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Nacional

30 de Junio de 2018

Actrices denuncian en masa al director Nicolás López por acoso: “Si no hubiese estado alguien esperándome, me violaba. Lo digo en serio”

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El director de cine chileno Nicolás López, responsable de cintas comerciales como “Sin Filtro” o “Qué Pena tu Vida”, fue denunciado por una serie de destacadas actrices del medio nacional por acoso sexual en un nuevo capítulo del “Me Too” de nuestro país, iniciado en Estados Unidos por Harvey Weinstein y que en esta larga y angosta faja de tierra tuvo a Herval Abreu como el primer acusado.

En la edición de este fin de semana de Revista Sábado, fue apuntado y acusado por tres actrices reconocidas en la escena local por ejercer acoso mientras trabajaban en alguna sus producciones.

En “Los Pecados de Nicolás López” aparecen los testimonios de Josefina Montané, Lucy Cominetti y María Vidaurre, quienes cuentan distintos episodios donde las artistas señalan haber sido obligadas a besarlo, ser tocadas, o haber recibido un abalanzamiento sobre ellas.

Y es que la situación es tan complicada que el director se protegió bajo el paraguas comunicacional de la agencia Imaginacción, en un acto que parece calcado a lo realizado en su momento por Herval Abreu.

“En el principio Nicolás era muy buena onda, divertido. Me acuerdo que me invitó a comer al Ky antes de grabar. Como íbamos a trabajar juntos, él quería saber más de mí. Me ponen incómodas esas situaciones, me ponen nerviosa, pero sentí que no tenía como nergarme sin parecer demasiado enrollada. Tenía 26 años. Había hecho par de series nomás” dice el relato de Cominetti.

La actriz continúa señalando que “Empecé a notar que él estaba interesado amorosamente en mí; no quería ser mi amigo. Y eso no iba a ocurrir de mi pate. Yo no queía nada con él, se lo tomó súper mal. Me dijo que no se iba a hacer cargo de huevonas con asperger como yo”.

“Estábamos en una fiesta y él me trataba de dar besos. no solo eso: me arrinconaba, yo le decía que no y así. Él me decía: “Ahora estamos así, pero tú y yo vamos a tirar’. Yo le respondía que n, pero él insistía: ‘ahora tú no me pescas, nada. Pero tú y yo vamos a tirar’. Después me quiso ir a dejar en un auto al hostal, porque él se quedaba en otro hotel y arriba del auto se me lanzó encima, de nuevo diciéndome que por qué no le daba un beso, si era solo un beso. El siguiente paso era mandarlo a la cresta y no podía, porque me estaba dando pega. Era mi jefe. Yo sentía que si hacía algo más agresivo de mi parte, eso me iba a perjudicar. Cuando llegamos al hostal, salí del auto, estaba la Andrea Velasco en el hostal, despierta. Yo llegué alteradísima, gritando que no iba a actuar en ninguna película si tenía que estar soportando constantemente que este huevón se me tirara encima” es parte del testimonio de Cominetti a Sábado.

El actor Nicolás Martínez, amigo desde los seis años de López, sostiene que López estaba “obsesionado” con Cominetti “que claramente no se sentía cómoda con él. Ella nunca manifestó interés en él y Nicolás entonces hablaba pésimo de ella con todo el mundo; que era una estúpida, una rara. una vez incluso la tildó de vampiro emocional”.

Más adelante Cominetti insiste que para la segunda parte de Qué Pena Tu Vida, “Le escribí que yo sabía que las cosas estaban mal, que nos estábamos relacionando de una mala manera y que quería arreglar eso, si había alguna forma de arreglar la situación. Él me respondió: “Vente a mi casa, tiremos y vemos qué pasa, porque si no era seguir dándole vueltas a algo que sentía que no tenía asunto y no había nada más que hablar”. Yo le respondí que no iba a ir a su casa, no iba a tirar con él y que no teníamos nada más que hablar”.

María Vidaurre por su parte también entrega un crudo relato al señalar inicialmente que “Él hizo un trabajo psicológico importante conmigo. Me decía que yo era niñita ABC1, que era muy perna, que no iba a poder entrar al mundo de la ctuación así, que necesitaba más rock. Insistía mucho en eso, porque yo no tomo ni voy a fiestas. me quería desestabilizar emocionalmente, y yo creo que lo logró. después de hablar con él me quedaba pensando que tenía razón, que era una cabra chica. Y él insistía en que me tenía que empezar a vestir sexy, que si no hacía esas cosas la gente me iba a desechar”.

“Insistía en que tenía que tomar riesgos. Literalmente, me dijo ‘tienes que ser más zorra, más pura, si no, no vas a conseguir nada” agrega.

En otra parte, Vidaurre recuerda una escena en que “Yo no sabía que era su pieza, cuando la vi no entendía por qué me la mostraba. Ahí me empujó contra la cama, me botó y se me tiró encima, se puso sobre mí. Fue muy rápido. Me acuerdo que me lo saqué en buena onda y me paré. Me incomodó, pero hice como si no hubiera pasado. Él trató de hacerlo pasar como una broma”.

Luego Vidaurre señala un episodio en que “Había dejado el celular en la mesa del comedor y empezó a sonar. Iba a ir a buscarlo y él me arrinconó contra la pared y me empezó a dar besos en la boca, en el cuello, en la cara. Le dije calmadamente y en repetidas ocasiones: ‘Nicolás, para’. Me retuvo con fuerza. Puso sus manos contra la pared y me atrapó entre él y la pared. Después me agarró de la cintura muy fuerte y me apretó hacia él; sentí su genital erecto contra mí. Yo solamente miraba mi celular y me sentí achurrascada. Tenía el cuello hacia atrás como alejándome de él.”.

“Se me hizo eterno: pensaba en cómo llegar a ese celular, se me olvidó Nicolás. Ninguna parte de mí quería eso que él me hacía, pero en ese momento sentí que no quería incomodarlo. Le dije ‘Nicolás, tengo mil llamadas perdidas, por favor suéltame’. Me soltó, contesté y era mi pololo, que estaba enojado porque llevaba mucho rato esperándome. Le dije que bajaba altiro y Nicolás seguía tratando de estar encima de mí. Me dijo ‘dile que espere y me volvió a agarar’. Traté de zafar. Me despedí, le di las gracias y me fui. Yo creo que si no hubiera estado mi pololo, abajo, alguien esperándome, me violaba. Lo digo en serio” añadió la también participante de Soltera Otra Vez 3.

Misma situación de acoso se repite en el relato de Josefina Montané quien sostiene “Me dijo, literalmente, si me podía agarrar la ‘teta’ y por qué me importaba si igual íbamos a terminar tirando, que ni siquiera fue la palabra exacta, preferiría no mencionar la que usó. Me sentí intimidada”

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