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Opinión

9 de Noviembre de 2018

Feminismo para las mayorías. Caminando hacia la próxima Huelga General de Mujeres

El trabajo reproductivo, ese es el punto central de la tesis que ha puesto a nuestra disposición Silvia y que ha develado los límites del pensamiento de Marx. El trabajo doméstico, la sexualidad, los afectos, en definitiva el trabajo que produce a trabajadores/as y a la vida misma y que no es parte del análisis marxiano. Trabajo invisible, pero que está a disposición del capital y de la productividad de los trabajadores/as.

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Silvia Federici está en Chile. Por primera vez la teórica y activista feminista visitó nuestro país. En una alianza entre nuestra diputación, el Centro de Estudios Interdisciplinario de Teoría Social y Subjetividad de la Universidad de Valparaíso y la Red de Académicas Feministas de la región y en asociación con la editorial argentina Tinta Limón y hacia el final de una gira de más de un mes y medio que la llevó a México, Costa Rica, Colombia y Argentina, la referente global del feminismo trajó su reflexión hasta nuestro país.

La reflexión de Silvia no es solitaria, y tal como el feminismo mismo, se ha construido en colectivo. Surge en la década los 70’, cuando participó activamente de la Campaña por el salario para el trabajo doméstico, sobre la cual reflexionó en su paso por Chile “es el terreno principal de la explotación de las mujeres. Este trabajo no remunerado, invisibilizado y naturalizado ha sido un obstáculo enorme para juntarse, luchar y conseguir más poder”.

El trabajo reproductivo, ese es el punto central de la tesis que ha puesto a nuestra disposición Silvia y que ha develado los límites del pensamiento de Marx. El trabajo doméstico, la sexualidad, los afectos, en definitiva el trabajo que produce a trabajadores/as y a la vida misma y que no es parte del análisis marxiano. Trabajo invisible, pero que está a disposición del capital y de la productividad de los trabajadores/as. Trabajo que carga mayoritariamente sobre los hombros de las mujeres. Trabajo no reconocido y no remunerado. “El trabajo doméstico no es individual, sino que produce la fuerza de trabajo”, nos remarcó Silvia.

Respecto de la paga Silvia aclara que el salario no sólo sirve para dividir a capitalistas de obreros y por tanto a quienes ostentan los medios de producción versus quienes son la fuerza de producción, como plantea Marx, sino que también opera para dividir a la clase trabajadora en asalariados y no asalariados, jerarquizando socialmente a hombres y mujeres. De este modo, “el salario da al esposo la posibilidad de disciplinar y controlar a la mujer. Es una dominación indirecta, en que el capitalismo se oculta detrás de la figura del varón y por eso el varón es el representante del Estado”, cuestión que implica que nosotras, las mujeres “tenemos un Estado en la cama, en la casa, en la cocina y en todas partes”.

El aporte de Silvia y sus reflexiones es evidente. Para las feministas, para el marxismo y para la izquierda, de la cual es profundamente crítica. El filo anticapitalista de su producción es clave en momentos de avanzada capitalista. Siendo Chile el país más neoliberal del mundo, un experimento sólo posible de echar a andar en la dictadura más sanguinaria de la región, traer hasta aquí esta articulación ha sido desafiante. La realidad chilena dialoga con la heterodoxia de la producción de Federici, pues lo que aquí ya acumula décadas: restricción de servicios públicos, gasto social focalizado, salarios que no alcanzan, y endeudamiento masivo como solución y vía de permanente agobio individual; hoy comienza también a asomarse como parte del panorama global, como avance de la hegemonía neoliberal.

Lo que no podemos dejar de mirar es que estamos en un momento de importantes definiciones. Para las feministas, y también para las izquierdas a nivel global. La derecha avanza a paso firme por el mundo y, más allá de tal o cual personaje, lo cierto es que dicho avance tiene efectos directos en nuestras vidas cotidianas. Lo alarmante es que tras una “década ganada” de gobiernos de centro izquierda en Latinoamérica, no hay oposición efectiva que haga frente a esta avanzada. Los progresismos en América Latina no resolvieron la necesidad de redistribución del poder y de la riqueza, equivocaron la relación con los movimientos sociales que les dieron sustento, los desmovilizaron o suplantaron. Ciertamente, el capitalismo no terminó en este período, por el contrario, se profundizó en su fase neoliberal y en sus prácticas extractivistas. Los progresismos latinoamericanos llegaron a sus límites, evidenciando nuevamente la incapacidad histórica de la izquierda de superar una estrategia de “conquista” del Poder y haciendo reconocible que una de sus principales falencias es la fetichización del Estado.

Esta advertencia histórica a no seguir el mismo derrotero tiene que equilibrarse con otra. Y es que los avances de la derecha ocurren en el propio seno de las democracias. No podemos escabullirnos de esta realidad, cuyo impacto en la vida de todos y todas es indesmentible. En el mundo, en Latinoamérica y en Chile, nuestra precariedad corre el riesgo de radicalizarse en la medida en que la movilización social es enfrentada y superada por una restauración conservadora. Estamos interpeladas a elaborar estrategia, una que luche contra cada iniciativa de restricción de derechos en el marco de lo que Federici llamó la “guerra contra la reproducción”; pero una que a la vez entienda que no hay un “afuera” en el que refugiarse, que las políticas institucionales han impactado no solo la vida sino también las posibilidades de articulación de este movimiento y que nuestra estrategia debe contemplar este campo de acción. La marginalidad y el sólo testimonio no son alternativa. Nos preocupa y urge todo lo que impacta en la vida de las mayorías, por ello defendemos actuar desde diversos frentes.

El feminismo es para nosotras profundamente político, desde el interés social y también partidario. Y es precisamente ello lo que nos empuja a actuar. Hoy, caminamos hacia la huelga General de Mujeres. Y, como las feministas hemos reconocido,  que más que la fecha en sí lo trascendental es el proceso de deliberación y articulación que ocurre en dicho marco. Nuestro llamado a lo largo de este proceso, es a elaborar estrategia política, también en la disputa por el carácter del Estado, y a levantar un camino capaz de resistir a la restauración del conservadurismo, a levantar un camino político, capaz de erigirse como alternativa al capitalismo. Ese sigue siendo nuestro norte y en él la lucha por los derechos, que aseguren condiciones materiales para nuestra existencia misma, nos parece fundamental.

Camila Rojas Valderrama

Diputada, Izquierda Autónoma

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