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Humor

7 de Enero de 2019

Los líderes más influyentes del Whatsapp de tu tía

Pancracio Ovoides, 44 años. Militar retirado de la marina. En los ratos libres se dedica a enviar a sus más de 2.453 contactos de teléfono textos con lo que obtiene desde el grupo “Primera Dama Cecilia Morel”. Se encuentra algo desconcertado, dadas las últimas informaciones que señalan que no hay que darle cuerda a Kast […]

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Pancracio Ovoides, 44 años. Militar retirado de la marina. En los ratos libres se dedica a enviar a sus más de 2.453 contactos de teléfono textos con lo que obtiene desde el grupo “Primera Dama Cecilia Morel”. Se encuentra algo desconcertado, dadas las últimas informaciones que señalan que no hay que darle cuerda a Kast ni apoyarlo, siendo que ya lo tomaban por justo, legítimo y necesario sucesor. Desde ese entonces que siente ha perdido un pedazo de su vida y se autoeliminó del grupo de Facebook. De todos modos sigue en el de Pinochet siempre vivo, de donde obtiene nuevos libelos difamatorios que difundir.

Parsifal Basureico, 45 años. Publicista defenestrado, es el verdadero autor de toda la posverdad que puedes leer en el internet. ¿Que los pacos se irán a paro para que dejemos de cuestionar las operaciones en la Araucanía? Lo escribió Parsifal. ¿Que Luis Miguel está muerto y fue reemplazado por un policía yucatanesco de enorme parecido? Lo inventó Parsifal. ¿Que Camila Vallejo promueve la pedofilia? Lo escribió él, con lágrimas en los ojos, ensoñando en volver a tener 15 años. Camila, ámame.

Anatolia Francia, 25 años. Tejedora de amigurumis, ingeniera comercial y activa tuitera, compró un programa en la deep web para hacer interactuar a 200 cuentas de twitter. Entre ellas discuten y debaten. Tiene a 10 palos blancos “radicales de izquierda aún más radical” para poder generar el contrapunto y tener a anarcos y troskoslocos. Lamentablemente, su burbuja de resonancia solo retumba dentro de sí misma. Es la líder de su propia burbuja, está claro. El problema es que la cosa va más allá de Twitter e Instagram: a ratos comienza a sentir esas voces en su cabeza combatir y combatirse, compartir noticias falsas, acusarse de comunistas mutuamente.

Audemio Romo, 12 años. Es el más avezado jugado de Maincraf del país. Sus dientes delanteros crecen incontrolablemente. Pese a que alguna vez le dieron el tierno mote de “Conejín”, “Topito” o “Castor”, sus costumbres lo han hecho merecer el mote de Niño rata. Desde que Romina le rechazara en humillantes términos su propuesta de pololeo —motivado en parte a sus pobres costumbres higiénicas, a su presumible uso compulsivo de la macaca, y a que repetir por tercera vez quinto básico debido a su dedicación al Maincraf no lo hace un buen partido —que ha liderado un movimiento de despechados antifeministas. Un adelantado a su tiempo; habitualmente esta clase de resentidos sólo se ven en recintos universitarios dedicados a la ingeniería.

Eduvigis Demonoica, 55 años, practica la religión wicca. Ganó el respeto de su pueblo cuando logró cambiar la radio tan solo acariciando el dial, sin tocar la perilla. La explicación se debe a su afición a beber té con pirita, lo cual hizo que corrieran metales imanados por su torrente sanguíneo, lo cual la tiene actualmente con diálisis y con una esperanza de vida de apenas cinco meses. Aún así difunde predicciones horribles sobre personajes del espectáculo simpatizantes con la izquierda: que tal tiene gonorrea, que otro se va a morir en un viaje, que este tiene gustos raros. Pero siempre, siempre concluye que en junio se arregla la economía, así, de sopetón y milagro, en medio de la llegada del máximo diámetro que puede tener la actual burbuja financiera de deuda mundial. Piola.

Licimaco Aguilera. Viene de vuelta. Luego de observar a los whatsapperos de derecha usar Whatsapp para distribuir mentiras, tomó la posta de vuelta y les devolvió las mentiras al remitente. Está desarrollando su propio canal de mentiras por whatsapp, pero de izquierda. Ya logró imputarle a Gonzalo de la Carrera un gusto lujurioso por las colegialas. Su próximo objetivo: los evangélicos. La idea es evitar que las personas puedan entrar a los cultos evangélicos, puerta de entrada a otras drogas más duras, como los diputados Durán (no los Bunkers) y José Antonio Kast. “Los textos que regalan los evangélicos tienen burundanga” reza el encabezado de un lato texto de 7290 caracteres, no muy apropiado para el soporte en que se distribuye, lo que tal vez haya influido en que no haya sido del todo exitoso. Pero como sabemos, todas estas cosas están en pruebas. Sigue adelante, valiente experimentador social.

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