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Deportes

29 de Junio de 2018

El mundial que los mapuche le ganaron a los nazi

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Es verano de 1942 en el hemisferio norte y Argentina o Brasil, que entonces no habían ganado ninguna Copa del Mundo (la historia dirá que luego exhibirán dos y cinco títulos, respectivamente) deben organizar el Mundial de fútbol. Se dice que va a ser mítico, mas no acontece. Por la guerra. Porque por esos años ningún rincón del planeta era seguro como para que se jugase la llamada Copa Jules Rimet. Tres años antes, la Alemania nazi había invadido Polonia y Europa comenzaba a vivir los horrores de la matanza mecanizada.

Pero, haciendo ficción, Osvaldo Soriano imaginó que la Copa sí se juega. Que el escenario es la Patagonia y que la final se la ganan los mapuche a los teutones de Hitler.

“El Mundial de 1942 no figura en ningún libro de historia pero se jugó en la Patagonia argentina sin sponsors ni periodistas y en la final ocurrieron cosas tan extrañas como que se jugó sin descanso durante un día y una noche, los arcos y la pelota desaparecieron y el temerario hijo de Butch Cassidy despojó a Italia de todos sus títulos”, se lee en el texto del escritor “El hijo de Butch Cassidy”.

En la cabeza de Soriano, idea que dará cabida al documental “El Mundial olvidado”, un grupo de alemanes enviados a construir una represa se enfrentan a varios combinados. Entre éstos, unos mapuche que levantan la bandera de la Patagonia en una final épica. Digna de otros campeonatos del mundo.

Los alemanes se fueron a festejar al prostíbulo y ni siquiera imaginaron que los mapuches bajados de los Andes pudieran ganarles la final como ocurrió tres días más tarde, un domingo gris que la historia no recuerda. Ese día el teléfono empezó a funcionar y a las tres de la tarde Berlín respondió a la primera llamada desde la Patagonia. Toda la comarca fue a la cancha a ver el partido y el flamante teléfono negro traído por los alemanes. Un regimiento basado en la frontera con Chile envió su mejor tropa para tocar los himnos nacionales y custodiar el orden pero los mapuches no tenían país reconocido ni música escrita y ejecutaron una danza que invocaba el auxilio de sus dioses.

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