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Opinión

13 de Diciembre de 2018

Camila Recabarren: “Yo creo que si no hubiese sido mamá, no estaría ni ahí con el feminismo”

Camila Recabarren (27) siempre soñó con entrar a la tele. Si bien tenía dotes suficientes para continuar su carrera en el básquetbol, la joven decidió abandonar su natal La Serena para probar suerte en los castings de la pantalla chica. El que la sigue la consigue dicen por ahí y luego de meses probándose en diferentes programas juveniles, Camila encontró su lugar en Proyecto Miss Chile, producción a cargo de Canal 13 donde se buscaba a la nueva representante de nuestro país en el concurso internacional de belleza.

Catalina García
Catalina García
Por

Dice no tener talento, sin embargo, eso no la detiene. Intentó e intentó. Audicionó sin sonreírle a nadie para conseguir un puesto. Y la historia tuvo un buen desenlace: hoy Camila se pasea por cuanto programa de TV sea invitada, además de contar con una fanaticada que le hace barra día a día en sus redes sociales.

“Álex Hernández me dijo una vez en el casting de Yingo ‘Sabís que no me tincai’. Yo le respondí ‘ah que bueno, tú tampoco’ y me fui. Siempre fui muy pesá”, recuerda entre risas.

De look veraniego, Camila Recabarren nos recibe en su casa. Mira constantemente su reloj. En un par de horas debe ir a buscar a su hija Isabel al Liceo Manuel de Salas.

— Mi hija ama a Víctor Jara, a Pedro Lemebel…es súper de izquierda la Isa. En el auto de repente quiero escuchar no sé poh’, Dua Lipa y ella me pide Victor Jara. Y si no lo pongo, se pone a llorar. Yo le digo que se aburra jaja.

Va a salir revolucionaria.

— Es cuático como el colegio la va formando. Las cacha todas. Ahora está en el Liceo Manuel de Salas, ahí tienen la bandera de lucha desde pequeños, no sé, con el tema de los mapuche, a ella le cuentan todo a pesar de tener cinco años. La hacen parte de todo lo que está pasando hoy en día, para que tenga una opinión.

Recabarren nos invita a sentarnos, cuenta que llegó hace poco del Matinal. Se sienta, cuál millennial, con el celular al lado. Camila tiene un millón y medio de seguidores en Instagram. “La gente me escribe como si fuéramos amigas, me responden tipo ‘hueona cómo pudiste hacer eso’ y así” comenta.

Hace un tiempo publicaste en Instagram que negaste una foto a un fan porque tu hija se sentía incómoda viendo cómo a su mamá se le acercaba mucha gente desconocida. ¿La exposición es tema para ti?

— Ay, me encanta.

Jaja .

— No hay día que salga a la calle y no me pidan fotos. Mis amigos o la misma gente me dice: “Cami, ¿de verdad no te molesta?”, y para mí de verdad no es problema. Pero siempre ando con cara de culo en la calle, como enojá. Y eso es porque es mi mecanismo para evitar que se sobrepasen conmigo los hombres, que no sean jotes. Yo le explico siempre a la gente para que no se asuste. Pero lo sé llevar súper bien, es parte de mi vida. Espero nunca aburrirme.

¿Y te tomas fotos aunque estés con tu hija?

— Igual es difícil porque a la Isa no le gusta mucho. La gente igual se da cuenta, conmigo son súper respetuosos. Hay de todo igual, no falta la gente patuda que te dice: “párate, ¿no ves que te estoy pidiendo una foto?”, y yo tomándome un café. O ven que estoy con la Isa llorando e igual me piden la foto. Y a mí me cuesta decir que no.

Entiendo.

— Pero la prioridad es mi hija, y si la veo muy mal voy a estar con ella. En muchos casos he dicho que no por la Isa. Pero no tengo ningún problema.

¿Pero no sientes esa presión de estar mostrarte siempre alegre en la calle?

— Sí, pero no. Yo soy como soy no más. Si yo ando enojá, la gente me cacha. Desaparezco de las redes sociales cuando ando media triste, porque soy súper hormonal para mis cosas.

Mamá feminista y “antimiss”

— Me imagino que el hecho de ser “MaPá”, como dices, es sumamente complicado. ¿Cómo ha influido tu propia experiencia de madre soltera en tu discurso feminista?

— Mi discurso feminista no tiene nada que ver con ser mamá soltera. El ser mamá soltera es lo que me tocó y sí, es muy difícil. Pero cuando lo haces con amor y con ganas de salir adelante por tus hijos no se te hace tan pesado.

¿En qué va tu discurso feminista entonces?

— Lo he ido armando a medida que voy madurando, pero todo por mi hija. Yo creo que si no hubiese sido mamá, no estaría ni ahí con el feminismo. El hecho de ser mamá de una mujer te obliga a tener más que un discurso, la posición de una mujer fuerte, para que ella lo sea en el día de mañana y no la pasen a llevar. Espero que en el futuro exista una igualdad de género, ojalá pase dentro de poco, pero yo creo que la sociedad avanza a paso muy lento. Hay que hacer la lucha, y con un grano de arena se puede hacer una playa.

¿Es difícil ser mamá y trabajar en la tele? ¿cómo compatibilizas ambos oficios?

— Es cuático. Trato de mantener un equilibrio, nunca dedicar tanto tiempo al trabajo. A mí no me gusta el lujo, yo con tener una casa y comida estoy. Ah, y un auto jaja. Me duele el alma gastar en estupideces, porque no quiero que mi hija sea una cabra interesada y superficial. Aunque pueda comprarle la mamadera más cara voy y le compro la más barata. No quiero vivir por el dinero, prefiero gastar lo justo. No tengo un sueldo pomposo como el de los famosos como no sé poh’, la Tonka, pero lo agradezco y tengo el resto del día para dedicárselo a mi hija.

Dices que no eres modelo,  ¿entonces qué?

— Yo digo que soy la antimiss porque por ejemplo todas las candidatas bailaron y cantaron. Yo no bailo ni canto, así que nica. Pedí a Canal 13 hacer stand up y no me dejaron: me dijeron como: “no, ¿cómo vai a hacer eso?, ¡no podís ser tan arriesgá!”. “porfa-porfa-porfa”, les decía yo. Insistí tanto que lo hice. Gané haciendo humor. Eso igual fue un plus porque todos quedaron para la cagá.

¿Qué opinas de los concursos de belleza?

— A mí no me gustan. Te juro que yo llegué de suerte ahí. En ese momento igual era chica, no sabía nada y fui igual. Hoy en día le deberían dar un giro completo al concurso, encontrar no sólo la belleza física. Creo que todo esto es muy subjetivo. Cuando yo estuve allá encontraba a todas lindas. Y todas muy diferentes. Entonces me preguntaba: “¿quién iba a ganar acá?”, estaba muy difícil. Las modelos no pueden decir garabatos, no se pueden sentar mal, y yo no lo podía creer: no soy una muñeca como para portarme tan bien. De hecho, mi pieza era donde se fumaban cigarros. Esos concursos son súper…

¿Hostiles?

— Sí. Ponte tú habían muchos temas detrás también que se han sabido. Sobre todo en Venezuela, Colombia, donde existía abuso de las miss que estaban ahí. Porque aparte ¿con cuánto postulái? ¿dieciocho? ¿diecisiete años?.

¿Hay sororidad en un mundo donde las mujeres compiten por ser la más bella?

—   No, para nada. Es una competencia poh’, ¡¿de dónde?!.

¿Te tocó pasar malos ratos?

— Sí, muchos. Allá en China sobre todo porque, no sé poh’, la más fuerte empujaba a la más débil. Muchas veces intervine. Había una colombiana que molestaba a una chica que era súper calladita. Le tocaba a ella ir primero y Colombia la sacó, y yo le dije “no te corresponde ir ahí, ándate a tu lugar” y me acusó con la dueña de no sé qué.

Resulta paradójico para algunos que mujeres se consideren feministas y trabajen en campañas que “perpetúan ciertos estereotipos” o “cosifican a la mujer”, ¿tú lo sientes así?

— A mí no me ha llegado esa crítica, o puede ser que sí. Son los hombres los que más critican en verdad, están siempre a la defensiva y a la ofensiva, atacando a las mujeres que decimos algo y después “no lo practicamos”. Si yo puedo hacer algo desde este lugar, donde más machismo existe, donde más cosifican a la mujer, ¡mejor poh’! mucho mejor si estoy ahí para generar debate y opinar. Es súper importante que hablemos y no nos quedemos calladas.

Alejandra Díaz, modelo, dijo a LUN que ” El movimiento feminista, en general, ha afectado a las chicas que trabajamos en el rubro”, ¿Tú cómo lo ves?

— ¡Nah!, no estoy de acuerdo pa’ nada con ella. El movimiento feminista nos está ayudando a todas como mujeres, nos está diciendo “empodérate”, que “no es no” y “no tienes por qué ganar menos porque erís mujer”. Obviamente eso nos favorece. Yo, eso sí, no me considero modelo como ella, o no me considero modelo en verdad.

¿Real?

— Si salí Miss Chile fue de suerte. Lo que yo quería era llegar a la tele, no ser modelo. Siempre quise llegar a la TV pero no sabía por qué. Yo no tengo talento pa’ nah’. De todos modos, respecto a lo del feminismo, yo creo que no importa qué oficio se ejerza.

Ciudadana Recabarren

¿Vas mucho a las marchas?

—   Sí.

¿A cuáles?

— Primero, la LGBT. Mi entorno apoya mucho la causa. A las de la mujer, a la de la Ley Sofía y a todo lo que siento que debo apoyar. Igual lo hago también por mi hija, yo la llevo a marchar. Porque al final es un cambio que quiero para su futuro.

Te he visto full apoyando la causa. En la misma línea ¿te preocupan esos discursos de odio? Como el del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, Kast…

— Obvio. El Pastor Soto, Alberto Plaza…Yo no sé por qué les dan el espacio para que opinen de este modo, porque al final transmiten solamente odio. Imagínate un niño que quiere contarle a sus papás que es gay con miedo, escucha a Alberto Plaza y se arrepiente. Yo creo que estar en el clóset no debe ser bueno para nadie, no poder hacer tu vida libre. Estas personas que transmiten tanto mensaje de odio, incluyendo la Patricia Maldonado, no deberían tener espacio en los medios de comunicación.

¿Estás de acuerdo con que saquen a la Patricia Maldonado de la tele entonces?

— Yo sé que ella es una persona mayor, pero creo que hoy más que nunca han hecho varias críticas sobre ella, y han pedido esto. Pero nunca es tarde para hacer el cambio. De alguna forma le debe pegar, debe llegar a la casa y sentir todo ese odio sobre ella. Algo de crítica le debe caer, como: “¡ten más respeto cuando te refieres a personas que murieron inocentemente!”, que haga un caldo de cabecilla. Si se vuelve a equivocar muchas veces más, en algún momento el Mega va a decir saquémosla.

Claro.

— Se ha equivocado sí, pero todos nos equivocamos también. Pero yo creo que debería ser mucho más ubicada a la hora de hablar. Me carga eso de “estamos en un país democrático y yo puedo opinar lo que quiera” porque no, es desde el respeto, si no mejor cállate porque estás haciendo un daño no más.

—   ¿Qué pasaría si tu hija se identificara con la comunidad LGBT?

— Ay, me encanta. Yo le hablo abiertamente del tema gay y de los trans, a pesar que tiene cinco años. Quiero que el día de mañana si ella siente ganas de probar, no sé, con niñas, se sienta relajá, y que se desarrolle libremente. Al final yo no soy dueña de su vida, yo solamente la estoy criando, dándole comida y ya ojalá que cumpla dieciocho y se vaya jaja.

Igual son super amigas.

— Sí, pero igual tengo que dejar que se caiga y aprenda. Porque, ¡imagínate criar a un niño en una burbuja! esos cabros después son los peores, porque quieren probar todo al final.

La “flaite” de la TV

¿Te discriminaron alguna vez por “venir de abajo”?

— No, en el colegio me pasó una historia como fea. Yo siempre estudié en escuelas y liceos. Después me becaron en un colegio particular por el básquetbol. Ahí fue heavy, me decían: “flaite”, “piteate un flaite” y ponían mi foto, así mal.

¿En la tele?

No, ¿o sí? no sé. En el reality más que nada, que fueron insultos de las participantes que me decían: “negra”, “flaite” o “negra sucia” jaja. Pero fue una estupidez.

Pueden darse en otros ámbitos también.

— ¿Sabes dónde encuentro que hay discriminación? en las marcas. Son una industria súper elitista. Siempre ponen a la familia rubia, a la modelo alta, regia y de no sé cuántos metros. Bueno, yo soy alta y flaca pero de suerte porque jugaba básquetbol. No sé si me he sentido discriminada, porque simplemente no te miran. O también los actores, cuando van a eventos yo sé que preguntan quiénes van (refiriéndose a si asisten chicas reality). Por eso yo no tengo amigos en la televisión, porque siento que son superficiales.

¿Es clasista la TV?

— Súper clasista.

¿Recuerdas algún episodio en específico?

Por ejemplo, yo no era la favorita de la Miss Chile. De hecho tenían la corona, la banda y todo para otra persona. Después llegó la noche y la producción le dijo a la directora de Miss Chile que la ganadora iba a ser elegida por el público porque no sé, cerraron a última hora, no sé qué y la vieja quedó como “¡¿Qué?!”. Entonces llegó la cuica y yo, o sea, la cuica y la flaite. Y la gente me eligió a mí. La señora estaba de muerte. Me mandó con setenta dólares a China para un mes, no me dieron premios y no me pasaron nada, nada de nada.

¿Has tenido que vivir algún tipo de situación incómoda en la TV o para entrar a ella?

— No, en el rubro no me ha tocado para nada. Lo que yo pasé en mi infancia me hizo ser una mujer muy fuerte. Cuando entré a la tele yo ya tenía esta estampa, entonces nadie nunca se me tiró al dulce ni nada.

¿Viste algún episodio así?

— No, nunca. En ese caso hubiese dejado la cagá. Si veo, denuncio.

Salir del clóset político

¿Con qué sector político te identificas?

¡Guá, no me gusta esa pregunta!

Refiriéndome a la cercanía que puedas tener, digamos.

— Eh, sabís que me pasa, es que no tengo un color político. No quiero sonar amarilla, pero aún no lo defino. Hace muy poquito que me está gustando mucho el tema de la política, de saber y de tener opinión. Estoy al tanto de las noticias que están pasando a nivel nacional e internacional porque trabajo en el matinal. Y cada día es como “ay, qué pasó” y me gusta. Antes yo jamás te hubiese visto las noticias, jamás te hubiese leído un diario, no estaría ni ahí con lo de Trump porque es muy lejos, no sé. Hoy en día, me encanta saber de todo. Eso me permite hablar con propiedad. Por ejemplo, no sé po, antes escuchaba a Los Prisioneros, cantaba sus canciones y no sabía el trasfondo de las letras. Volviendo a la pregunta, todavía no defino mi posición política. No me gustan los extremos, pero también me gusta ser de una sola línea.

Pero…

— Igual el colegio que elegí para mi hija es súper de izquierda. Pero estamos con el Piñera entonces como que…no mentira jaja. Y ya, como te digo, sería como al peo decirte que soy de algún sector político, pero yo creo que tira más para allá, no sé.  (se inclina hacia la izquierda).

¿Y votaste en las elecciones pasadas?

— Sí.

¿Por quién? si se puede saber.

— Pero el voto es secreto poh’…

¿Qué opinas del gobierno actual?

— Ay…pucha es que con el Piñera, ja, ja, ja. Siento que de verdad en el cuento económico sí nos tiran para arriba, porque los empresarios se interesan en reactivar sus empresas acá. Lo digo pensando en la minera donde trabajaba mi papá, porque cuando salió Bachelet la minera cerró. Y ahora con Piñera la van a abrir de nuevo. Por otro lado encuentro un poquito frívolo el gobierno. La salud y la educación la descuidan un poco.

Pero igual el desempleo ha subido harto. Está en el 7 %, por ahí.

— Ah, chupalla…Sí no sé, es complicado.

Entonces se podría decir que te gusta este gobierno.

— No mucho. La Bachelet tampoco me gustó. Ya, te digo la verdad: voté por Michelle Bachelet y ahora por Sebastián Piñera. Eso fue. La primera vez no voté por ella, pero en la segunda dije “pucha, hizo hartas cosas mal, pero quizás esta vez va a llegar más aprendidita y va a hacer cambios”, pero no hizo nada. En el segundo mandato siguió cometiendo los mismos errores, descuidando lo mismo. Estaba tan enojada. Después voté por Piñera y está pasando lo mismo. Todos los gobiernos se equivocan, sea de izquierda o de derecha.

O sea que en algún minuto te identificaste con la derecha.

— Sí, pero completamente no. En verdad hay muchas cosas que no opino como ellos. En el tema del aborto, de la transexualidad, etc. No calzo con sus posturas. No tenemos los mismos ideales.

¿Y con la izquierda?

— Mh, yo creo que te pueden gustar cosas de uno y de lo otro. Eso sí, hay que saber lo que eliges. Ponte tú, de Joaquín Lavín me gustan muchas cosas. Le hace muy bien a la comuna, yo sé que tiene muchos más fondos para invertir y todo, pero siento que el caballero no descuida nada. Es lo que yo veo, viví ahí y me encantó.

¿Te arrepientes de haberle dado el voto a Sebastián Piñera?

— Es que, viendo lo que me pasó, podemos concluir que no hay que creer en las segundas oportunidades, ni la política ni en el amor. Nunca hay que volver.

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