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Mundo

8 de Marzo de 2013

La epopeya de los venezolanos para decirle adiós a Chávez

Miles de seguidores del presidente venezolano, Hugo Chávez, vivieron hoy una epopeya para despedir al fallecido líder bolivariano en un recorrido que cumplieron por igual ancianos, personas en sillas de ruedas y mujeres con bebés en brazos. Con euforia e ilusión por darle el último adiós a un líder amado por amplios sectores de las […]

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Miles de seguidores del presidente venezolano, Hugo Chávez, vivieron hoy una epopeya para despedir al fallecido líder bolivariano en un recorrido que cumplieron por igual ancianos, personas en sillas de ruedas y mujeres con bebés en brazos.

Con euforia e ilusión por darle el último adiós a un líder amado por amplios sectores de las clases más humildes y visto con aversión por otros tantos venezolanos que no comulgaron con sus creencias y métodos, la capilla ardiente del presidente venezolano se convirtió desde el martes en la noche en el objetivo de una multitud.

El féretro de Chávez, fallecido hace dos días a los 58 años a raíz de un cáncer, fue abierto al pueblo venezolano para que fuese despedido por incontables simpatizantes, que aguardaron a lo largo de varios kilómetros y debieron lidiar con el sol y el desorden de quienes querían llegar rápidamente.

En el largo recorrido se observó una fila indefinida de rostros llenos de llanto, risas, vehemencia y cansancio.

“Llegamos de Valencia (centro) como a las 9.30 de la mañana, más de cinco horas en fila y no creo que pueda verlo, pues no hay paso (…) yo entré hasta acá porque un guardia me agarró y me trajo hasta este lugar”, expresó Aura Cabrita, un ama de casa de 72 años.

Varias personas amenizaban el paso lento de la extensa fila hacia la Academia Militar con guitarras, canciones y consignas bolivarianas, mientras se desplegaban pancartas con mensajes alusivos a Chávez.

No faltaron los comerciantes improvisados que vendían alimentos, bebidas, pulseras, postales, almanaques y hasta aretes con el rostro del presidente.

Cientos de militares organizaban cuatro filas que convergían en la entrada de la Academia.

Justo al borde del patio de ese recinto se desplegaba un cercado con una estructura metálica que obligaba a las cuatro filas a toparse en un embudo de cientos de seguidores, que se abalanzaron como una avalancha humana con el ímpetu de acceder por el único punto de entrada.

“Aquí nadie se organiza, esto da tristeza, todos queremos ver al comandante pero los militares no ponen orden”, comentó Isaura Rodríguez, una administradora de 38 años, que debió soportar alrededor de 15 horas en fila y optó por retirarse sin poder ver a Chávez.

La desorganización hizo que la multitud desbordara barreras metálicas y de militares en las cercanías, hubo quienes se desmayaron tras ceder al calor y a los empujones que expresaban el desespero por lograr ver el féretro.

Una palestina de 45 años, llamada Hanal El Hawi, recorrió el largo frente del patio militar sin interés alguno por acceder a la Academia, y con una bandera de Palestina.

“Llegué a los 13 años a Venezuela, para nosotros la desaparición física de nuestro presidente Hugo Chávez no es una pérdida (…) él ha sido uno de los pocos líderes que se pronunció ante el mundo sin miedo, ante esas potencias para defender a los más oprimidos y los más débiles”, comentó El Hawi.

Quienes lograron atravesar las dificultades llegaron al patio de la Academia Militar para toparse con otra zigzagueante fila vigilada por militares, que obligaban a las personas a sacar las baterías de sus teléfonos personales.

Tras pasar horas y más horas los afortunados lograron llegar al féretro de Chávez.

A paso veloz se puede observar a Hugo Chávez con su inconfundible boina roja de paracaidista, vestido de verde militar, con la banda presidencial en el pecho y el collar de la Orden del Libertador.

“Vi al presidente como si estuviera durmiendo (…) él se nos fue físicamente, pero está espiritualmente con nosotros”, declaró Alex Mayora, comerciante de 49 años.

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