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Opinión

10 de Agosto de 2018

Elecciones en Asgardia: Ciudadanos del espacio exterior

Asgardia se presenta como una nación espacial, un país fundado por Igor Ashurbeyli quien, en lugar de fijar domicilio en una isla, prefirió fijarlo en el espacio. El proyecto es tan desafiante como ambicioso: en lo inmediato, la idea es habitar la baja órbita terrestre de aquí a 25 años, aprovechando la reducción de costos en los equipos tecnológicos, la creación de hábitats y la cohetería. Pero, en el intertanto, hay cuestiones que resolver, ¿cómo organizarse en la tierra para salir al espacio? Y por eso, esta nación en formación, que ya tiene Parlamento, enfrentará sus primeras elecciones municipales. Hugo Gutiérrez –no el diputado-, miembro chileno del Congreso de Asgardia, nos cuenta de qué va el proyecto.

Li Chong
Li Chong
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Lo político

Soy diputado de Asgardia. Asgardia es una idea que parte el 2016 desde la inquietud que tuvo nuestro fundador, el azerbaijano Igor Ashurbeyli, con respecto al espacio, pues ha participado en la industria aeroespacial por muchos años. Su interés es que el espacio sea un lugar que no esté cerrado y no sean unos pocos los que ocupen ese lugar. Le llamó la atención lo desactualizada que está la legislación internacional en torno al tema aeroespacial y, en base a eso, se juntó con un grupo de colaboradores y amigos y decidió fundar Asgardia. La actual legislación aeroespacial permite que unos pocos monopolicen su exploración, como en el caso de la Antártida. Si bien la barrera de entrada es más económica que política, buscamos derribar la primera para impedir que se levante la segunda.
Ashurbeyli es un caballero billonario, que bien se pudo haber comprado una isla y en ella haber fundado un país para él solo. En cambio, su concepto es otro: hacer una nación internacional donde quepan todos.

Nuestra Constitución define a Asgardia como Reino Espacial. Esto, pues el fundador es un noble azerbaijano, cuya familia tiene algún grado de parentesco con la familia real inglesa. Admira la manera en que han logrado llevar a cabo una monarquía constitucional democrática, y por ello que se utilizó ese modelo para Asgardia.

Tenemos ciudadanos de 200 países. La primera formalización fue hacer una elección de parlamentarios, que se llevó a cabo entre marzo y mayo de este año. Participamos 1800 personas y elegimos un parlamento unicameral de 150 asgardianos. A mediados de año, en junio, fuimos a Viena a constituir el Parlamento oficialmente y realizamos la primera sesión. Felizmente, dentro de los 150 elegidos, estuve yo. Los sudamericanos somos pocos: un chileno, un argentino, un colombiano y un peruano.

El nombre está basado en Asgard, que es el reino de los cielos de los países nórdicos. Lo que estamos haciendo es consolidar un concepto nacional. No como un proyecto tecnológico, sino como una propuesta de una nación, y tiene cosas bien entretenidas. Existen tres pilares: garantizar que el espacio sea patrimonio de la humanidad, que el espacio que nos circunda esté libre y avanzar en la experimentación para habitarlo.

Próximamente tendremos elecciones de alcalde, pero para los países que cuenten con más de cien ciudadanos. Eso deja aproximadamente 270 comunidades. Lo interesante es que se hacen estas elecciones porque parte del proceso democrático era constituir esta forma de conectarnos con la ciudadanía. La administración trabaja en Viena y no pueden estar rotando por el mundo. Es una forma de descentralizar la organización.

Lo tecnológico

Como futura nación, eventualmente se habitará el espacio suborbital terrestre. Confiamos en que la tecnología y los avances de la ciencia nos permitirán vivir en esa arca suborbital.

Además, tenemos un desafío: colocar una estación en la luna. En la inauguración del parlamento asgardiano, Igor Ashurbeyli asumió como cabeza de la nación, y en esa ceremonia planteó los objetivos para tener la red de satélites y la estación espacial más o menos establecida en el corto plazo. Pero ya existe un mini satélite en órbita, semejante al SUCHAI de la Universidad de Chile. Uno puede ver el tracking en vivo en la página “asgardia.space”.

Queremos armar una red de satélites y luego una estación que se llamará, simplemente, Arca. La idea es asimilar la idea del arca de Noé, donde el ser humano pueda vivir en ese ecosistema y seamos la primera línea de defensa ante algún elemento aeroespacial que ande dando vueltas por ahí. La idea es también proteger la tierra, garantizar que el espacio sideral sea un patrimonio para todos los seres humanos y evitar el daño por algún cuerpo celeste que se haya desviado.

Queremos también darle alguna alternativa a la humanidad para tener una nación que sea internacional, sin fronteras, sin lenguaje. La idea es dejar de querer este paradigma fronterizo y cambiarlo por el concepto de nación. Por eso que está más asociado a las personas que lo forman.

Por ahora estamos realizando investigación científica. La idea es probar la resistencia de los dispositivos de almacenamiento en el espacio exterior, para ver cuál es el efecto que tiene la radiación cósmica y el polvo espacial en los dispositivos electrónicos de última generación.

Además de garantizar que, en caso de un cataclismo, nosotros contemos con la posibilidad de ir a otro lado y sobrevivir. No es la idea de un par de locos y soñadores, sino algo absolutamente concreto y real.

Las relaciones públicas

Es interesante constatar como es posible superar las barreras del idioma y establecer comunicación. En la instalación del parlamento de Asgardia, en Viena, tuvimos ocho de los 12 idiomas oficiales en uso. Era como estar dentro de una torre de Babel. De todos modos, logramos entendernos. Es bien interesante constatarlo.

Nos suelen ver, muchas veces, como excéntricos. Tuvimos nuestra primera reunión de Asgardia en Chile, solo para presentarnos. Cuando les contábamos a las personas sobre qué involucraba este proyecto, la reacción primaria era de incredulidad. Cuando escucharon el concepto de nación espacial algunos se rieron, y otros dijeron que estábamos locos.

A pesar de esto, uno debe ser capaz de derribar prejuicios y, más que eso, hacer que las personas derriben los suyos. Y de allí que sea tan importante establecer comunicación: es la única manera de derrotar a esa incredulidad burlona inicial. Basta explicar unos minutos a la otra persona para que ya comience a entender esto no como algo etéreo, sino como algo más que concreto.

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