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Cultura

5 de Abril de 2009

El James Joyce del rock

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Este 2009 se cumplen 40 años de la sinigual carrera musical del grupo francés Magma, creadores de la llamada música Zeuhl. Hay quien dice que Christian Vander, su líder y fundador, es el James Joyce del rock. Ésta es la singular historia de la banda y de una curiosa cofradía de chilenos que los han seguido, oído y hasta conocido con fidelidad absoluta.

Por Juan Pablo Abalo

Para cualquier grupo musical, del tipo que sea, cumplir 40 años dedicándose exclusivamente a hacer música es definitivamente una proeza, sobre todo si ésta, al cabo de tal período, no ha perdido nada de su fuerza originaria. Y más si se considera que la trayectoria del grupo ha sido por caminos musicales independientes, marginales incluso, con sellos propios y difusión escasa.

Es el caso justamente del grupo francés Magma, que acaba de cumplir cuatro décadas haciendo un sinigual entrecruzamiento, antes que nadie lo hiciera, de los espíritus del jazz y del rock, generando un trabajo de reconocida y sorprendente originalidad, que en plena década de los 70 y hasta hoy, renovó por completo, aunque desde cierta penumbra, la escena musical europea.

METRALLETAZOS

Fundados por el baterista, compositor y una de sus principales voces, Christian Vander, Magma ha completado recientemente la grabación de cuatro conciertos en DVD (entre 2006 y 2008), los que, bajo el nombre de “Mitos y legendas I, II, III y IV”, reúnen las obras más significativas que el grupo ha compuesto.

Desde 1969 a la fecha han pasado alrededor de 40 músicos por Magma, algunos yendo y viniendo; el único que permanece, indispensablemente, es Vander, y Stella, que fue su esposa en un principio y ahora, aunque divorciados, sigue tocando con él. Y en estos cuatro conciertos conmemorativos volvieron, ya viejos, los músicos que tocaban en los principios, dos, tres, cuatro décadas atrás.

En sus comienzos, la factura de Magma era antes que nada próxima al jazz, género desde donde la mayoría de sus integrantes provenían. Para Vander su crianza musical fue determinada en buena medida por figuras como Elvin Jones, Art Blakey y en especial John Coltrane (su músico predilecto).

Con estos referentes musicales, Vander inventó una nueva lengua, el “kobaiano”, que es una jerga de sonido alemanote, inserta en una mitología, la kobaiana, que de adolescente a uno lo fascina y de mayorcito digamos que interesa menos pero no entorpece la audición de la música; en kobaiano, pues, Magma canta su música “Zeuhl”, es decir, su “Música Celestial”.

Y con este idioma y acompañado siempre de un signo inconfundible, Vander recolectó a quienes lo acompañarían en esta decidida travesía musical, entre los que destacan Didier Lockwood, Klaus Blasquiz, Bernard Paganotti y Jannick Top. Con ellos irrumpió, con una fuerza inusitada y sorprendente, en el panorama musical europeo, tan literalmente que en sus primeros conciertos terminaban amenazando al público con metralletas que parecían verdaderas, obligándolos a que gritaran y arrancaran despavoridos del lugar, haciendo del griterío y la estampida el final de la obra. Por su osadía experimental, por la creación de nuevos lenguajes y por el sofisticado trabajo con la tradición que subyace en sus creaciones vanguardistas, Vander es considerado por muchos como el James Joyce del rock.

TRAYECTORIA

Luego de sus agresivos inicios, en Magma se fueron templando, concentrándose en hacer una música en donde la improvisación y la estructura confluyen casi de manera perfecta, como se escucha en los trabajos del principio: Kobaia (1969), 1001º (1971) y MDK (1973). A fines de los 70, el grupo renueva su contingente y comienza un segundo período, inclinado a una forma de canción más tradicional (Attahk, Retrospectiw), para en los 80 llegar a hacer un disco pop, Merci, que sirve para incluso bailar meneítos.

Y en los noventa, Vander deja en suspenso el nombre de Magma para dedicarse a proyectos derivados, como los jazzeros “Offering”, “Vander trío” y “Vander cuarteto”. También en estos años Vander deja las baquetas y trabaja en discos de otro tipo, más introspectivos, como “Les Voix”, donde hace gala de su ennegrecida voz, o “Babayaga”, disco donde un coro de niños canta junto a Magma, y disco, dicho sea de paso, que el famosísimo DJ chileno Ricardo Villalobos ha remixado electrónicamente, causando furor en fiestas del tipo.

En conciertos casi mántricos, Magma mueve a sus fieles seguidores a estados de delirio saludables. Obras de 40 minutos, sin pausa, con momentos que van desde la explosión de una batería sin contención y un bajo saturado hasta momentos en que parece quedar colgando de un hilo la tecla más aguda del piano Rhodes. Una influencia fuerte en Magma, sobre todo en el trabajo rítmico, es la extraordinaria obra de Igor Stravinsky, en particular “La consagración de la primavera”. Y es que, como si de música de cámara se tratara, cada músico de Magma maneja su instrumento con una técnica admirable, y Vander administra sabiamente los espacios para que cada músico explore su creatividad de manera funcional al grupo.

LA TIENDA DE CHANDÍA

En Chile, la llegada de la música de Magma sucedió aparentemente el año 73, cuando un profesor de la Universidad Austral de Valdivia, fanático de la ópera, trajo desde Alemania la grabación de Mekanik Destruktiw Kommandoh, obra central Magma, de 45 minutos de duración. Se la hizo escuchar a Ricardo Riquelme, uno de sus melómanos alumnos, quien transmitió por radio, desde Valdivia, la grabación. Diez años después, en Santiago, Javier Chandía, otro ex alumno de dicha casa de estudios, trajo consigo de Europa otra de las obras macizas de Magma: “Kohntarkosz”, y comenzó a difundir secretamente a Magma en Chile.

Para Chandía, hoy radicado en Londres, Magma es “uno de los pocos grupos de rock que abren las puertas de lo desconocido”. Por ello es que, en marzo de 1993, en los últimos pisos del Dos Providencia (caracol comercial ubicado en el corazón del Paseo Las Palmas), entre peluquerías, sastrerías, tiendas de ropa y fotocopiadoras sin tinta, puso, junto a Andrés Recart, un local de venta y grabación de discos, bautizada como “Zebehn Discos”, especializada en Magma.

En el local se reunían toda clase de seres humanos, de edades tan distantes como distantes eran sus ocupaciones: desde estudiantes hasta viejos jubilados. Los unía el gusto por las músicas más desconocidas e impopulares. Rarezas notables, “chuecuras” rituales, discografías completas de Sunra, Robert Wyatt o Carla Bley, los inventos de John Cage, una buena colección de músicas medievales y étnicas o electrónicas de las que en Chile ni se sospechaba, como las de Autechre o Kraftwerk, eran solo una parte del complejo catálogo de la “Zebehn Discos”.

Así fue como la “Zebehn Discos” se convirtió en una de las tiendas míticas de Santiago. Por las tardes caían de a poco los parroquianos y, entre las ganas de compartir audiciones complejas y contarse las penas y alegrías, se fueron generando vínculos fuertes. Atentando de lleno contra la lógica de mercado, las puertas se cerraban y el local quedaba como un satélite perdido.

Chandía se contactó con Christian Vander en 1995 por medio de un productor de grupos psicodélicos que fue a un concierto del grupo en París. Vander, sorprendido de tener seguidores en Chile, le envió de vuelta cds, posters y los contactos para que él distribuyera el material del grupo en Chile. Todo marchaba bien, los de siempre se reunían semanalmente en el local y otros nuevos se asomaban curiosos. Sesiones de cine y discusiones intensas dieron vida a la tienda, hasta que llegó la crisis asiática y el pirateo, cóctel que significó el definitivo kaput de la “Zebehn”: los socios dejaron el local, Recart derivó en otros trabajos y Chandía emigró a Inglaterra. Por su parte, los parroquianos se dispersaron, pero muchos, si no todos, siguieron escuchando al grupo y consiguiéndose sus nuevos discos, a la espera, algo utópica, de que Magma venga a Chile. La vez que estuvo más cerca del país fue a fines de los 90, cuando dió un concierto, junto al grupo Gong, en Ciudad de México.

¿DÓNDE ENCONTRAR A MAGMA?

Al grupo mismo se lo puede encontrar en las afueras de París, pero sus discos pueden, en primer lugar, degustarse en Youtube, y posteriormente los interesados podrán comprarlos en las disquerías del circuito Paseo Las Palmas-Interprovidencia, o si no directamente con el sello del grupo: www.seventhrecords.com.

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