante.

¿Por qué no?
-Te lo pongo así: Yo voy a comprar al supermercado, pero no puedo ser hincha ni del Líder ni del Jumbo.

¿Pero sigues yendo al estadio?
-He ido a ver partidos del Colo Colo, seguí la campaña de San Felipe en la Copa Sudamericana. Me gusta el fútbol y voy a ver a quien esté jugando bien. Pero no puedo ir a gritar o celebrar porque Heller o el truhán de Ruiz Tagle ganaron un poco más de plata. Es absurdo.

Pero debe ser difícil no sentir algo por el escudo que seguiste por tantos años
-Es que me lo robaron. ¿Voy a andar celebrando a unos ladrones más encima? Ni cagando.

Quiero insistir, ¿qué tan cómodo está el MA con la diferencia en “tamaño” respecto a RD?
-Por cierto que hace que las relaciones no sean con los equilibrios que yo preferiría. Pero ese es un dato de realidad. Mi problema no es que ellos representen más o menos que nosotros, sino en que nuestras ideas sean mejor representadas. Ahí nosotros no lo hemos hecho lo suficientemente bien.

¿Ves viable un próximo gobierno del Frente Amplio?
-Absolutamente viable. Y en cuatro años. Es más, creo que la única esperanza para transformar a este país es un gobierno del FA en cuatro años más. ¿Qué? ¿Vamos a confiar en esta derecha? ¿O en el estado de descomposición de la centro izquierda?

¿Qué va a suceder con el liderazgo de Beatriz Sánchez?
-Eso va a depender de ella. Pero pienso que es el liderazgo más importante que tenemos hoy, con miras a la siguiente elección presidencial.

Actualmente se está desarrollando el proceso de la convergencia entre diferentes fuerzas políticas del FA.
-Creo que el proceso en el que estamos involucrados es de renovación política, pero la convergencia es, además, la refundación del socialismo y las izquierdas de este país. No queremos decir que esto se agota con nosotros. Aquí caben los autonomistas, el mundo libertario, la gente de Nueva Democracia. Todos pueden ser parte de esto.

¿Ha sido un problema tu edad para interactuar con liderazgos más jóvenes?
-Envejecer es un drama de todos los seres humanos. Pero no es un drama si lo piensas. También aprendes cosas.

¿No ha sido impedimento para entender esta “refundación”?
-Pienso que este proceso refundacional también va a ser intergeneracional. Uno trata de decir lo que ha aprendido, sin saber si va a servir de mucho. Los jóvenes manejan otro tipo de racionalidad, porque los escenarios son distintos. Uno asume que es así. Es como la maravillosa emergencia del movimiento feminista, con sus bemoles, sus diferencias, ¡como todo lo que debe ser la vida!

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