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Entrevistas

22 de Noviembre de 2018

Fidele Widelin: Ustedes tienen que respetarme

Leo Piagneri

Fidele camina por el despoblado Mall Barrio Independencia como si fuera su casa. Desde los primeros días de construcción él ayudó a parar esta mole de cemento que le dio una nueva cara al mítico barrio de las telas. Viene de Cerro Navia, donde vive con su esposa y su hija de un año y medio, y donde antes también vivió Joane Florvil y su familia. Joane, la mujer a la que él llama prima y que se convirtió en el triste rostro de discriminación en Chile, a veces lo pena. En conversación con The Clinic, Fidele reflexiona sobre la vida en Haití y dará cuenta de la miseria que vive día a día junto a sus compatriotas acá en Chile. Nosotros, de paso, sentiremos vergüenza.

Por

Fidele Widelin tiene 27 años. Vive en Chile hace casi cuatro y desde su arribo a nuestro país ha visitado dos veces su natal Haití. La primera, para cocinarle orgulloso a su madre una cazuela y mostrarle parte de las cosas que había aprendido acá. La segunda vez fue para despedirla.

Él es uno de los testigos silenciosos del caso de Joane Florvil, la mujer que el 30 de agosto de 2017 fue detenida y acusada de abandonar a su hija de dos meses en la Oficina de Protección de Derechos (ODP) en la Municipalidad Lo Prado. La foto que circuló en la prensa y redes sociales es brutal; en ella se ve a Joane con los ojos desbordados de lágrimas y con las manos esposadas mientras era trasladada hacia la 48a Comisaría de Familia. El 31 de agosto cayó en la Posta Central luego de golpearse la cabeza en las murallas de un calabozo. Aunque suplicó volver a ver a ver a su hija, que había sido llevada al Sename, no pudo; falleció un mes después en el hospital clínico de la UC por un paro cardiorrespiratorio producido por una falla hepática que nadie sabe cómo se provocó.

Fidele, primo de Wilfrid -pareja de Joane-, fue el encargado de recibirla en Chile cuando ella viajó desde Juana Méndez. Cuenta que el pasado 30 de septiembre, un año exacto después de la muerte de la mujer que considera su prima, encontró una fotografía. Ella salía feliz. Él, en cambio, se largó a llorar.

Actualmente Fidele junto a la Fundación Pro Acceso y el apoyo de los abogados Pro Bono Bartucevic y compañía, realizaron una demanda a la Municipalidad de Lo Prado con el objetivo de establecer que hubo vulneración de derechos, que se realicen actos reparatorios y que se capacite a funcionarios municipales sobre migración e interculturalidad.

Moisés Sánchez, Presidente de la Fundación Proacceso y quien acompañó a Fidele Widelin en esta entrevista, aclara que esta es una demanda por discriminación bajo la ley Zamudio. “Obviamente creemos que el alcance de esta ley todavía es muy limitado. Lo que sí sabemos, es que ese fallo va a sentar un precedente que va a permitir que se reforme la ley Zamudio y que también se genere una señal a la sociedad de respeto y tolerancia”, dice.

Luego de buscar un espacio vacío en el patio de comidas de un mall, nos sentamos frente a los amplios ventanales que dan a la avenida Independencia. Desde allí vemos caer la tarde.

JOANE

El 30 de septiembre se cumplió un año de la muerte de Joane. ¿Qué ha sido lo más duro de todo ese proceso?

-Para mí fue malo en todo sentido. Nosotros vivíamos como hermanos, ella me cocinaba, me hacía todo. Entonces cuando desapareció me dolió mucho. A mi señora igual porque ella era la persona que cuidaba mi guagua. Como ella era madre, sabía perfecto cómo cuidar mi guagua y nos enseñaba a nosotros qué hacer. Siempre que pienso en ella me pongo a llorar, porque fue pésimo para mí.

Joane Florvil en algún minuto se convirtió en el rostro de la discriminación en Chile ¿Cómo viste el trato mediático que tuvo el caso?

-No hay nada de respeto aquí, porque todos saben que la discriminación es una cosa que atraviesa el mundo. Para mí, Chile es un país más o menos racista, porque no puedo generalizar las cosas y decir que todos son racistas, porque igual hay muchas personas que son buena gente y que quieren ayudar a los inmigrantes. Yo puedo decir que la Joane tuvo mala suerte, porque en su camino se encontró con pura gente racista. El tema del idioma también es importante, porque a nosotros como inmigrantes, especialmente a los haitianos, nos cuesta mucho. Por ese tema, la gente se aprovecha de nosotros, abusan, porque nosotros no tenemos ni siquiera un nivel básico del español para llegar a Chile, no sabemos ni como decir buenos días; imagínate si queremos encontrar pega. Menos mal que hay haitianos que se apoyan entre compatriotas y te enseñan el idioma. Lo primero que hice yo al venirme a Chile fue aprender la ley y lo hice para que la gente no se aproveche de mí.

¿Cómo recuerdas Haití?

-Es que por eso hay gente que se quiere devolver al país, porque aunque no haya suficientes recursos para vivir allá, la gente vive tranquila. No se trata de que no queramos vivir en nuestro país, es que ahí no se puede, por eso en el mundo hay muchos inmigrantes haitianos. No hay pega allá y el gobierno no ha hecho su trabajo. Pero acá tampoco vivimos bien. Venimos a Chile a vivir en una pieza chica en pésimas condiciones. Por ejemplo, la Joane vivía en una pieza muy chica, una pieza de 3×3, imagínate vivir con todas las cosas dentro de la pieza: la cocina, la cuna, la cama. En mi país no vivíamos así, son cosas que hemos pasado en Chile, cosas súper malas.

¿Qué esperas con la demanda que están iniciando?

-Que haya justicia no más, po. Hay mucha discriminación aquí y cuando pasan ese tipo de cosas, hay que pararlo. Cuando pasó lo de Joane yo quería puro devolverme a mi país. Dije no tengo para qué seguir en un país así, donde hay gente que nos trata mal. Nuestra demanda es para que haya justicia y no vuelvan a pasar cosas como estas.

¿Cuál es la reparación que ustedes piden, aparte de que se acredite que se trató de una negligencia?

-(Habla Moisés Sánchez, presidente de Proacceso) Llevamos un caso de discriminación por ley Zamudio, por lo tanto, lo que busca es que en la sentencia la jueza pueda determinar un tipo de reparación que permita eliminar los factores que hicieron que se cometiera esa discriminación. Lamentablemente, la ley Zamudio aparte de eso, y una multa que no es muy alta, no tiene otro tipo de reparaciones. Lo que está detrás es el sentido de hacer justicia y de dar una señal de que hay que ajustar la ley de discriminación, porque hoy día prácticamente no se está utilizando por parte de las comunidades migrantes, como el caso de Joane. Este es uno de los primeros casos de discriminación racial con ley Zamudio.

¿Qué significó para ti que el cuerpo de Joane haya sido repatriado?

-El cuerpo solamente se fue para allá, pero la memoria de la Joane sigue acá igual con nosotros y los chilenos. Claro, me gustaría tener un lugar donde poder depositar flores acá en memoria de ella. Pero bueno, allá en Haití lo vamos a hacer porque este caso de la Joane fue tema en mi país. Igual vamos a hacer un memorial para ella, donde la gente pueda recordarla acá.

¿En qué condiciones quedaron sus hijos allá, bajo qué cuidado?

-El hermano y el papá.

¿Cómo están esos niños ahora?

-La familia está haciendo todo lo que puede para mantenerlos a ellos. Simplemente porque son familia: si uno tiene un primo o un sobrino no puede dejarlo en la calle, si tú comes un pan, ellos también tienen que comer pan.

LA PROPIA HISTORIA

En enero Fidele cumple cuatro años en Chile. Acá ha hecho de todo: ha vendido artículos para mascotas por todo el país, de norte a sur. También ha trabajado en la construcción, pero no le gusta. Muestra sus manos, en sus palmas blancas tiene heridas, cortes, callos y ampollas. En Haití, Fidele estudió derecho y se vino con la esperanza de convalidar sus estudios y continuar carrera.

¿Qué pasó cuando llegaste?

-Me di cuenta de que las cosas eran diferentes. No me trajeron tan engañado, pero de alguna forma lo sentí así porque no era lo que yo pensaba. Y no me quedó otra que trabajar. Encontré una pega súper rápido y me empecé a olvidar del estudio. Me preocupé solamente del trabajo, para vivir, porque en Chile uno tiene que trabajar para vivir, sin trabajar no vas a comer. Gracias a Dios tuve un jefe que me enseñó hartas cosas, entre ellas, español. Yo llegué sin saber nada. De repente, mis compañeros hicieron bromas conmigo, y yo me puse a reír, y él me dijo: “no, Fidele, estoy diciendo una cosa mala, una cosa de la que no te tienes que reír”. Así me empecé a educar. Pero esta es mi suerte, no todos tienen la misma oportunidad que yo.

¿Cuáles son los factores que han hecho más complicada tu estadía acá?

-El tema de la discriminación principalmente. Es muy fuerte. Yo creo que el Estado de Chile debería pensar en eso, debería poner ojo, porque las cosas siempre van a ser peor si no hay una educación al respecto.

¿Cuándo te has tenido que enfrentar a la discriminación?

-En mi pega yo tenía un compañero chileno al que estaba explicándole lo que había ocurrido con Joane y que me sentía súper mal. Le conté que le había pasado esto, entre otras cosas, porque no sabía español. Y él me dijo: “Qué te importa todo eso de los negros, los negros vienen a Chile a puro cagarnos a nosotros”. Después, cuando falleció la Joane, y me dijo “yapo, qué estás esperando para poner a esa negra en un cajoncito, bota esa mierda”- afirma con la voz entrecortada-.

-Un día me subí en un metro y me empujó una señora. Me dice: “sale negro, que yo quiero pasar”. Me empujó muy fuerte y yo me tuve que bajar del tren. Recuerdo que me preguntaba por qué pasaba esto. ¿Por qué cuando una persona es de color, la gente lo discrimina? Justo después me encuentran dos carabineros, que sabían hablar francés y me preguntan qué había pasado, y yo no respondí. Ellos insistieron, porque habían visto lo que había pasado y me dijeron que si se repetía “tenía que parar el tren y llamar a seguridad. Así le pedimos los datos a ella para iniciar acciones legales porque eso es discriminación”. Eso significó mucho para mí.

Claro, son heridas.

-Fue un golpe muy fuerte para mí, porque pese a la discriminación de su parte yo igual trato a la gente súper bien. Los chilenos de la contru, por ejemplo, son puros cabros que les gusta huevear todo el día y yo me siento feliz con ellos, trabajamos y lo pasamos bien. Pero afuera de acá (del mall) hay otro tipo de gente.

PLAN HUMANITARIO

¿Qué opinas del Plan de Retorno Humanitario?

-Hay muchos compañeros en Haití que no tenían mucha plata pero tenían su casa, su negocio, tenían una vida tranquila. Pero se vinieron pensando que acá tendrían una mejor vida, que conseguirían plata para mandar a sus familias. Muchos de los que vinieron tuvieron que vender sus cosas para poder llegar. Creo que muchos de ellos están fuera por discriminación. Dicen que los chilenos no los respetan, que los tratan como las hueas, súper mal. Pero también se da que viven en muy malas condiciones, en piezas chicas, hacinados, sin baño en algunos casos. Y en esas circunstancias es mejor devolverse a Haití nomás.

Muchos han criticado esta medida por ser una manera diplomática de echarlos

-Es que son nueve años en que no podrás pisar suelo chileno. Es como una deportación.

¿Qué opinión tienes al respecto?

-Esta fue una medida muy dura para los inmigrantes, no solamente para los haitianos. ¡Son nueve años! Casi lo mismo que aquellos que han hecho cosas malas en Chile. O sea, si alguno quiere volver acá después, tenga un hijo o familiar, no puede. Eso no es justo, no es una decisión que nos sirva mucho. Fue una mala decisión para nosotros. Eso para mí es deportación. Porque deportar una persona que no cometió un delito no es normal, no es legal. Si hay deportación, es porque ellos han hecho algo malo en el país.

¿Sientes que la discriminación más fuerte se da con ustedes por su color de piel?

-Esa palabra que usted dice es súper importante y muy fuerte: el color de piel. Yo creo que es por eso que nos han pasado esas cosas. También puedo decir que nosotros tenemos una embajada que no hizo su trabajo. No nos defendió a nosotros. Hace poco salió en las noticias por el tema de los documentos y los certificados de antecedentes. Pero, ¿cuánto tiempo demoró? ¡Cualquier tiempo! Hasta ahora tengo compatriotas que no tienen visa. ¿Por qué?, por un certificado de antecedentes. Así que no, yo creo que la embajada no ha hecho su trabajo. ¡El gobierno de mi país vale callampa! No está ni ahí con cuidarnos, evitar que pasen estos hechos de discriminación. Ni un organismo dice: “paren”.

Oye Fidele, ¿y qué es lo que te impulsa a seguir acá a pesar de todo?

-Estar acá, conozco mis derechos. Porque en todas partes del mundo hay inmigrantes y lo primero que tienen que saber son sus derechos y deberes. Y yo los conozco: yo puedo vivir en cualquier parte del mundo. Por eso me quedé viviendo en Chile, porque nadie puede quitarme mi derecho a vivir acá.

¿Qué es lo que te preocupa hoy?

-El futuro. Yo tengo una hija que es chilena y tengo que acostumbrarme con la cultura chilena, porque mañana no sé qué va a pasar con mi hija si me dice: “sabes qué papá, me quedo acá yo soy chilena. Si quieres viajar, viaja nomás”. Por eso me preocupo de estar en Chile, porque tengo que respetar el derecho de mi hija.

¿A qué crees que se debe esa discriminación de la que hemos hablado durante toda esta entrevista? ¿a la ignorancia? ¿a la incapacidad de verlos como iguales?

– Hay mucha gente que dice que los inmigrantes vienen a Chile a puro quitar la pega. Pero la gente busca un futuro, busca una vida, una seguridad. Y en eso estamos todos, no importa el país del que vengamos. También le echo la culpa a mi gobierno, a mi país. Porque si yo realmente tuviera pega allá, no tengo para qué viajar. Lo que yo quiero es que se sientan un poco más humanos, que piensen con el corazón. Sé que hay chilenos que son buenas personas, pero hay muchos que creen que pueden faltarle el respeto a otras personas. Tú tienes que saber que tengo mis derechos y que tienes que respetarlos. Yo no estoy en mi país y tengo que respetar el tuyo, pero ustedes tienen que respetarme también.

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