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4 de Octubre de 2018

Felipe Kast: “Me impresiona la poca densidad intelectual de la izquierda chilena”

Después de acompañar al presidente Piñera en su gira por Estados Unidos y seguir atentamente el fallo de Corte de La Haya, el actual senador y excandidato presidencial se asoma en su oficina del ex congreso cansado, pero en su salsa. Atrás quedaron los días en los que con Evópóli salió trasquilado de las negociaciones con Chile Vamos por los cupos parlamentarios y dice que si pudiera regresar al pasado, volvería a hacer todo exactamente igual. Acá, el senador por la Araucanía habla de cómo la irrupción de los nacionalismos de ultra derecha son una oportunidad para que el liberalismo que él esgrime se abra espacio proponiendo una centro derecha genuinamente liberal, no sólo en el plano económico, sino también en el plano cultural. También profundiza en las implicancias de la conmemoración del triunfo del NO y de paso le pega una repasada al Frente Amplio, coalición a la que, asegura, le cuesta entender toda vez que mira con nostalgia a Allende, defiende dictaduras y que en resumidas cuentas, significa la radicalización de la izquierda, una involución.

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IMagen: Alejandro Olivares

Vienes llegando del viaje a Estados Unidos con el presidente Piñera… Y perdona la minucia, pero cuando viste que Piñera sacaba el papelito con la bandera chilena “en el corazón” de la norteamericana, no sentiste algo así como “trágame tierra”…
Fue una humorada del Presidente que, claramente, no tiene mayor relevancia ni creo que haya sido el eje más importante de la gira. En Chile lo que mencionas fue trending topic, pero allá, sobre todo en la Alianza del Pacífico, en la ONU, y en los medios de Estados Unidos, se habló de Chile y del respeto que tiene la comunidad internacional y Trump por nuestro país.

¿Y eso es bueno o es malo? 
Trump no es una persona que tenga respeto por muchos países. Entonces, hay algo bastante más profundo que el detalle del papelito. Trump no es santo de mi devoción, y Piñera en muchas ocasiones ha sido crítico con él. En la campaña de Trump, luego con las deportaciones de los niños, y ahora diciéndole en persona que no apoya la idea de invadir militarmente Venezuela. Por lo mismo el respeto a nuestro país tiene doble valor.  Pienso que tiene que ver con el respeto que inspira un país que se maneja de buena manera.

¿No te provoca cierta tensión la figura de Trump y la irrupción de otros liderazgos como el suyo que irrumpen en la ultra derecha? 
En el mundo entero están pasando cosas complejas. En el encuentro de Davos vimos el mundo invertido; China promoviendo el libre comercio y Estados Unidos el proteccionismo. El liberalismo clásico está teniendo nuevos adversarios, no solamente la izquierda -que era lo tradicional-, sino en la extrema derecha. Miradas nacionalistas que ya no creen en el libre comercio, y menos aún en la diversidad cultural como un triunfo de la libertad. Estas corrientes quieren imponer una mirada más bien monolítica y homogénea en la sociedad. 

¿Cuál es tu preocupación frente a esta ultra derecha?
Trump ya es un hecho; me preocupa lo que ocurre en Europa, en Brasil y también me preocupa que en Chile estén surgiendo ciertos movimientos que tienen esa mirada. Frente a eso vemos un desafío, pero también una oportunidad. Los liberales se van a agrupar para defender sus ideas con más fuerzas. Es, claramente, una oportunidad para el mundo liberal en el cual incluyo personas desde la derecha, incluidas personas de la UDI como Jaime Bellolio, hasta personas que en el pasado estuvieron más cerca de la Concertación, hoy completamente huérfanos. Por lo tanto, el liberalismo como sector político, va a tener que ir al gimnasio, para poder sacar la voz para defender los principios en los que cree y enfrentar con fuerza el populismo, de izquierda y de derecha.

¿Cuál ha sido la falla del mundo liberal?
El liberalismo, tal vez, por su complacencia con el desarrollo económico, fue bastante complaciente con la mediocridad del Estado. Al ser complaciente con un Estado mediocre, le terminó dando la espalda a la ciudadanía, que se tuvo que conformar con una educación y una salud pública de un nivel muy inferior al privado. Quienes pueden escapar del Estado pagando educación y salud privada viven en Suiza, el resto se debe conformar con un Estado capturado por operadores políticos, al servicio de los partidos, no de las personas.

¿Cuál es el papel de esta nueva derecha que tiene que distanciarse, por ejemplo, en tu caso, de la derecha pinochetista? 
Primero hay que señalar que el surgimiento del populismo, -que puede venir de izquierda (estatista) o de derecha (nacionalista y mesiánico)-, es una oportunidad de aglutinar y cambiar la geografía política de Chile, que tradicionalmente era Pinochet o Allende. Ahí es donde cobra fuerza la importancia de defender la democracia liberal, tradición que ha imperado en Chile desde 1990.  Debemos construir el segundo piso de la casa, no destruir el primero.

Háblame del nacionalismo…
El nacionalismo exacerbado es un peligro para el libre comercio. Hoy Trump cuestiona el libre comercio y dice “vamos a cambiar la globalización por el patriotismo”. Hay una serie de síntomas que son preocupantes y que nos obligan, nuevamente, a levantar las banderas del liberalismo, tomarnos en serio el valor de la democracia y el de las relaciones multilaterales, porque para salvar el planeta tenemos que trabajar en conjunto varios países. Por ejemplo, en materia del cambio climático, vemos que los dos países más grandes del mundo desde el punto de vista económico, -como lo son Estados Unidos y China-, no se han comprometido con el Acuerdo de Paris, entonces, tú dices ¿pero cómo? Por un extremo está el partido comunista de China y por el otro la derecha de Donald Trump, que es defensora del capitalismo. Los extremos son más violentos en su lenguaje y en la forma de referirse sobre quien piensa distinto, eso sin mencionar que terminan transformando en mesías a sus líderes, en lugar de tener figuras que debatan en forma sana en el plano de las ideas. 

Hace pocos días José Antonio Kast manifestó su admiración por el ultra derechista Bolsonaro, de Brasil… ¿Qué te parece?
No comparto la visión de José Antonio Kast: Bolsonaro es un populista de extrema derecha que no representa los valores de Chile Vamos. La democracia liberal valora la diversidad, respeta las instituciones, la separación de poderes, busca focalizar los recursos  en los que no marchan, en los que no gritan, en los niños, los adultos mayores y en las personas con discapacidad. También busca terminar con la discriminación arbitraria, por lugar de origen, por orientación sexual, por nivel socioeconómico y busca avanzar hacia una sociedad más dialogante y reflexiva. Para los extremistas el fanatismo es más importante que la democracia.

¿Es para preocuparse la figura de José Antonio?
No me preocupa José Antonio, lo que me preocupa son las ideas populistas de personas como Bolsonaro en Brasil o Marine Le Pen en la extrema derecha francesa, y de Pablo Iglesias en España o Evo Morales en la extrema izquierda boliviana. Afortunadamente, estas ideas todavía no han llegado con fuerza a Chile, pero desde Evópoli estamos atentos para hacer frente a estas incipientes nuevas tendencias en nuestro país. El surgimiento de estas miradas extremas también es responsabilidad de la democracia liberal, que ha descuidado la importancia de la política social, poniendo atención casi en forma exclusiva al crecimiento económico. 

Has enunciado que en la izquierda también ves una polarización… 
Por supuesto que se ha polarizado la extrema izquierda; cuando tú ves que la Concertación desapareció, -que era la izquierda más moderada-, y hoy crece el Frente Amplio, que es una coalición que mira con nostalgia a Salvador Allende, se vació el centro político de la izquierda.  

¿Es el Frente Amplio la radicalización de la izquierda?
Es difícil saber qué es filosóficamente el Frente Amplio, pero yo veo a varios de sus diputados defendiendo dictaduras de izquierda, y a Revolución Democrática mirando con nostalgia a Salvador Allende. Recién ahora, algunos han dicho: “mira, en realidad debemos valorar la democracia”, cosa que me parece positivo, pero lo cierto es que eso ha generado profundos quiebres internos. A mí me impresiona la poca densidad intelectual de la izquierda chilena. Me cuesta entender que la izquierda se avergüence de la Concertación, y que renieguen del legado de personas como el ex presidente Ricardo Lagos.

¿Semejanzas entre en Frente Amplio y Evópoli? 
Creo que tienen nuevas formas y eso es atractivo, pero, en el fondo, se quedaron pegados en el pasado, no veo una propuesta clara de futuro para Chile. No les gusta el Chile actual y se avergüenzan de todo lo que hemos realizado en los últimos treinta años, pero no son capaces de ofrecer una hoja de ruta clara para el futuro. Evópoli es distinto por dos motivos: primero, porque quisimos reformular a la centro derecha desde adentro, con todos los costos y beneficios que significa ser parte de la misma coalición. Estamos disputando sanamente los espacios en una misma coalición con la derecha tradicional, porque estamos convencidos de que las nuevas generaciones quieren una centro derecha genuinamente liberal. No solo en el plano económico, sino también en el plano cultural, confiando en las personas, y en el plano social, logrando que la calidad de la cuna no marque las oportunidades de nuestros niños. Poner a los niños primero en la fila no es un slogan de campaña, es una profunda convicción de filosofía política.

Dices sanamente y todos sabemos que para Evópoli las negociaciones dentro de la derecha fueron feroces…
Así es la política y, a pesar de que no nos dejaron competir en muchas partes, hoy Evópoli aporta al país con dos senadores y seis diputados.  Si volviéramos atrás no cambiaría el camino recorrido.

¿Qué tan para atrás salieron?
Salimos para atrás y salimos para adelante. No todo es blanco y negro. Salimos para atrás porque hubo lugares en los que lamentablemente no nos dejaron competir. Sin ir más lejos, Hernán Larraín no pudo competir donde quería competir. Lo mismo con Sebastián Keitel, Juan Manuel Santa Cruz, y Katherine Echaiz… y nos dolió. Pero, a pesar de la dificultad, salimos adelante; fuimos a una primaria presidencial donde pudimos plantearle a Chile el sueño de poner a los niños primero en la fila, elemento que probablemente será el mayor legado social de nuestro gobierno actual. Estuvimos dispuestos a competir aunque fuera en una cancha que a veces se empinaba y no era tan plana, y creo que hicimos lo correcto. Te aseguro que en el futuro Evópoli va a seguir creciendo porque somos un proyecto colectivo que tiene una mirada a 20 años. No vamos a descansar hasta que logremos igualdad en nuestros niños, y un país donde nos exista discriminación de ningún tipo.

Crítica destemplada e infantil

¿Todavía tienes ganas de ser presidente?
Más que ganas de ser presidente, tengo ganas de seguir aportando en el plano de las ideas y eso puede pasar por tomar una decisión como esa… Es algo que se verá en su minuto, pero no es algo me quite el sueño.

¿No lo has descartado?
No

¿Cómo te operaste de la derecha más tradicional, de la derecha pinochetista?
No me he operado de ella; competimos con esa derecha y también con la izquierda allendista. Estamos abriendo un espacio, desde el interior de Chile Vamos, que históricamente no existía. Esperamos cambiar la geografía política. Esto no es, y aquí me van a perdonar mis amigos demócratas cristianos, partido que se desperfiló en la Nueva Mayoría al tratar de quedar bien con todos, aprobando reformas que iban en contra sus principios. En Evópoli, aunque sea muy impopular votar por la ley de identidad de género, y aunque seamos los únicos en la coalición, lo hacemos con convicción, a pesar de que muchos de nuestro sector no nos entiendan. Ser liberal, en el fondo, significa creer que el que tiene la mejor capacidad para elegir y desarrollar su camino a la felicidad es cada individuo, no nosotros desde un escritorio.

Cuando hablas de un sector que no se sentía atendido, ¿a qué te refieres?
A que no tenía representación y, por eso, me da mucha pena lo que ha pasado con “Ciudadanos” porque son expresiones de un mundo muy valioso que, desgraciadamente, todavía tenemos poca representación política.

¿Qué tiene de positivo el Frente Amplio? Recién celebraste la condena que hizo Gabriel Boric a la situación de Cuba, Venezuela y Nicaragua… 
Lo valoro, porque estuve cuatro años en el Congreso y nunca Boric se había atrevió a votar en contra de Venezuela, por lo mismo me alegra que haya evolucionado. No soy de esos que dicen: “ah, se dio una voltereta”. Prefiero decir “qué bueno que cambió”. Tengo buena relación personal con muchos del Frente Amplio, pero siento que deben ser más claros en su proyecto de futuro. Son buenos para diagnosticar problemas, pero no son muy buenos todavía para ponerse de acuerdo en una hoja de ruta. Tienen que pasar de ser una suma de personas “en contra de” a ser un grupo de personas “a favor de” un determinado proyecto. Con todo, es positivo que el Frente Amplio genere competencia a la Nueva Mayoría que, claramente, ha ido en declive. La competencia siempre es positiva, y de alguna forma Evópoli está viviendo un proceso similar de competencia al otro lado de la vereda.

Con el tiempo siento que el Frente Amplio también ha ido entendiendo que su crítica destemplada al mundo de la Concertación era un poco infantil. No sé si es por el golpe de humildad de sentir que la cosa es más difícil que cuando opinas desde la galería, o por las crisis internas que han sufrido, pero creo que es sano. 

¿Hablas de la superioridad moral que se les atribuye?
Claro, como cuando los oías decir cosas como “estos de la Concertación son detestables”, o cuando sacan a Lagos de la primaria. En ese momento lo fui a ver y le manifesté que una de las cosas que me parecía que había faltado en su legado político, -porque creo que hizo un gran aporte a Chile-, había sido el preocuparse de que las nuevas generaciones de los Partidos por la Democracia y el Partido Socialista pudieran formarse bajo ese ideario de la izquierda liberal o socialdemócrata y proyectar un futuro de cambio. Eso no ocurrió.

Con respecto a Venezuela, decía Trump que no descartaba una invasión militar ¿Qué opinas sobre eso?
Pienso que es una mala idea, porque uno sabe dónde empieza y no sabe dónde termina. Lo que sí me interesa y así se lo planteé a Sebastián Piñera, es una alternativa viable -porque tampoco uno se puede quedar de brazos cruzados frente a una dictadura-, ofrecer una intervención humanitaria aunque el régimen no lo quiera, pero ofrecerla y generar inmigración humanitaria. En el fondo, decirles a los venezolanos que nadie está obligado a seguir viviendo en una cárcel muriéndose de hambre. Una cárcel, entendiéndose como tal un lugar donde no tienen libertades de opinar, de emprender y donde se vive una crisis humanitaria. 

EL TRIUNFO DEL NO

Mañana se cumplen 30 años del triunfo del No….
El que tengamos un presidente que celebre el retorno a la democracia habla de un presidente que está a la altura de los tiempos modernos. Si no somos capaces de celebrar el retorno a democracia significa que hemos avanzado poco. 

¿Alguien que votó que SÍ y que apoyó y trabajó en el gobierno de Pinochet  puede celebrar el triunfo del NO?
Por supuesto que sí, de hecho, eso es lo que habla de una sociedad moderna, de una sociedad que no queda pegada en el pasado. Yo creo que, incluso a los que votaron por el SÍ pueden celebrar que ganó el NO, porque es el día en que la soberanía popular eligió correctamente. Así como aplaudo la evolución de Gabriel Boric, que pasó cuatro años en silencio con Venezuela y no fue capaz de votar ningún proyecto condenando la violación a los derechos humanos, me alegra que muchos que tal vez en el pasado tenían temor del retorno a la democracia, a la izquierda, se dieron cuenta de su error.

El ministro Larraín, que él votó por el SÍ, dijo que lo hizo básicamente por miedo a que ganara el NO…
Es totalmente válido que alguien pensara eso, pese a estar profundamente equivocado. Afortunadamente, ganó la opción democrática, ganó el NO y los gobiernos de izquierda que vinieron lo hicieron muy bien. 

¿Es eso consistente?
Pero cuál es la alternativa ¿censurarlos? Por ningún motivo. Yo creo que la gran mayoría se dio cuenta que fue bueno que ganara el NO y, de hecho, yo creo que a estas alturas deben quedar muy pocos que piensan lo contrario.

¿De la derecha pinochetista, dices tú?
Claro, y eso es un triunfo de la nueva centro derecha que se dio cuenta que el retorno a la democracia hay que celebrarlo con mucha fuerza porque muchos de los miedos que ellos decían, de las cosas podían suceder, nunca ocurrieron. Con la democracia vino la mejor época para Chile, con sus imperfecciones y dificultades. Yo quiero que participe el PC, quiero que participen todos, quiero que participen los que votaron que SÍ, los que votaron que NO y me alegra que el presidente Piñera, en esta materia, tenga una sola línea y diga: “Miren, esta es una fiesta que tienen que celebrar todos los chilenos y lejos de dividirnos, debe unirnos”. 

Plan Araucanía

¿Cuál es la importancia del Plan Araucanía?
Lo hablaba con Francisco Huenchumilla, quien me decía la sana envidia que le provocó la propuesta de este gobierno. 

Dijo que lo que logró este gobierno no lo logró la Concertación…
Más que la Concertación, la Nueva Mayoría. Fue intendente y no tuvo mucho apoyo.

¿Qué la gran apuesta de este plan? ¿La inyección de recursos? ¿La productividad? ¿Qué es lo que entendió el ministro Moreno y este gobierno con respecto al pueblo mapuche? 
Lo más importante es que dejaron a un lado los temores que muchas veces no dejan avanzar. Cuando tienes miedo a lo que no conoces, entonces, te paralizas. Por el contrario, cuando tienes una conversación genuina, y estas dispuesto a escuchar, te das cuenta que muchas de las diferencias tienen soluciones. Cuando la conversación es genuina se agrega un componente muy profundo en el reconocimiento de la dignidad del pueblo mapuche. Es un interés por su cosmovisión, por su mirada de la vida, por su articulación política, por no desaparecer desde el punto de vista cultural, y cuando tú dejas de tenerle miedo a eso, ves una riqueza. No es que estemos haciendo cosas muy revolucionarias. . Es un comienzo, es una forma de hacer política, es un tono. 

¿Es un nuevo trato?
A mí no me gusta cuando uno magnifica las cosas; yo creo que esto tiene que ver con el estilo de hacer política y de escuchar, de proponer, de diagnosticar que había problemas en la Ley Indígena que había que solucionar para no ser paternalistas con nuestros pueblos originarios. Aquí había algo absurdo: les devolvíamos tierras y con las tierras que les devolvíamos ni siquiera podían hacer un acuerdo productivo porque no pueden arrendar. 

¿Qué te ha enseñado a ti el pueblo mapuche? 
La diversidad y riqueza cultural la hemos ido matando producto de nuestro desconocimiento y temores. El pueblo mapuche quiere vigorizar su existencia, y para que ello necesitamos instrumentos que le permitan consolidarse cultural y políticamente.

La cosmovisión del pueblo mapuche es muy rica, su visión sobre el cuidado de la tierra es tremenda. El mito dice que la razón por la cual el pueblo mapuche lucho incansablemente por su tierra,  es porque sentían que habían encontrado el paraíso terrenal, estaban tan convencidos que la Araucanía era la tierra más hermosa del planeta, y no estaban dispuestos a perderla. Y no se trata sólo de un punto de vista físico sino que también espiritual.

PIÑERICOSAS

Se te ve contento con la nueva derecha, con lo de La Haya, con el Plan Araucanía… ¿Cuál es tu mayor preocupación hoy?
Mi principal preocupación es el proyecto de infancia, del cual creo que mostramos una base importante, pero que todavía es insuficiente. Hoy, más del 25% de los niños en Chile sufre algún tipo de agresión severa según datos de la UNICEF, estamos hablando de un universo muy superior al del Sename. Así como en su minuto con el doctor Monckeberg logramos superar la desnutrición infantil alimenticia, en Chile no hemos logrado las condiciones para que el desarrollo emocional de nuestros niños sea más equilibrado y yo creo que la forma de hacerlo es con una estrategia muy fuerte de deportes. 

¿Cómo?
Para poder combatir a los narcos, para poder generar condiciones emocionales y no tener que vivir en condiciones de marginalidad, el deporte es clave. Por lo mismo el plan que estamos construyendo tiene mucho que ver con un asegurarnos que cada niño pueda integrarse y tener acceso, -cosa que también conversé con el presidente el fin de semana en la gira a Estados Unidos-, por ejemplo, a una escuela de básquetbol o una escuela de futbol y que pueda viajar por Chile, que en el fondo tenga una tribu, que se sienta parte de un cuerpo, adicional a su familia. Si hoy le preguntas a las personas que están en la cárcel a qué edad cometieron su primer delito, te encontrarás con que cerca de un 50% de ellas lo hicieron antes de los 13 años.

¿Es el deporte la respuesta a esto que planteas?
Por supuesto, yo creo de verdad que el deporte y la cultura cambiarán el panorama. En el fondo, estoy convencido de que nos hemos equivocado en los últimos 30 años poniendo todo el énfasis en el Simce de matemática y castellano, porque hay un elemento adicional que corre en paralelo al elemento racional, que para el Chile del futuro es aún más importante.  Se trata del elemento emocional de la cultura del deporte de pertenecer a un cuerpo. Cuando a un niño le ofrecen que se vaya con los narcos, no es simplemente por un par de zapatillas; lo que hace que los niños se vayan con los narcos, es que los narcos les ofrecen una estructura de jerarquía, de respeto, de validación, de sueños y eso es lo que no estamos siendo hoy día capaces de ofrecerles. 

Para terminar ¿Cómo estuvo el viaje con el presidente? ¿Son amigos? 
Nos llevamos bien…

¿Lo tienes en WhatsApp?
Sí, o sea, el presidente se comunica por WhatsApp con todo el mundo, así es que no es ninguna exclusividad… 

¿Le dices presidente o le dices Sebastián?
De las dos formas. A veces le digo presidente, a veces Sebastián. En el viaje me di cuenta que viraba, sin darme cuenta, de uno al otro, pero no soy parte de su círculo de amigos… simplemente soy una persona que pertenece a su coalición y le tengo mucho respeto, creo que está haciendo un buen trabajo, tenemos una relación bastante cordial y sana.

Y, volviendo a la minucia inicial, dime la verdad del papelito…
Se generó una polémica que no habríamos querido y yo creo que él tampoco. Cuando lo vi en la prensa me di cuenta que iba a generar una reacción en las redes sociales fuerte, pero creo que para la mayoría de los chilenos este tipo de “Piñericosas” son parte del paisaje. Pocas horas después, con el fallo de La Haya, nadie se acordaba del papelito.

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