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Mundo

11 de Noviembre de 2018

Desde el 11-S a la violencia machista: ser policía en EE.UU. por un día

Desde la respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001 hasta los avances en los casos brutalidad policial, las autoridades de seguridad de EE.UU. buscan estrechar lazos con la sociedad mediante la narración de su historia en el Museo Nacional de las Fuerzas del Orden, inaugurado recientemente. Ponerse en el lugar del agente […]

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Desde la respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001 hasta los avances en los casos brutalidad policial, las autoridades de seguridad de EE.UU. buscan estrechar lazos con la sociedad mediante la narración de su historia en el Museo Nacional de las Fuerzas del Orden, inaugurado recientemente.

Ponerse en el lugar del agente es el fin principal del primer museo a nivel nacional sobre las fuerzas de seguridad y la aplicación de la ley, donde pueden observarse objetos icónicos como un “pakul”, un gorro tradicional hecho de lana de oveja, que portaba Osama Bin Laden cuando fue ejecutado en Pakistán en 2011.

El director del museo, David Brant, explicó a Efe que el centro busca dar al visitante “una experiencia en la que se ponga en los zapatos del agente” para que comprenda “la complejidad de una profesión única”.

“Vemos el museo como una forma de diálogo. Es una base para la discusión, perspectivas y diferentes opiniones”, comentó Brant, quien recordó que las fuerzas del orden tienen “una presencia constante” en la vida de todas las personas del país.

Bajo una fachada acristalada, el museo subterráneo cuenta con una colección de 21.000 artefactos con los que relata la historia de las fuerzas del orden estadounidenses, desde sus primeros pasos como cuerpos poco organizados a finales del siglo XVIII hasta la incorporación de cámaras en los uniformes para evitar casos de brutalidad policial.

La portavoz del museo Robyn Small rememoró cómo cambió el debate sobre la violencia por parte de los agentes después de que el joven afroamericano Michael Brown fuera abatido en agosto de 2014 por un agente de la Policía de Ferguson (Misuri), que fue exonerado. Este caso provocó intensas protestas en el municipio que recordaron a los disturbios raciales de los años 60.

“Creo que aún sentimos los efectos de Ferguson. Aún hay tensiones hoy. (…) Enfatizó la necesidad de tener un diálogo”, indicó Small a Efe.

La portavoz resaltó que el museo representa a los 900.000 integrantes de las efectivos del orden de todo el país, desde el FBI hasta las policías locales.

Uno de los momentos más influyentes en la historia de la seguridad en EE.UU. fueron los atentados del 11 de septiembre, que cambiaron la concepción de los cuerpos del orden en el país y precipitaron la creación en 2002 del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés) para coordinarlas.

La “guerra de las drogas” y el combate contra el narcotráfico en la década de los 1970 y 1980 o las revueltas por los derechos civiles de los afroamericanos en la década de los sesenta son otros de los episodios que narra el centro.

El lugar alberga objetos históricos con más de dos siglos de antigüedad, pero también una serie de atracciones interactivas para hacer que el visitante experimente lo que siente un agente de policía, incorporando para ello las últimas tecnologías.

Sin duda, el elemento estrella a nivel tecnológico es el salón de simulaciones, en el que un policía retirado de la ciudad de Nueva York, Alan Davis, detalla a los interesados cómo proceder ante distintos escenarios en los que el ciudadano se encuentra con diferentes grados de amenaza.

“Debes estar lista para sacar el arma si es necesario y decidir cuándo hacerlo”, comenta Davis a una visitante antes de que esta se enfrente a tres situaciones: una en la que un hombre le amenaza con un martillo, otra en la que un varón ha matado a un agente en la calle y una última en la que un atacante está asfixiando a una mujer en una vivienda.

El desenlace de cada situación dependerá de cómo se comporte el ciudadano en el papel de agente de policía, el nivel de ímpetu que tengan sus palabras, si saca o no el arma, y si, llegado el momento, es capaz de dispararla para evitar consecuencias mayores.

Otra de las actividades que se pueden realizar en el museo es la de acudir a una sala de interrogatorios de la década de los 80 en la que, según la portavoz, se ha introducido un olor característico y poco agradable de espacio cerrado: “Cuando lo abrieron yo pensaba que se debía a una gotera, pero es algo deliberado”, bromeó Small.

El centro, de financiación privada, comenzó a proyectarse en 1998 y espera recibir alrededor de 300.000 visitantes anuales.

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