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Entrevistas

2 de Febrero de 2020

Juan Carlos Monedero: “Piñera va saliendo por la puerta de atrás”

Vicente Rojas

De paso por el Foro Internacional de Derechos Humanos, recientemente realizado en el ex Congreso Nacional en Santiago, el politólogo y académico español, figura relevante del Movimiento de los Indignados (15M) y uno de los fundadores de Podemos, cree que es fundamental que se haga una reflexión política de todos los sectores en torno al proceso constituyente. Sin embargo también advierte que “el miedo es el caldo de cultivo de la derecha” y que “en la calle está el sujeto de cambio”. Monedero, también repasa en esta conversación la experiencia española como parte de la historia para intentar comprender lo que sucede en Chile hoy.

Por

¿Qué me puede decir del estallido y la movilización social que vivimos hoy en Chile?

-Siempre cuando en un país las ruedas del reloj van en la dirección contraria al resto del continente se produce algo extraño. En Chile parecía que el tiempo estaba detenido y nadie vio venir el estallido en forma tan clara. Es más, llamaba mucho la atención porque esto parecía mucho más factible en México, Argentina o Brasil. Además presentaban a este país como el ejemplo de buen comportamiento neoliberal. Hasta que ocurre como siempre cuando los pueblos terminan levantándose. Desde que tenemos conciencia escrita las desigualdades son fuentes de levantamientos populares y acá ocurrió de una manera espasmódica, espontánea y tomó con el pie cambiado a las fuerzas políticas. Y claro, aparecen los discursos apocalípticos, sin salida y oscuros que te hacen parecer muy sutil, muy inteligente, pero que finalmente invitan a la parálisis y al desaliento. Ese es uno de los errores de una parte de la izquierda y de sectores académicos a ratos. Pero los pueblos no esperan ni a los teóricos ni a los partidos políticos para salir a la calle y ahora en Chile no es otro más que el propio pueblo el que ha obligado al régimen postpinochetista a asumir cambios que no estaban en su agenda. 

¿Qué similitudes puede observar con el movimiento de los Indignados del 2011 y las Primaveras Árabes?

-Sin duda, la juventud chilena comparte la lectura del mundo al igual que la juventud española o árabe. Pero para entender lo que está pasando yo quisiera mirar ciertos momentos históricos porque lo que pasa acá pasó en otros lugares hace cincuenta años, y por tanto para entender lo que está en marcha tengo que recurrir por ejemplo a la transición española. Pero a la de verdad, no a la versión mentirosa que se quiso vender por todo el continente en donde después de la muerte Franco se intentó mantener el régimen.  Como dice el propio relato de la transición que Franco murió en la cama pero el franquismo murió en la calle.  En ese momento fue la presión popular lo que consiguió lo mejor de nuestra transición.  Con una violencia que siempre se ha ocultado. Casi cuatrocientos asesinados por la extrema derecha por fuerzas policiales o para policiales. Creo que la referencia a la transición española ayuda a explicar las lamentables violaciones a los derechos humanos en Chile, el medio centenar de muertos, la gente que ha perdido un ojo, las mujeres violadas, el comportamiento antidemocrático del cuerpo de Carabineros o los comentarios autoritarios como los de Piñera. Pero hay que completar esta explicación con el estado de ánimo que tiene la juventud de este país que recibió promesas de felicidad infinitas y los endeudaron para estudiar sin ver colmados sus deseos. Jóvenes y familias con deudas absurdas e impagables, insertas en un modelo como ya sabemos de consumo excesivo, que quien lo puede manejar es un consumidor el siglo XXI pero que convive a su lado con ciudadanos del siglo XIX. Entonces ese contraste también es el que ha emergido con nihilismo y con una ira no canalizada. Hay un enfado enorme por ejemplo que aparece en el 15M en España vinculado al “Que se vayan todos”. Eso mismo qué duda cabe está sucediendo aquí. 

¿Cree que vamos pasando de un movimiento destituyente a uno constituyente?

-Hay algo todavía pendiente acá en Chile y lo digo con mucha humildad y es que el movimiento 15M en España tuvo un momento destituyente  de impugnación de lo existente, de un sistema que tenía unas tasas de paro juvenil de más del 50%, con uno de los salarios más bajos de Europa, que expulsó fuera de España a centenares de miles de personas que no tenían trabajo. Esa ira que se expresó en las calles muy pronto se convirtió en un momento constituyente y esa gente que estaba en la calle impugnando el régimen empezó a plantear cuáles eran las reglas para salir y empezó a construir en las calles un proceso constituyente, con un sistema electoral diferente, un control de los partidos políticos, una impugnación de la monarquía, de las desigualdades. Y esto lo que logró fue una cosa muy espectacular que creo aún está pendiente en Chile, pero que pienso va a venir, y es que se politizó la sociedad y esta sociedad construyó un relato alternativo. Y de este proceso nace Podemos y es por eso que estamos hoy en el gobierno. 

“Creo que es muy necesario reflexionar en cómo el momento destituyente va caminando hacia un momento constituyente. Como se pasa de la protesta a la propuesta. Todo ese vapor revolucionario hay que convertirlo en las bases de una verdadera transición”.

El asunto es que una transición para que sea de verdad debe contemplar al mundo popular y sus reivindicaciones 

-Hay un autor, Samuel Huntington, que desde finales de los 60, recomienda que todas las transiciones a la democracia se hagan siempre sin desbordar el marco institucional vigente para evitar que haya cambios latentes de modelo. La transición en España es muy copular desde las élites, lo mismo en Portugal en donde se desmantela la revolución de los claveles, en Grecia y por supuesto en América Latina, y también en los países del este. Ese es un modelo marcado por Huntington que busca que la presión popular nunca desborde el marco institucional. Por eso digo que hace falta leer la versión real de la transición que intenté escribirla en un libro que se llama la “Transición contada a nuestros padres” donde mi generación les dice a la de los mayores que deben reconocer que hicieron lo que pudieron y ya está bien porque no fue poco, pero no me digas que fue espectacular porque no puedo explicar las debilidades de mi democracia actual. Pero sin duda, la presión popular que es la que ha descolocado a todo el mundo, es la que debe construir un relato político democrático y viable. 

¿Pero entonces supone que la movilización debe tener algún tipo de conducción política?

-Marx decía Cádiz en 1812 “Actos sin ideas, e ideas sin actos”. Tengo la sensación de que las movilizaciones son actos heroicos y hermosos que aún no están bien canalizados y por otro lado van a emerger como champiñones los intelectuales y los constitucionalistas para decir que es lo que hay que hacer. Entretanto los partidos van detrás del movimiento pero muy enredados, supuestamente con muchas ideas pero no les sigue la gente necesariamente. Creo que es muy necesario reflexionar en cómo el momento destituyente va caminando hacia un momento constituyente. Como se pasa de la protesta a la propuesta. Todo ese vapor revolucionario hay que convertirlo en las bases de una verdadera transición. Porque esto de que Chile se acostó pinochetista y se levantó demócrata es mentira. Como cuando en España nos acostamos franquistas y nos levantamos demócratas. Y después ese franquismo escondido emerge con la extrema derecha de Box que si pudiera fusilaría nuevamente a media España. Todo en algún momento tiene que ponerse en diálogo.

Foto: Vicente Rojas

Hay sectores del oficialismo y la derecha que ha dicho que no existen las condiciones para realizar el plebiscito.

-El movimiento se puede debilitar porque siempre es la extrema derecha la que quiere inyectarle violencia a los procesos. Lo vivimos en España. Hace una semana hemos recordado la semana negra del año ´77 donde la extrema derecha y fuerzas para policiales asesinaron a siete personas para intentar generar terror y frenar el proceso democrático. Si acá en marzo cuando muchos esperan un gran estallido que justifique por la violencia que el gobierno tenga un comportamiento autoritario un alejamiento de sectores medios, el proceso se pone en riesgo. Por lo mismo es importante que se reflexione políticamente.  

Sin embargo, y me parece legítimo hay bastante desconfianza en cómo se conduce el proceso

-Durante la transición en España había una tensión muy fuerte para inyectar socialismo en la democracia. Socialismo europeo, es decir en forma de estado social. Con salarios dignos, jornadas laborales dignas, con derechos laborales, horas extras, pensiones, educación, acceso a la vivienda. Hay mucha presión pero el sistema lo enmascara en una mentira que son los pactos de la Moncloa (1977), que tienen lugar un año antes de la Constitución pero que incorpora algunos elementos para decir a la calle, tranquilos que vamos para allá. Sin embargo, frenan esas demandas sociales. Se presentan como un acuerdo muy inteligente, pero son una trampa. Una artimaña. La discusión que es la misma que he visto aquí es hasta donde puedes empujar. Lo que es cierto es que está todo abierto y lo importante es que el proceso destituyente se convierta en una gran discusión política en cada esquina de Chile. 

Los barrios y la asambleas sean dinamizado en todas partes, el punto es ¿cómo esa demanda se legitima en el futuro proceso?

-Creo que es muy importante que toda esa deliberación, porque hay que pensar que todo proceso revolucionario, que no hay que pensarlo como un acto de violencia, sino como un acto en donde lo imposible pasa a ser posible, permita que toda esa gran discusión que se está dando en Chile, en todos los territorios, asambleas y barrios, cafés y universidades, tengan una expresión real en este proceso constituyente. Se van a conseguir cosas que eran imposibles hace cinco años atrás, y todo esto tiene que mancomunarse. Toda la gente que también está en las calle tiene que debatir sobre las pensiones, sobre el sistema electoral, la amnistía de los presos políticos, las tarifas de transporte. De lo contrario está todo muy fragmentado y no se avanza. 

“Hay que pensar que el fascismo siempre es el plan C del sistema porque también genera reacciones, genera violencia y rechazo. Por tanto el sistema va a buscar fórmulas más amables”. 

La izquierda chilena está fragmentada mientras la derecha tiene un itinerario que es el clásico y una parte llama a rechazar el referéndum 

-Si eso ocurre pasará lo peor como en nuestra transición en España en donde nuestra correlación de fuerzas se transformó como decía Vásquez Montalbán en una correlación de debilidades. En donde el franquismo no tenía la suficiente fuerza como para mantenerse, así como el pinochetismo no tiene toda la fuerza para mantener todo el statu quo. El asunto es que la oposición tampoco tiene la suficiente fuerza para hacer una ruptura y se empieza a conformar con pequeños cambios. Creo que está pendiente esa gran conversación que es la antesala de un proceso transformador estructural, pero que hay que convertir en algo identificable. 

¿Y qué opina que el movimiento no tenga liderazgos políticos identificables?

-Está bien que no existan liderazgos en el movimiento porque los liderazgos frenan el debate horizontal y frenarían la politización. Está bien que quepan todas las demandas, incluso de gente que ha tenido posiciones diferentes incluso del pinochetismo porque eso permite que haya personas que evolucionen y se incorporen. Pero se debe superar la fragmentación o de lo contrario Piñera y la extrema derecha van a dirigir este proceso. 

El Frente Amplio ya sufrió su primera ruptura ¿Es una señal de debilidad que quizá también pueda enmendarse en el proceso?

-El Frente Amplio siempre tuvo más amplitud que frontalidad. Creo que primó más la condición plural que la condición unitaria, porque siempre ha sido muy rehén de figuras mediáticas y de referentes con vida propia que no necesitan vida orgánica que le dé mayor vuelo. Le pasó como a Podemos que ha tenido dificultades para domar el partido y eso siempre te resta porque te falta implantación territorial, porque siempre hay nuevos grupos que quieren ocupar espacios que identifican y al final se alimenta al fragmento. En estas dificultades de la organicidad en un momento tan complicado como el actual las diferentes lecturas del proceso te llevan a la ruptura. 

¿Urge que los partidos estén más conectados con el movimiento?

-Si vas un paso por delante de las masas vas alumbrando, si vas cien pasos es muy probable que te hayas perdido, pero si vas cinco pasos por detrás el movimiento te va a dejar de lado. En estos momentos de cambio hay una suerte de montaña rusa en donde estás arriba y estás abajo. Pero si te caes es más complicado que puedas dirigir estos procesos. Durante la transición en España vimos figuras que parecían relevantes y el proceso se las comió seguramente porque no leyeron bien la realidad y no hicieron un buen diagnóstico de la situación política. 

¿Qué le parece el 6% que marca de aprobación Piñera según las encuestas?

-Las encuestas señalan tendencias y la baja aprobación de Piñera habla del agotamiento de su liderazgo. Aunque hay que tener cuidado porque también las encuestas son capaces de tumbar a un líder que puede ser esencial para el proceso o pueden encumbrar a personajes que no son relevantes. En España dos figuras que las encuestan señalaban como los máximos liderazgos en la izquierda que eran Alberdi en Ciudadanos y Errejón en Podemos están ahora mismo en el basurero de la historia. 

¿Cree que tiene de verdad legitimidad para gobernar?

-La legitimidad solamente encarna si se convierte en actos. Si la legitimidad de Piñera está o llega a una situación como la que vimos en algún momento en Argentina pues tendrá que salir en helicóptero, aunque Piñera va saliendo por la puerta de atrás de algunos lugares y eso llevará a las élites económicas de las cuales él es su mayordomo, no nos engañemos, a decir este no nos puede ayudar. Puede ocurrir y se comienzan a buscar otros nombres. Ahí aparece de todo un poco. 

¿Cómo Kast que representa a una derecha más dura?

-Lo que pasa es que Kast es tan excesivo que se emparenta demasiado con el antiguo régimen. En España a la salida del franquismo, Fraga con otros seis ministros montó Alianza Popular que era un partido residual que solamente cuando evoluciona hacia el Partido Popular y deja de tener esa nostalgia por el franquismo puede ganar las elecciones. Hay que pensar que el fascismo siempre es el plan c del sistema porque también genera reacciones, genera violencia y rechazo. Por tanto el sistema va a buscar fórmulas más amables. 

¿La izquierda debe hacer una relectura del poder?

-Con la caída de la Unión Soviética se hunde la existencia de un modelo alternativo cerrado. Desde entonces algo que ya había empezado en Chile con el Golpe de Estado del ´73, luego la guerra del Yom Kipur y el abandono de los modelos keynesianos por modelos neoliberales, desde entonces la izquierda está a la intemperie, a la defensiva y no hemos sido capaces de construir modelos alternativos. Esta debilidad de casi medio siglo ha dejado el camino libre al modelo neoliberal con todo lo que implica el destrozo del medio ambiente, el incremento brutal de las desigualdades, la amenaza constante de guerras. Sin embargo a su vez vivimos un momento importante de la historia en términos de derechos de las mujeres, alfabetización, mortalidad infantil, pero el miedo de que todo se pierda está ahí y el miedo es el caldo de cultivo de la derecha. La izquierda tiene que repensar el poder porque ahora mismo sabemos lo que no queremos. 

“Es que si se parlamentariza se paraliza el motor que mueve todo esto, por eso es necesaria la calle, porque sin calle no hay transición”

Apropósito del poder a Podemos lo enterraron y ahora es parte del gobierno. 

-Bueno lo dieron por muerto y los medios lo presentaban como un Podemos finiquitado y era todo mentira. Y estamos en un momento delicado para la democracia porque la derecha se instaura en la mentira. La derecha tiene cuatro balas que usa en España, en Europa y en Chile. La bala del miedo que agita la violencia, que asusta a los ancianos, la bala de la fragmentación porque harán todo lo posible a través de los medios de comunicación de fomentar la separación y la diáspora. La bala de la resignación para que la gente crea que no es posible cambiar nada y se quede en su casa, y tiene la bala de la confusión en donde intenta presentar las cosas como no son. El gobierno en España apenas tiene dos semanas y ya enfrenta todas esas balas. Porque como sabemos que los Medios de Comunicación, en su mayoría están en manos de la extrema derecha mienten sin pudor. Entonces las democracias tienen una dificultad profunda porque esta gente que está mintiendo y convirtiendo la información en una mercancía defectuosa, traiciona su condición de bien público. 

Qué le parece la consigna de la Dignidad en el movimiento chileno ¿Se agrega a las consignas de la Revolución Francesa? 

-Es notable y creo que está presupuesta en la idea de la fraternidad, que es la gran olvidada de la revolución francesa en donde se encuentran los subalternos, los que sentimos que hay un trato desigual y nos juntamos para luchar contra dioses, reyes y tribunos. Y por qué hacemos esto, porque suponemos que todos los seres humanos somos iguales en dignidad. El valor esencial de la fraternidad es entender que ningún ser humano es ajeno. Sobre todo esa definición que tiene Apollinaire quien plantea que la dignidad es no dejarse humillar y no humillar a nadie. 

¿Cuál es el mayor riesgo que tiene este proceso constituyente?

-El mayor riesgo de este proceso es que sea una montaña que dé a luz un ratón, porque eso va a generar mucha frustración porque todas las energías utópicas están puestas en este proceso de cambio. Por otra parte todos los muertos, los centenares de mutilados, las violaciones a los derechos humanos, si todo eso se queda en nada se regresará a un momento de acopio de energías para el siguiente levantamiento pero se perdería tiempo, más vidas y habrá resignación. Ahora por otra parte el logro puede ser la deliberación y conseguir una Constitución que democratice este país. Que consiga que la derecha que vive en un golpe de estado, de la dictadura y del emparentamiento con el franquismo se democratice. No nos olvidamos de Pinochet con su capa en el funeral de Franco. Chile necesita que la derecha salga de esa ensoñación fascista. Eso sería un gran logro, pero con miedo es imposible, y con violencia perdemos fuerza. Por esto creo que es bueno dialogar en este proceso con esos  sectores que estén dispuestos a asumir principios democráticos y aislar a sectores más reaccionarios. 

¿Pero también es peligroso que se parlamentarice este movimiento?

-Es que si se parlamentariza se paraliza el motor que mueve todo esto, por eso es necesaria la calle, porque sin calle no hay transición. Por eso decía que en la explicación de la transición real hay que recordar que durante los años ´74 al ´79 y la Constitución es del ´78 son los años de mayor conflicto laboral de España. Sin la gente en la calle reclamando derechos sociales que también son derechos políticos no hay solución. Por lo mismo no puede haber un divorcio del Frente Amplio y el mundo más progresista con la calle porque eso condena a la calle a estar ausente de deliberación política y condena al Frente Amplio y a sectores progresistas a estar faltos de músculo popular. Estos procesos son montañas rusas y lo que conviene es no alejarse demasiado del pulso trasformador. El sujeto de cambio está en las calles y hay que respetarlo y hay que cuidar ese proceso. 

Aunque la calle siempre está bajo la amenaza de la militarización. Del estado policial

-Hubo sectores moderados que tenían oído musical para la expresión ruido de sables y que por tanto cedían en cosas como la Monarquía. Cuando ahora decimos no nos gusta la monarquía, nos dicen ¡Ah! A verlo dicho. Porque si íbamos demasiado lejos vendría un levantamiento militar. Siempre habrá un argumento para que no haya transformaciones. Por eso el poder no va a ceder nada realmente relevante en términos parlamentarios. Va a ceder solo cuando lea que la calle le puede pedir más. Si la derecha cedió al proceso constituyente es porque tenía miedo a ceder más. Eso es evidente. Lo que está claro es que hay una realidad y es que hay un proceso constituyente y hace falta que todos remen en esa dirección. 

¿Cree que termina acá en Chile el modelo neoliberal?

-Eso suena bonito pero el neoliberalismo ha extendido sus tentáculos por todo el mundo. Creo que sería muy hermoso porque si Chile puede nosotros también podemos. 

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