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30 de Noviembre de 2018

Raffaella Di Girolamo y Jaime Parada: “Los jóvenes han entendido que el binarismo es un problema”

La psicóloga y el activista de derechos LGBT comenzaron hace más de tres años un proyecto desafiante: tratar de entregar un manual transversal de orientación sexual, que le hablara a todos, sin distinción. Lúdico, comprensivo y que busca, entre otras cosas, llegar a personas que están saliendo del clóset y al círculo que los contiene y recibe. En conversación con The Clinic, abordan las dificultades de identificar la orientación sexual en Chile y los desafíos que aún tenemos pendientes para aceptar las libertades ajenas.

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Sentados al interior de una consulta con vista a Avenida Tobalaba, la psicóloga Raffaela Di Girolamo y el concejal de Providencia, Jaime Parada interrumpen su almuerzo para conversar con The Clinic sobre el proyecto que emprendieron juntos: “Salir del Clóset: todo lo que hay que saber”, un libro con carácter de manual que invita a entender por qué es importante que un gay, una lesbiana o alguien bisexual puedan desarrollarse como personas libres.

La escritura comenzó hace tres años, luego del respaldo que recibiera Parada tras publicar “Yo gay”, una autobiografía que aborda su propia historia y cómo ésta, inevitablemente, terminó convirtiéndose en activismo y lucha a favor de los derechos de las minorías sexuales en Chile. Tras mucho recibir testimonios y relatos de personas gais, lesbianas y/o bisexuales decidió hacer algo con ello. Fue hasta donde su amiga, “La Raffa” y juntos elaboraron un plan de acción que terminó dando frutos.

Entiendo que la idea nace el 2013, después que Jaime lanza el libro. Pero  me imagino que fue un proceso bien largo acotar todo el universo en el cual ambos se desenvuelven, ¿cómo fue eso? ¿qué fue lo más complejo de conciliar?

R.D: Yo creo que con relación al material del libro, no tuvimos grandes diferencias, tenemos una mirada bastante común, y en eso logramos ponernos bastante rápido de acuerdo. Yo tengo ciertas obsesiones por las cuales peleo, el Jaime tiene otras. Pero al final no eran conflictos mayores al momento de traspasarlos al libro, fuimos los dos bastantes generosos en que si Jaime necesitaba potenciar algo, lo hacía.

J.P: Pero hay una cosa que al principio nos costó, que fue decidir a quién le vamos a escribir. Raffaella tenía una idea y yo tenía otra, y empezamos a escribir dos libros distintos.

R.D: Yo empecé escribiendo un manual, porque en el momento en que estamos en este libro, yo estaba en la Municipalidad de Santiago porque yo soy magíster en políticas públicas, y en ese magister obsesivamente me dediqué a estudiar la educación sexual integral, en nivel escolar en general. Estudié pensando en cómo me tocaba sacar de lo privado a lo público, que es mi lucha. Me fui a trabajar para allá y el nivel de prejuicios, de deber ser, de conceptos preestablecidos con los cuales yo me encontré ahí fue muy grande y eso que ahí yo estaba trabajando principalmente con jóvenes. Aparecieron varias organizaciones como ‘Rompiendo el Silencio’, ‘Transitar’ y todas empezaron a aportar, entonces tenía un material muy rico en jóvenes. Entonces, cuando hablamos del libro, lo dimos por hecho. Me acuerdo que una vez nos sentamos en un café en Pedro de Valdivia y yo llegué con un alto de papeles impresos y me puse a leerle y a leerle mucho rato. Hasta que Jaime me dice “ya, pero yo estoy escribiendo para adultos”.

J.P: Ella hacía muchas analogías con el Play Station y con la masturbación precoz y yo por otro lado, sentía que esto tenía que ser un libro para adultos porque sentía que ese era el rango etario que estaba más desatendido. Finalmente, la convergencia fue buena: si sentimos que es necesario escribirle a un adolescente, también va a ser necesario para adultos. Si pensamos que tiene que ser un libro para gais evidentemente tiene que ser para lesbianas y bisexuales. Finalmente, terminamos haciendo un libro para todo rango etario y para las orientaciones sexuales no heterosexuales.

Cuando uno parte leyendo el libro ustedes dicen “esto es para todos”.

J.P: La Raffa lo dice muy bien y a mí me gusta ese concepto: este es un libro familiar. Lo que han instalado los conservadores históricamente es que esto de la orientación sexual está al borde de la pornografía y la sobre erotización. Cuando salen a marchar “Con nuestros hijos no te metas” en países como Perú, Chile, Colombia, Estados Unidos, España, es para instalar esta idea de la ‘ideología de género’, que es una mentira que inventaron. Este libro trata de revelar que existen orientaciones sexuales distintas a la heterosexual. Lo que ellos quieren instalar es que esto se trata de algo inmoral y evidentemente no creemos en eso.

¿Cuáles son los problemas, que a mí como padre o madre/amigo o hermano me impiden conectarme con ese hijo que está saliendo del clóset?

R.D: Hay un capítulo al que nosotros lo dedicamos a eso, que es cambiar el concepto de empatía. En estos espacios el concepto de “empatía”, esto de “ponerse en el lugar del otro”, no corresponde. Porque si yo tengo una orientación distinta a la tuya, yo no tengo por qué ponerme en tu lugar. Cuando yo empatizo contigo es porque es algo grave: “Yo sé que estás pasando por un momento súper difícil, quiero empatizar contigo”. Nosotros no queremos ponerle a la orientación sexual un tono de gravedad porque sentimos que quien a ti te guste y con quien tú quieras compartir tu vida, tener o no tener hijos, tener o no tener una nueva familia, una propia familia, no es grave, no tiene nada de grave.

J.P: Uno de los principales obstáculos con los que se encuentra una persona cuando sale del closet es cuando a quien lo estás abriendo creen que es un ataque personal. Muchos padres o madres dicen “Tú esto lo estás haciendo para enjuiciarme como padre o madre, lo estás haciendo porque no sabes bien lo que haces y no entiendes bien lo que quieres, tú lo estás haciendo para hacerme daño”. Entonces lo toman como si fuese una cosa personal.

R.D: Es muy bonito lo que dice el Jaime porque se supone que socialmente esto se descubre en la adolescencia, pero cuando un joven lo cuenta, no sabe lo que quiere porque es muy joven, es una disociación constante.

J.P: Nos dimos cuenta de que es muy difícil ponerse en el lugar del otro, si no es imposible. Pero yo sí emocionalmente tengo la capacidad de acogerte y comenzar a construir una relación desde esta nueva realidad que se ha abierto. Eso es lo que nosotros queremos, pero esa cosa de “yo me pongo en tu lugar”, es mentira, es muy difícil.

Ustedes han trabajado en distintas realidades y posiblemente han visto la realidad de salir del clóset en varios contextos. ¿Chile es un país particularmente complejo para salir del clóset?

J.P: Primero, tiene que ver con si vienes de una familia muy religiosa o no, o si es conservadora te va a costar más que en una familia liberal. Aunque con ninguna te aseguras plena aceptación o rechazo. También depende del capital cultural de tu entorno. Hay sectores de la sociedad que tienen mayor información y pueden integrarlo mejor, pero también puede ser que esos sectores sean más conservadores. Hay personas que pueden tener una educación menos formal y más intuitiva. Entonces creo que es bien difícil hablar de una realidad país, tiene que ver con tu historia personal, y con tu entorno. Mi experiencia personal como activista me dice que mientras más machista la sociedad, más difícil es salir del clóset. Me ha tocado ver países en Centroamérica donde es muy difícil salir del clóset porque hay mucho prejuicio machista, tanto que si uno lo compara con Chile, uno podría decir que estamos mejor que otros.

Mi sensación es que sí somos un país machista, homofóbico. Lo que uno ve, lo que uno percibe es que existe una violencia en la forma de tratarnos, está muy normalizada en el lenguaje.

R.D: Eso me llama la atención de Chile. Somos un país que tiene un vocabulario tan pobre y tan violento, que yo creo que pasa a ser un lugar más complejo, exactamente por los conceptos, por la estructura y por el miedo. Somos un país que viene saliendo de un golpe militar muy grande, entonces somos hijos de padres criados en el golpe, somos hijos de madres y padres criadas en el miedo, en la incertidumbre, en el no saber, entonces creo que mucha de esa carga va a ir cambiando con las generaciones nuevas, pero el miedo a lo desconocido a veces puede ser más fuerte que la orientación sexual. Igual todo está siendo más visible: a Zamudio lo mataron, el nivel de abuso, las violaciones correctivas son realidad en nuestro país. Nosotros somos un país de patrón de fundo, entonces el abuso de poder es una realidad, si hay abuso de poder, quienes quieran alterar el sistema o luchar porque seamos todos iguales, ya sea en lo sexual o la economía. La gente que no quiere cambios.

Recién hablaste de la violación correctiva. Justo hoy leí una entrevista en que tú Raffaella contabas el caso de una niña que era lesbiana y al contárselo, el papá había abusado de ella. ¿Esa es una realidad instalada en Chile?

R.D. y J.P: Todos los días y a cada rato.

Tú lo diagnósticas con el tema del abuso de poder, cómo es una cosa intrínseca del país.

R.D: Desde Freud en adelante, la mujer fue castrada de su sexualidad y fue anulada si es que no hay un pene de por medio. “El pene tiene el placer, tiene la sabiduría, transmite sabiduría y placer”. Y por otro lado está lo desconocido: la gente le tiene pánico a lo desconocido. Entonces en espacios tan convencionales que alguien rompa ese esquema tiene que ser traído hacia adelante, es como que el convencionalismo fuera una mini secta, si tú te sales de la secta, yo te voy a traer como sea para adentro.

J.P: Incluido con una violencia de esa naturaleza.

R.D: Es muy poco como yo he trabajado dos veces con abusadores: no tengo la habilidad, ni el estómago para hacerlo. Sí trabajo mucho con abusos sexuales pero con personas que han sido abusadas. Nunca me ha tocado entrevistar a alguien, ni conozco terapeutas que les toque entrevistar del porqué de la creencia de una violación correctiva, por ejemplo.

J.P: La violación correctiva existe en toda Latinoamérica, existe en África, en Asia. Existe en todos lados. Y se invisibiliza porque es la familia la que muchas veces está involucrada. Imagínate denunciar a tu padre, a tu hermano, a tu primo, no es fácil. Entonces estas cosas quedan invisibilizadas.

Porque existe esta creencia de que si eres gay es porque te abusaron cuando chico ¿De dónde viene, cuál es el origen de esa creencia?

R.D.: El origen de eso es un prejuicio social, un paradigma social, pero eso viene de dos lados. Uno, los homosexuales vienen de que los hombres son perversos, por ende son abusadores de menores, porque son pedofilos, acuérdate que los pedófilos primeros son los homosexuales, y les gustan los niñitos.

J.P: Antes eran equivalentes: ser homosexual y pedófilo era la misma cosa.

R.D: Después viene la creencia de que tú eres homosexual porque fuiste abusado, y eso tiene un concepto súper morboso:  porque fuiste penetrado, entonces ahí viene de nuevo la creencia de la violación correctiva. El razonamiento es: “te quedó gustando”, como si la violación le gustara a alguien.

J.P: Entonces después se transforma en un violador. Y va a repetir el ciclo.  Creo una cosa adicional además: hay un diseño malicioso de las últimas décadas en esta alianza entre pseudo terapeutas e Iglesia que se han encargado de difundir profusamente que las personas homosexuales son personas dañadas. Y entonces esas personas dañadas, no pueden educar a tus hijos, no pueden trabajar a tu lado, no pueden estar en tu entorno familiar. Potencian ese estigma.

R.D: La homosexualidad y la bisexualidad como orientación sexual ha existido siempre. Es loco ver cómo en cada sociedad se ha tratado de encajar la pedofilia, que ha existido siempre. Antes eran llamados ninfos. Siempre ha habido una excusa para abusar también y “corregir algo” es otra excusa para abusar también.

¿Hay una manera de que todos avancemos hacia un lado? ¿En qué deberíamos trabajar como sociedad para mejorar, ser más tolerantes?

R.D: Sentimos que son muchas generaciones a las que hay que ayudar a cambiar el paradigma. Creo que libros como este y comunicaciones bien direccionadas e intencionadas -no morbosas- aportan a eso. Lo otro es la educación, con el Jaime a veces asesoramos establecimientos académicos, con una asignatura que estamos trabajando que tiene que ver con competencias para la ciudadanía, donde trabajamos las habilidades blandas: qué es vivir en sociedad, que es ser ciudadano, convivir. En nuestra sociedad no se convive, no puede ser posible que en cada esquina uno escuche que alguien insulta a alguien y esa es nuestra realidad.

J.P: Entonces yo creo que todo esto se debate en la visibilidad o la invisibilidad ¿No cierto? Si nosotros mantenemos la homosexualidad o la bisexualidad dentro del tabú y por lo tanto no hablamos de eso, se van a seguir repitiendo los abusos, las violaciones correctivas y los estigmas. Si nosotros abrimos eso y lo hablamos en el campo de la educación, en la política y lo hablamos en los medios de comunicación, logramos que los medios de comunicación dejen de repetir el estigma, el morbo y empiecen a informarse de buena forma sobre lo que es. Haciendo eso la sociedad va a cambiar de manera imparable. Eso es lo que tiene vueltos locos a ciertos grupos conservadores, que este paradigma de que solo los heterosexuales son buenos, comenzó a resquebrajarse y es porque hicimos de esta causa, una causa visible en los más distintos ámbitos de la sociedad.

¿Hay un entorno propicio para salir del clóset, hay un espacio ideal en el que yo pueda salir y contárselo a todo el mundo?

R.D: Sí, yo creo que es estar tú seguro de lo que quieres comunicar, el por qué lo quieres hacer, porque “yo estoy seguro o segura de mí orientación sexual y quiero compartirlo para ser libre”. Tiene que ser para ti, porque si yo estando seguro lo comparto para que lo otros me den algo o me contengan o me validen o qué sé yo, eso se vuelve absolutamente una experiencia absolutamente frustrada, que mis expectativas queden frustradas. Es sumamente importante que yo esté seguro de mí, porque lo que pase afuera es incierto.

J.P: Para eso al menos deben haber pasado dos cosas antes: que yo salga del closet conmigo mismo, que sepa, que esté tan seguro de mi orientación sexualidad que no permita que nadie la invalide. Dos, que tenga claro el por qué. Estoy tan seguro que voy a salir del closet porque quiero ser más feliz, porque me quiero sentir más seguro independientemente de lo que piense la persona del frente, que mi entorno pase a ser menos relevante que mi propia seguridad. Que lo más relevante sea el amor que yo siento por mi.

R.D: La necesidad de salir del clóset debe surgir bastante desde mi ego: pero un ego cuidado, no un ego que necesita ser recordado para caer en gracia. Un ego robustecido porque no sé cómo va a reaccionar el otro.

J.P: La Raffa lo dice mejor que yo, de repente tengo que hacer un duelo, porque tu madre no lo va a aceptar nunca o porque en un primer momento, incluso en un largo primer momento no lo va a aceptar, y eso significa, que no puedas hablar con tu familia mientras no tengan las condiciones para aceptarme tal cual soy. Todos los ambientes son propicios mientras yo esté seguro de mí mismo.

R.D: Una es la familia en la que naces y otra es la que te haces. A veces te toca despedirte de la familia en la que naces. He tenido pacientes en los que su orientación sexual ha sido una razón para despedirse de sus familias porque no aceptan a sus parejas. A veces esas despedidas son para siempre y a veces momentáneas, por eso yo tengo que estar tan seguro de quién quiero ser y cómo quiero ser, porque a veces me toca hacer duelos difíciles en vida, para construir mi propia familia. La familia de origen pasa a ser parte de ese núcleo o no. A veces son solo uno o dos miembros de tu familia, o a veces todos.

Uno de los temas que a mí más me llama la atención en lo que respecta a la orientación sexual, son los bisexuales. Son discriminados por héteros y homosexuales. ¿Cómo observan este tema desde su libro?

J.P: El rollo es el siguiente: son como los grandes incomprendidos del sistema. Primero porque no son comprendidos por los homosexuales o por gais o lesbianas, porque dicen bueno, esta persona quizás es homosexual y no se atreve a decir que lo es, y nosotros que si somos homosexuales nos atrevemos, entonces hay un prejuicio. Por otro lado, están exactamente los mismos otros conceptos desde la heterosexualidad, esta es una persona que no se ha decidido, esta es una persona que no se entiende a sí misma, esta es una persona un poco amoral porque le gusta todo, promiscua.

R.D: Entonces es la lucha por el binarismo también o te gustan las minas o te gustan los hombres, no te pueden gustar los dos. Y oye, si se puede, si me gusta la persona y no me importa su género.

J.P: Las culturas binarias son eso, tienes que tomar una decisión entre comillas, o te gusta uno o te gusta el otro, y eso vale para los homosexuales juzgando a los bisexuales como los heterosexuales también juzgando a los bisexuales, entonces cuesta visibilizar la bisexualidad porque tanto los homosexuales como los heterosexuales somos parte de esta sociedad binaria. Y como todos estamos dentro de esta misma juguera, lamentablemente entender a cabalidad qué significa la bisexualidad es complicado, porque además en la bisexualidad hay diferentes formas de ser bisexual, te puede gustar sexualmente un género, pero te puedes sentir afectivamente más atraído a otro, tiene que ver con cómo te aproximes a lo afectivo, pero también pasa por lo sexual. Entonces claro, la B es como la gran incomprendida del sistema, por eso decidimos abordarla.

Y cómo enfrentar eso desde el entorno sin ser torpe, sin ser descuidado, porque me ha pasado que he tenido situaciones con amigas y he sentido que no he sido suficientemente ni prudente ni cariñosa, que hay un prejuicio que es inevitable ¿Cómo afrontarlo desde el entorno?

J.P: Cuando decimos “visibilizar”, nos referimos a “visibilizar” lo que es distinto de homosexualidad o la heterosexualidad, nada se va a instalar por ósmosis o por generación espontánea, se va a instalar en la medida que seamos capaces de hablar de eso. Pero pasa algo bastante interesante, los jóvenes ya lo han incorporado a su lenguaje, muchos de ellos no hablan de bisexualidad, pero sí hablan de pansexualidad y hay muchos que se definen queer, por ejemplo. Entonces vemos que las generaciones más jóvenes han entendido el fenómeno de la plasticidad de la orientación sexual, que los adultos no hemos sido capaces de incorporar bien, porque nos hemos criado en cánones más rígidos. La esperanza está puesta en los jóvenes que entienden que el binarismo es más un problema que una realidad.

PASO A PASO: ABRIENDO LAS PUERTAS DEL CLÓSET

  1. ¿Lo más importante? El autoamor. “Salir del clóset es un acto personal que tiene consecuencias sociales. Ya lo dijimos: no se sale del armario para otros, sino para sí mismo”, dice el libro. El objetivo es vivir libremente.
  2. Entender el miedo que sientes: ¿A qué sientes miedo? ¿A tu entorno? ¿A tu familia? ¿A la violencia?
  3. Observar la culpa e identificar qué elementos la provocan.
  4. Estar dispuesto a lidiar con “la etiqueta”. ”La salida del clóset es la conciencia de que no hay rechazo alguno que le pueda ganar al autoamor. Porque de esa conciencia nacerán las acciones que te permitan superar las barreras que impidan el despliegue de tu propia identidad”, señalan los autores.
  5. Ojo con las variables: No se puede controlar todo.
  6. Aprender a lidiar con la inseguridad, no dejes que te limite.
  7. Matiza tus expectativas: tu entorno puede ser impredecible.
  8. Elige a tu primer interlocutor: escoge a quien quieres contarle esta noticia.
  9. Identifica cómo quieres que sea la experiencia: ¿quieres hacer un rito? ¿un plan? ¿escribir una carta?
  10. Nada que confesar, mucho que contar: “Estás abriendo, contando o revelando una parte de tu vida. No, no estás confesando un secreto”.
  11. Dale tiempo a tu salida. Detente a reflexionar.
  12. Enseña y responde las preguntas que pueda tener tu círculo cercano e interesado genuinamente en aprender.

(Basado en el “Salir del clóset: Todo lo que hay que saber”. Pág. 179 – 214)

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