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Poder

28 de Junio de 2011

Cuatro joyas del disco duro de un vendedor de armas

En el disco duro del vendedor de armas, constan detalladas descripciones de secretos militares de la Armada chilena. Los sistemas de comunicación y de disparos de las fragatas holandesas están ahí, además de correos con altos oficiales coordinando la compra de municiones. Así se negocia de gobierno a gobierno.

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La cena en el Stella Maris donde se cocinó la compra

Guillermo Ibieta siempre ha sostenido que la comisión de 800 mil dólares que recibió por parte de la holandesa SMS para intermediar con las autoridades chilenas es legal. También, que le cupo nula participación en los procesos de negociación y la posterior adquisición en el 2005 de las cuatro naves de guerra, que llegaron a Chile en el 2006 y 2007. Sin embargo, en su disco duro está la primera reunión entre la armada nacional, su similar holandesa y los diplomáticos.

Ibieta, en un correo electrónico enviado al entonces almirante activo Juan Basili (a quien el intermediario de armas llama coloquialmente por su segundo nombre, Patricio y no por el primero, como se le conoce en la Armada), le recuerda que está convocado a una cena en el restorán Stella Maris, ubicado en Cochoa, en la comuna de Con Con, mirando las aguas del Pacífico.

Los asistentes fueron el propio Basili y el entonces vicealmirante Óscar Manzano, a la sazón Director General de los Servicios de la Armada de Chile DGSA, más Ibieta, representando a su empresa, Serlog. También concurrieron Thijs de Jong, director de ventas para América Latina de Royal Schelde Marine, estatal holandesa que vendió las fragatas; su colega René Berkvens; el almirante holandés Peter van der Struis, entonces Director de Material y Hinkinus Nijenhuis, embajador en Chile de los Países Bajos. Y otro comensal: el general (R) Víctor Lizárraga, quien trabaja con Ibieta y que espera la confirmación o revocación de una sentencia a 10 años de cárcel por el homicidio del coronel Gerardo Huber, en el marco de la investigación por el tráfico de armas a Croacia de 1991.

La red bancaria

Como todo vendedor e intermediario de armas, Ibieta debe pagar comisiones y también recibirlas de parte de las empresas. Para ello necesita no sólo operar rápido, sino también entidades financieras. Y lo hacía con el BCI de Miami, el BBVA, el Security, el Washington Mutual, sede Florida, EE.UU. Otro que usaba es el Plusintbank ubicado en el mismo estado, cuya cuenta corriente fue cerrada en 2007. Ibieta en un correo pide explicaciones del por qué, pero no se las dan.

La razón quizás es que dicho banco se enteró que en Chile su cliente estaba siendo investigado por el Ministerio Público por las comisiones que recibió por los tanques Leopard al Ejército. Esta última institución le pagó una pequeña comisión -1.120 dólares- por el contacto con la Comercial Cars de España para repuestos para los blindados alemanes en 2007, las que fueron depositadas en el BancoEstado. Para estos dineros, Ibieta no sólo operaba con Serlog, Eurotechonology, sino también con Heritage y Guifer.

Existen también otras sociedades -Neuron, Inalim y Nagai- que si bien están relacionadas con importaciones de frutas, seguridad industrial y correo privado en Argentina, conforman también el patrimonio de Ibieta. Todas son investigadas por el fiscal Carlos Gajardo. En los mails de Ibieta también aparece una carta reclamo al Ejército porque no le ha pagado, en circunstancias, dice, que los papeles están en regla. El tema es que el dinero estaba en el Banco Riggs, el mismo que le ayudó a Pinochet a esconder el dinero ilegal.

Las fallas de las fragatas

Las fragatas holandesas, antes de llegar a Chile presentaban problemas de repuestos. Se trataba de tarjetas de circuitos integrados que comunicaban las turbinas de las naves de guerra. También faltaban las consolas de interconexión con las naves que la Armada ya tenía. En un correo del 5 de septiembre de 2005, antes que llegaran las naves a Chile, Ibieta se comunica con el almirante (r) Juan Patricio Basili quien trabajaba como gerente de Asmar, señalándose este problema.

Esto derivaría a que en 2007, Asmar y la propia Armada debieron incurrir en gastos excepcionales y pedirle no sólo a las empresas holandesas la posibilidad de una reingeniería de circuitos y construir otros para adaptarlos a las naves. Parte de esta historia, además, se ve reflejada en un mail enviado por Ibieta a su contraparte de la SMS, donde le indica el 28 de febrero de 2006, a sólo una semana que llegara la primera fragata, que “Asmar está en una posición difícil”, ya que no contaba con personal calificado para que se arreglaran en el astillero nacional. En la Marina reconocieron el problema en forma extraoficial, pero aseguran que se encuentran “completamente operativas”.

Cómo sacar provecho de las fragatas

El 3 de febrero de 2004, Juan Tapia Villalón le envió a Ibieta un correo electrónico. En él adjuntó un documento que llamó “aspectos generales”, indicándole “sólo para tu conocimiento”. En él puede leerse información de alta sensibilidad para la Armada, como si los datos que allí se mencionan hubieran sido obtenidos de una fuente con alto acceso. Hay que recordar que Tapia es socio del entonces almirante Patricio Basili en la empresa Norbar.

Pues bien, Tapia le indica a Ibieta que la Marina “está considerando comprar repuestos a la Armada de Holanda directamente. Esto nos parece una amenaza y que habría que conversarlo”. A renglón seguido le señala “Creo que es fundamental tratar de ofrecer munición, tal vez le podamos ofrecer munición coreana a la Armada de Holanda, como para ambas marinas”, escribió Tapia. Ibieta intentó este negocio, pero no resultó.

Sí lo logró con la italiana Simmel Difesa y ganó más de 100 mil euros. Todo amarrado. En otro mail, del 20 de marzo de 2003 (recién se negociaba de Estado a Estado, supuestamente y faltaba más de un año antes que se firmara el contrato de compra), Tapia Villalón le envió a Ibieta unos documentos adjuntos.

Se trataba de nada menos que de las bases con las que se redactaría el contrato y que firmaría el gobierno de Lagos, a los que se sumaban los comentarios hechos por el alto mando de la Armada. Algunos de estos últimos hacían referencia a las dificultades en la ventilación, la temperatura al interior del barco, el lanzamiento seguro de torpedos, entre muchos otros que habrían sido un dulce para cualquier espía extranjero. Ibieta, en todo caso, asegura que nunca tuvo injerencia en la adquisición.

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