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Opinión

10 de Julio de 2011

El matrimonio gay en cartas

Hace algunas semanas, Jaime Parada Hoyl -candidato a doctor en historia en la PUC y coordinador del Centro de investigación de Historia de Chile Contemporánea de la U. Finis Terrae- intercambió una seguidilla de correos con un familiar que, respetuosamente, le pedía que le explicara las bases de la demanda de un matrimonio igualitario. Este es el decidor intercambio y la prueba de que estas cosas se pueden discutir sin gritos y sin catecismo.

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Foto: Alejandro Olivares
Lectura de foto: Jaime Parada Hoyl en la marcha por el matrimonio igualitario.

(Jaime:)
Tanto tiempo! Cómo va todo? Espero que bien :)
Oye, me gustaría ahondar un poco más en mis propios conocimientos y convicciones. Si no te molesta y sin ánimo de causar conflicto entre nosotros, me podrías dar tu postura respecto del matrimonio homosexual? No quiero faltarte el respeto, por favor no me malentiendas, pero creo que tú tienes argumentos de peso sobre el tema y me gustaría conocerlos.
Un abrazo, cuídate mucho y nos vemos en la prox. reunión familiar.

Estimado,
No es necesario que te disculpes, me doy cuenta de que es una pregunta formulada con respeto. No hay que temerle al intercambio de ideas, así que celebro que quieras saber mi opinión.
Siéntate, porque es un tanto largo.
Lo primero que te pido es que te aproximes al tema desde la empatía y no desde la filosofía. Porque teorías filosóficas hay para todos los gustos; yo, por ejemplo, encuentro en Michel Foucault un referente intelectual y filosófico que sostiene gran parte de lo que pienso. Otros se inspirarán en intelectuales católicos y/o conservadores, lo que es válido.
Sin embargo, encuentro que el problema es de humanidad, no de posiciones teóricas. Por eso te pido, por un minuto, ponerte en los pantalones de los que son distintos. Y ojo: dígase lo que se diga, quienes somos “distintos” no elegimos serlo: sólo nos tocó. Esta no es una “opción sexual”, sino una condición. Ser negro, indio, cojo, mujer, son condiciones no elegidas voluntariamente por las personas. Y sin embargo, a todos ellos se les discrimina o se les discriminó: no necesito hablarte de toda la lucha que significó reconocer a los indígenas americanos como seres humanos; o a los negros en la época de los civil wrights como sujetos de derecho; o a las mujeres como potenciales electoras.
La pregunta central es: ¿crees que, pudiendo elegir, hubiera optado por ser homosexual? Te la respondo con sinceridad: no. A nadie le gusta ser un outsider, ser apuntado con el dedo y soportar que te llamen maricón sólo porque te tocó vivir algo distinto. ¿No crees que hubiera sido más fácil para mí casarme, tener hijos y vivir una vida convencional? Mi vida sería más tranquila, te lo aseguro.
Así las cosas, después de 3 años de sicoanálisis, de una infancia relativamente triste, etc., etc., decidí tener la vida que me corresponde: una vida de verdad.
Vuelvo al punto. Ponerse en el lugar del otro significa estar abierto a escuchar, y si es que lo que escuchas te es satisfactorio, a conectarte con el otro, en este caso desde su debilidad. En mi caso, debilidad frente a la falta de derechos para ejercer mi humanidad tal como me fue dada por la naturaleza. Digo naturaleza, porque no creo en dios.
1.- Aquí el problema es de igualdad ante la ley. Si se sabe que sobre un 10% de la población es homosexual, ¿por qué se la excluye de derechos tan básicos como regular su situación patrimonial, previsional, y consecuentemente, su estatus social? Algunos dirán: “no se puede legislar para la minoría”. Bueno, a esos habría que recordarles que existen leyes que regulan a las minorías lisiadas, por ejemplo, proveyéndoles infraestructura para su correcto desplazamiento. Si no son leyes, por lo menos son regulaciones municipales. Pero las hay.
Precisamente por esto el argumento que apela a lo histórico (“es que las cosas siempre han sido así”) no tiene valor alguno. Los que antes eran despreciados, hoy son integrados con leyes especiales para indígenas, antidiscriminación, de paridad de géneros, etc. Y en este sentido, los conservadores tarde o temprano tienen que dar un paso al lado, o bien, ser atropellados por el flujo de la historia de una humanidad que cada vez se hace más humana, porque se reconoce más diversa.
2.- Para mí, el matrimonio es una institución social, no religiosa. Aunque su raíz histórica lo sea, el matrimonio que interesa a los homosexuales es el civil. Si reconocemos que es una institución social, entonces convengamos que, en tanto institución, tiene que evolucionar junto con la sociedad que hace uso ella para formalizar el amor de dos personas, otorgándole derechos y deberes a los “contrayentes”.
3.- ¿Fines procreativos? ¿Ley natural? No me la compro. Los conservadores han usado y abusado de esos argumentos para justificar su postura, pero debo ser claro: procrear y casarse son cosas distintas. La gente se casa porque se ama: como consecuencia de eso nacen hijos en la mayor parte de los casos; pero en otros no, porque no quieren o pueden. El “coito” (palabra horrible) y el matrimonio no tienen nada que ver. El que no quiera ver que sobre el 60% de los hijos en Chile nacen fuera del matrimonio, entonces está tapando el sol con un dedo.
4.- Dicho lo anterior, mi punto es que la sociedad tiene que reconocer que hay amores diversos. Porque esto se trata de amor, de nada más. Reconociéndolo la sociedad, entonces el Estado estará en condiciones de hacer algo por los excluidos. Finalmente, nuestra postura se reduce a: amo a una persona de mi mismo sexo y quiero formalizar mi unión con ella. Por eso quiero que el Estado (ese que me cobra impuestos y me llena de obligaciones) proteja mi unión tal como lo hace con la de los heterosexuales.
5.- Con esto concluyo. Ante el argumento de “la sociedad no está preparada”, digo: cada día que pasa, los homosexuales podemos expresar nuestros puntos con mayor libertad. Ello es señal de que la sociedad se está preparando. ¿Está lista?: NO. Pero sabes: mientras la sociedad “se prepara”, hay un montón de personas que nos sentimos discriminadas. Un ejemplo: no me dan un crédito bancario para comprar una casa con mi pareja, porque la sociedad no reconoce que dos personas de un mismo sexo, que se aman, pueden tener la intención de sumar sus rentas para algo tan simple como tener una casa. ¿Qué hacemos con ello? Empujar la preparación de la gente, comenzar a salir del clóset (expresión también horrible) y demostrar que somos tanto o más “normales” que muchos (podríamos hablar un año de “normalidad”, “normalidades”, “heteronormalidad”, etc., pero no viene al caso)
En mi entorno, por ejemplo, mi homosexualidad no es tabú: pese a que trabajo en una U de filiación católica, hablo con libertad de Felipe y mis cercanos me preguntan por él (porque además es un wn bacán). En mi casa, pese a lo que les haya costado, me respetan, me quieren y quieren a Felipe. Todos mis amigos son heterosexuales; me relaciono con sus hijos, juego con ellos y yo procuro que me vean como alguien común y corriente. ¿Por qué ocultarme entonces? ¿Por qué esperar poco del Estado, de la sociedad, si todo mi entorno heterosexual me da mucho?
Este es un problema de derechos civiles, porque nadie se está metiendo con el matrimonio eclesiástico. Es, además, un problema social, no sólo de los gay, sino de todos quienes tengan un cercano que lo es, sea amigo, pariente, compañero de curso, etc. Si se es empático, si se quiere a las personas por lo que son, entonces: este es un problema de todos.
Un abrazo
Jaime

(Jaime:)
Gracias por esto, ha sido muy interesante. Tengo preguntas respecto a ciertas cosas que dijiste.
1.- Dado que de haber sido entregada la posibilidad de elegir no habrías elegido ser homosexual, ¿estarías dispuesto a someterte a alguno de los tratamientos que algunos científicos/doctores dicen haber creado para “curar” la homosexualidad? Suponiendo, obviamente, de que tienen razón y de que es algo que se pueda “curar”.
2.- Yo estoy de acuerdo de que los homosexuales y las lesbianas tienen derechos al igual que los heterosexuales, y situaciones como el crédito bancario o la falta de derechos hereditarios me producen un sentimiento gigante de injusticia. El problema que veo desde la perspectiva legal es que el cambiar la ley de matrimonio civil actual llevaría, inevitablemente, a permitir la adopción por parte de parejas homosexuales. No me estoy pronunciando al respecto de la adopción, pero la ley de adopción se basa en el concepto de familia, concepto que es recogido por la ley de matrimonio civil y que si aceptara a las parejas homosexuales, ampliaría el concepto de familia permitiendo la adopción. Esto es algo que les provoca un dolor de muelas aún más grande a los grupos más conservadores que sólo permitir el matrimonio homosexual, por lo que habría que realizar muchísimo trabajo legislativo para separar ambas cosas. ¿Cuál es tu postura respecto de la adopción?
3.- Lo último es que cambiar la ley en materia sucesoria dándole derechos a las parejas de hecho ¿no sería “suficiente” para que las parejas homosexuales se sintiesen satisfechas en esta sociedad?
Gracias por la paciencia y el tiempo

Estimado, aquí mis respuestas:
1.- No estoy enfermo; ni soy enfermo. Que a la gente gay le cueste asumir su sexualidad, que lo pase mal en el proceso, no quiere decir que tengan una enfermedad. Sólo habla de una sociedad que, al ser incapaz de incluir al otro, lo degrada hasta el punto de que aquel tiene que esconder su esencia. Las consecuencias sicológicas son severas. En Estados Unidos, por ejemplo, la cantidad de suicidios vinculados a adolescentes que no pueden vivir con su sexualidad es tan alarmante que dio origen al proyecto It gets better: http://www.itgetsbetter.org/ , destinado a que los cabros se acepten para que no tengan que terminar con su vida. Hasta Obama sale hablando en uno de los videos. ¿Se suicidan por su enfermedad? NO: se suicidan porque su entorno los hace sentir enfermos y miserables.
Existe consenso científico de que la homosexualidad no es una enfermedad. Eso quedó saldado el año 1973 por la American Psicologycal Asociation (APA), que la sacó de su lista de enfermedades mentales. Demás está decir que es una de las asociaciones científicas más serias y respetadas del mundo. (Gonzalo Rojas Sánchez, a quien debes conocer, dice que esto fue una consecuencia del intenso lobby hecho por los gay de esa época, pero eso no tiene asidero)
Dos datos adicionales:
a) Los únicos –o entre los únicos- en Chile que promueven terapias “curativas” para la homosexualidad pertenecen a la U. de los Andes. No hay que ser demasiado perspicaz para constatar que la relación entre homosexualidad e intolerancia religiosa tienen ahí un espacio privilegiado. Una universidad laica, o una católica menos dogmática, JAMÁS instalaría un consultorio para tratamientos como ese, como sí sucede allí. En este sentido, quienes creen que pueden tratar la homosexualidad como una enfermedad son una inmensa MINORÍA del rubro de los sicólogos. De hecho, apenas se supo en Chile lo que hacen en esa U., los sicólogos se les fueron encima en masa.
b) Tales terapias están actualmente en la mira. La semana pasada estuvieron en las noticias, pues ha habido una serie de suicidios vinculados a gente que no resistió los años y años de terapia sin resultados.
Eres inteligente, no te engañes: promover terapias contra ese “mal” tiene un sentido político: convertir al “distinto” en “enfermo” significa anular la legitimidad de sus reivindicaciones. A los enfermos se les aparta, no se les reconoce legalmente. Así ha sido la sociedad occidental desde el siglo XVIII por lo menos.
2.- La ley y la adopción.
No soy abogado, ni sé qué dice el Código Civil (del siglo XIX por cierto) respecto de la familia, pero: no te has preguntado: ¿Cuál es el tipo de familia predominante en Chile? Si las respuestas son “diversa”, “monoparental”, “de padres separados”, “de nietos que viven con los abuelos”, “de hermanos que se cuidan entre ellos”, etc., ¿no será hora de aceptar que una pareja del mismo sexo pueda tener sus hijos? Si esto cambia lo que dice el Código Civil, créeme que me da lo mismo. Para eso están los legisladores, para que hagan la pega. Si hay que cambiar 10 mil artículos, de 3 códigos distintos no es mi problema.
Si el reparo es moral, entonces estamos hablando de otra cosa. Como estudiaste derecho romano, sabrás que “mores”, en latín, alude a las costumbres. Bueno: si las sociedades cambian, también lo hacen sus costumbres. Y en este sentido, la composición de la familia también. Personalmente, hasta hace unos pocos años pensaba que no era “natural” que un niño tuviera dos padres, o dos madres. Mi argumento era que padre y madre formaban un equilibrio único. Sin embargo, con el paso del tiempo me he ido convenciendo de que esto no es así; más bien es casuístico. Todos los homosexuales nacimos de padres hetero, por lo que una familia convencional no es garantía de nada. Y al revés: una familia homoparental no es generadora de hijos homosexuales. Sabrás que hay estudios para todo, pero como esos estudios siempre estarán manipulados por la subjetividad del científico, te invito a ver este video:

3.- Derechos sucesorios.
No, no es suficiente el asunto de los derechos sucesorios. El tema es mucho más grande que eso, pues pasa por la dignidad del 10 o el 12% de la población. Hay temas de salud, de previsión, de deberes y derechos de las partes, de paternidad, que son trascendentes y tienen que ver con cómo la sociedad se relaciona con una minoría que está sujeta a un Estado laico, teóricamente inclusivo y destinado a proteger a TODOS por igual. Tengo 33 años, comprenderás que mi prioridad no es lo que pasará con los bienes de Felipe y viceversa. Mi prioridad es alcanzar un estatus de dignidad que nos ha sido negado sistemáticamente por lobbystas confesionales de la centro-derecha católica, la misma que olvidó que la Iglesia y el Estado se separaron en 1925.
Un abrazo y espero haber respondido tus dudas,
J.

Respondiste todo,
y encuentro mucha razón en muchos de tus puntos. Me gustaría aclarar solamente que jamás me compré el hecho de que la homosexualidad fuese una “enfermedad”.
La pregunta apuntaba un poco más a un caso hipotético, en el caso de que realmente existiera cura, si la tomarías.
En todo caso, el hermano chico de una buena amiga se suicidó en 2008 por no poder “salir del clóset”. Tenía 14 años. Me llenó de alegría cuando tú lo hiciste, no porque quisiera que fueras gay, sino porque entiendo, solo de un modo racional ya que no lo viví, lo dura que es la sociedad en estos temas, y al final todos sufrimos una pérdida por no saber tolerar. Me alegro que seas feliz con Felipe y ojalá, algún día en algun evento familiar, me gustaría conocerlo.

Gracias por todo tu tiempo y paciencia :)

Un abrazo.

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