Gravar el comercio digital

Días atrás, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, anunció con bombos y platillos que prontamente se comenzaría a cobrar impuestos al comercio y los servicios digitales.

Entonces, como primera reacción, los usuarios de Uber, Spotify, Aliexpress, Netflix, acaso los más recurridos, saltaron de la cama. O de donde estuvieran. Esto porque si bien el propio secretario de Estado se apuró a precisar que la idea “es emparejar la cancha” para “asegurar que todos puedan competir en igualdad de condiciones”, y que es un tema que “no lo enfrenta solo Chile”, se presume, y así lo desliza una fuente calificada del sector, que el pago del gravamen, como pasa siempre, será traspasado en parte a los usuarios. Es decir, podrían pagar un poco más por subirse a un Uber o mirar esos maratones de series en Netflix.

Hacienda admite; no obstante, que la cosa no es fácil, sobre todo porque hay empresas que no están constituidas en el país. Aun más tratándose de servicios y no bienes materiales, cuyo caso es aumentar la fiscalización.

Para ello entonces se piensa -dice la propia autoridad- traspasar el cobro del impuesto a través de la transacción.

En la OCDE, organización con sede en París de la que Chile es miembro, se reconoce que aún no existe un reporte final sobre cómo gravar la economía digital, pero mientras se han hecho una serie de recomendaciones para así evitar la erosión fiscal y enfrentar los desafíos impositivos.

En medio de este panorama aún un poco difuso, Hacienda dice que el proyecto se incorporará en el texto de
Modernización Tributaria que próximamente ingresará a tramitación en el Parlamento que consiste en un impuesto digital o impuesto sobre servicios digitales (“ISD”) que grave en forma orgánica y sistemática los servicios digitales que se prestan en el país.

Asimismo, en el caso de los bienes físicos, la idea es fortalecer la aduanas para así fiscalizar y poder recaudar el IVA y los aranceles propios de la importación.