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Opinión

5 de Octubre de 2018

5 de Octubre, homenaje a millones

El balance que hoy hacemos es que la Concertación terminó por abandonar el espíritu del NO y lo cambió por la rutinización del poder. Sus sucesivos gobiernos no se alimentaron del espíritu del NO. Institucionalizaron la victoria suprimiendo el deseo de transformar la sociedad. Paradójicamente, cada triunfo electoral fue posible gracias a una derrota cultural. Ganaron a lo Pirro, perdiendo más de lo que se ganaban. Ganaban el gobieono, pero gobernaron lo ajeno.

Sebastián Depolo
Sebastián Depolo
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Esta semana se cumplen 30 años del plebiscito que abrió el camino a la transición democrática y el fin de la Dictadura cívico-militar. Yo tenía 11 y vivía en Rancagua.

Las cifras redondas sirven para hacer balances y creo que por primera vez se está pudiendo diferenciar el “espíritu del NO” de la obra de la Concertación. Esto, sabemos, es subjetivo y parcial pero así es la construcción de la realidad y los imaginarios, ni tanto como quieren los que los impulsan ni tan poco como quisieran sus adversarios.

Diferenciar el espíritu del No de lo que fue la obra de la Concertación es a mi juicio útil para entender el patético espectáculo del tira y afloja que algunos han hecho por la celebración, pero más importante aún, permite interpretar el actual posicionamiento de los actores políticos entre ellos y en torno a la conmemoración del Plebiscito que inició el camino a la democratización del país.

La derecha tiene problemas serios con el 05 de Octubre del 88, varios de ellos han tenido que callar, dar volteretas o menospreciar la adhesión de gran parte de su sector a que Pinochet siguiera en el poder hasta 1997, porque eso y no otra cosa era votar por el SI.

Creo que en el mediano plazo esta división será más compleja para lo que hoy conocemos como Chile Vamos, incluso el Presidente Piñera -quién ha sido majadero en insistir que él también votó por el NO- los está obligando a un acto de conmemoración de la fecha que muchos, en especial los dirigentes de esa época aún vigentes, quisieran olvidar. Otros, muchos más comprometidos ideológicamente con la autodenominada “obra del gobierno militar” piensan hoy en la opción SI como una opción válida ante la “incertidumbre” de cómo gobernarían los del NO. Y existen los terceros que reivindican sin complejos a la Dictadura como momento fundante del Chile actual lo que los lleva a soslayar cualquier crítica o autocrítica para evaluar a ese período como lo que fue, una sangrienta toma del poder y la generación de miedo y terror en la población que facilitó la implantación de un nuevo modelo de sociedad, el neoliberal, siendo uno de los primeros países del mundo donde se aplicó la doctrina del schock.

La ex Nueva Mayoría también tiene dificultades con la conmemoración, en especial por la relación traumática con la doctrina insurreccional del PC en los 80 que se sumó tarde y a regañadientes al proceso institucional que abría la Constitución de Pinochet para perpetuarse en el poder. Estos días hemos visto varias operaciones de autobombo, amnesia selectiva e intentos de imponer una verdad oficial que están siendo desplegadas ante los 30 años del plebiscito. La mezquindad de los primeros días fue de a poco dando paso a lo evidente, el triunfo del NO es finalmente el triunfo de la sociedad y no sólo de las fuerzas políticas. Paro la Concertación es muy difícil separar el NO de los años de gobierno, para nosotros, los que hoy estamos en el Frente Amplio, no.

El balance que hoy hacemos es que la Concertación terminó por abandonar el espíritu del NO y lo cambió por la rutinización del poder. Sus sucesivos gobiernos no se alimentaron del espíritu del NO. Institucionalizaron la victoria suprimiendo el deseo de transformar la sociedad. Paradójicamente, cada triunfo electoral fue posible gracias a una derrota cultural. Ganaron a lo Pirro, perdiendo más de lo que se ganaban. Ganaban el gobierno, pero gobernaron lo ajeno.

Sus dirigentes no fueron capaces de hacer frente a la herencia dictatorial profunda, una democracia de bajísima intensidad y la colonización económica de la vida política y social que terminó con una sociedad de consumidores y no ciudadanos. De seguro muchos protagonistas de la época resienten nuestra crítica, y no los culpo, por el contrario les agradezco que gracias a la gesta del NO hoy podemos vivir en una sociedad donde elaborar una crítica y construir una alternativa es posible.

En 1988 yo tenía 11 años y vivía en Rancagua y esto lo señalo porque fue desde ahí que se organizó la primera protesta nacional de mayo de 1983. Los mismos trabajadores del cobre que habían mostrado los dientes a Allende se alzaron contra Pinochet y fueron junto a otros gremios, a pobladores, a activistas, estudiantes y mujeres por todo Chile las y los que fueron sacándose el miedo que se había enquistado en la sociedad producto del horror, la muerte, la desaparición y la tortura, el exilio, la relegación y el extrañamiento y terminaron en una marcha triunfal y esperanzada hacia la alegría que ya venía. Sin esos millones movilizados nada hubiera sido posible, ellos y ellas son el espíritu del NO, los que salieron a votar venciendo el propio miedo. Y son esos millones de desconocidos protagonistas los que a nosotros, 30 años después, nos gustaría homenajear.

Sebastián Depolo
Sociólogo, Consejero Político de Revolución Democrática

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