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Opinión

25 de Marzo de 2013

Hunter Carter, abogado que patrocina denuncia ante CIDH contra Chile: “El AVP es una forma de discriminación”

Litiga en Estados Unidos a favor del matrimonio igualitario y ahora trabaja en la denuncia que el Movilh presentó ante el sistema interamericano contra Chile por no reconocer matrimonios de personas del mismo sexo. Es optimista sobre el futuro de las demandas de la comunidad gay. “Los seres humanos no somos perfectos –dice- pero somos iguales ante la ley”.

P. V.
P. V.
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Foto: alejandro olivares

Hunter Carter es un peso pesado del derecho en Nueva York. Abogado socio de Arent Fox, una oficina que cuenta con más de 350 integrantes, se ha desarrollado en el derecho comercial y litiga causas millonarias. Pero además trabaja pro bono, es decir gratis, cuando le llega algún caso. Actualmente se encuentra en un equipo de abogados que tramitan ante la Corte Suprema estadounidense a favor del matrimonio igualitario. Y junto a su colega, el chileno Ciro Colombara, patrocina la denuncia que el Movimiento de Liberación Homosexual, Movilh, presentó en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos contra el Estado Chileno por lo mismo. El matrimonio homosexual. Se trata de parejas que, habiéndose casado legalmente en Argentina y en Canadá, no pudieron inscribir sus matrimonios en el Registro Civil chileno.

El mismo Carter está casado. A Chile vino con su esposo, César. Su matrimonio, dice, fue emocionante. Pero no se trata solo de emociones. Los casos que litiga en Estados Unidos tienen que ver con los derechos que se niegan a las parejas casadas a nivel federal. Explica:
-Por ejemplo, César y yo pagamos impuestos como si fuéramos casados. Pero en el estado de Nueva York es completamente contrario: tenemos entregar formularios opuestos, completamente distintos. Por eso pagamos mucho más impuesto al gobierno federal. En uno de los casos que llevo, tras la muerte de la esposa de una mujer, una pareja que vivió 38 años junta en la misma casa, se determinó que la casa común era un ingreso a la sobreviviente, aunque era su propia casa. Pero para cualquier pareja casada legalmente de sexo opuesto, eso no habría sido así. Ella pagó como 400 mil dólares en impuestos. Por su casa.

¿Y más allá de lo legal, la discusión cómo está en EE.UU.?
-Es un fenómeno que es muy charro, porque nunca hemos tenido una experiencia parecida. Por ejemplo, en el nivel de familias, de la calle, todo el mundo tiene un amigo, una hermana, un padre, un colega, que es gay y que tiene hijos y son pareja, algo así. Porque ya están saliendo del clóset. La gente joven no tiene ningún problema. Pero, al contrario, en los estados del sur, muy conservadores, muy evangelistas, ellos no piensan en hechos, no piensan que tienen amigos. La hipocresía allí es profunda. Creen que tienen una condición de matrimonio mucho más justa, correcta, religiosa. Aún cuando en los cinco estados que tienen matrimonio igualitario, la tasa de divorcio está bajando cuando en el país sube y lo mismo con la tasa de hijos fuera del matrimonio. Todo está cambiando tan rápidamente, que los republicanos, que perdieron las elecciones recién, están revisando su posición. Cien líderes republicanos firmaron un documento hace poco, incluyendo a cuatro ex gobernadores que rechazan la ilegalización del matrimonio igualitario. Es una postura que da el argumento “conservador” de matrimonio, que es de David Cameron, el primer ministro conservador del Reino Unido: “no apoyo el matrimonio igualitario pese a ser conservador; apoyo el matrimonio igualitario por ser conservador”. Porque el matrimonio es cuando uno intercambia votos con otra persona, apoyo mutuo, son lazos sociales importantes porque el núcleo familiar es el más importante del país.

Describes a los estados del sur de EE.UU. y me recuerda a Chile. No sé cómo se ve Chile desde allá pero no es un país liberal. Al menos su elite.
-Es muy difícil generalizar. Por ejemplo, es muy difícil para mí creer que solo en los últimos diez años aprobaron el divorcio. Es un concepto muy difícil de creer.

El 99 acá había un delito que era sodomía.
-La semana pasada vimos la película No, del plebiscito. Y fuimos al Museo de la Memoria a conocer la historia contada dentro de ese museo… Yo entiendo el cambio, entiendo la política de la Concertación, aunque reconozco que entre la gente chilena y su gobierno, por ejemplo, hay una diferencia. Porque es mucho más conservador.

Eso te iba a decir. Porque Michelle Bachelet, que fue presidenta y que viene a ser una de las voces del mundo progresista, llegó a decir sobre el matrimonio igualitario que Chile no estaba preparado.
-Bueno, pero en Chile se ve que el presidente Piñera logró varios éxitos para la comunidad gay que no hizo la presidenta Bachelet. ¿Y por qué? Hay varias respuestas, no soy experto. Solo quiero destacar que con respecto a la cuestión del matrimonio igualitario y los derechos de nuestra comunidad, todo el mundo está evolucionando muy, muy rápido. Y por eso pienso que ambos lados de la gran gama de las opiniones políticas no están preparadas para reconocerlo. Los demócratas piensan en nuestro país que tienen un monopolio sobre la comunidad gay. Pero dentro de la comunidad gay existen personas religiosas, que tienen familia, que viven en la misma vereda de personas conservadoras y votan en la misma vereda que ellos; o votarían, si no estuviera la posición de los republicanos de oponerse. Por eso es que los republicanos están revisando su posición. En un par de años, pienso, la posición del partido va a cambiar.

EL AVP

En los casos chilenos que presentan a la CIDH, si la corte fallara ¿el Estado chileno tendría que reconocer estos matrimonios y cambiar sus leyes?
-Esa es una pregunta para mi colega Ciro Colombara, porque no soy experto en la ley de Chile. Pero lo que buscamos es una sentencia de la Corte Interamericana que se aplique como un precedente para todas las Américas, que establezca que no se puede sostener una diferencia entre parejas del mismo sexo y las demás. Si ofrecen matrimonio, no se puede negarlo a parejas del mismo sexo. Es más importante e impactante una corte que tiene excelentes magistrados y un proceso muy serio. Y por eso creo que esa sentencia va a ser aceptada en los pocos Estados, países, que aún no aprueban el matrimonio.

¿Qué te parece el AVP chileno?
-Pienso que es 80% de igualdad. No es iguales, son dos asteriscos después de matrimonio. La gente no va a conocer qué es una unión civil. “Ustedes están casados o no están casados”. “Son pareja pero no tienen los mismos derechos”. La enfermera en una clínica de urgencias que solo permite a un familiar con el paciente no necesita hacer una entrevista sobre la gran gama de derechos entre parejas que existen para determinar si tienes derecho de visitar al paciente. No es muy conocido. Lo que es más: es separado pero igual. Es una forma de discriminación. Appartheid. O las leyes Jim Crow, en nuestro país: piscinas separadas, una nomenclatura distinta que dice que uno es inferior. Es una forma de discriminación, con todo respeto para los chilenos y su sistema. Y con todo respeto para aquellos que creen que es un avance. Obviamente, representa un avance, aunque es una decepción porque no se puede justificar el tratamiento desigual. Y cuando pregunto eso a senadores, ministros, no me pueden contestar.

Esta discusión es religiosa.
-Sí, pero no.

La oposición es religiosa. Acá tenemos a los católicos. Allá, los predicadores.
-Sí, pero no. Hablando dentro de la iglesia católica, la jerarquía piensa una cosa y la gran mayoría de los creyentes no creen esa posición. Políticamente, lo más importante es el voto. Si uno es senador, si uno es diputado, lo importante es eso. En Nueva York, por ejemplo: el gobernador es católico, demócrata. Los católicos, fuera de la jerarquía, están a favor del matrimonio gay. Tres quintas partes de población está a favor. Ellos votan. Por eso le dijo el gobernador al arzobispo de Nueva York: señor arzobispo, respetuosamente, es obvio que vamos a aprobar el matrimonio igualitario y que la Iglesia no puede impedir a ese resultado. Pero puede participar.

CHILE Y DISCRIMINACIÓN

¿Qué apreciación tienes de los casos chilenos que presentan a la CIDH?
-Solo quiero decir dos cosas. Lo más importante es si ellos han sufrido un daño típico de la experiencia de una pareja del mismo sexo que quiere casarse. La vida es muy larga y hay una gran gama de personas. Hay personas que están casadas por 38 años y hay otras como Britney Spears que se casan por pocos días. Son iguales en todos los casos a personas del mismo sexo. Hay personas del mismo sexo que se casan por muy poco tiempo y también hay muchos muy sólidos. César y yo llevamos catorce años juntos. Lo sólido de los casos es que el Estado chileno les negó su derecho a casarse solo y únicamente porque son gay. La CIDH puede revisar los hechos, escuchar a los peritos y analizar que el 65% de la población de las Américas vive en Estados o en países en que se pueden casar o que el matrimonio sea celebrado o reconocido. 65% de las Américas. Es mucho. Aún más: pienso que en muy poco tiempo, un año, no tendremos un caso, porque el Estado de Chile va a estar como los demás países avanzados de primer nivel del mundo que están reconociendo que no hay opción. Pienso que en muy poco tiempo veremos que no es muy difícil.

¿Esta es una demanda esencialmente progresista, o es una cosa de sentido común?
-Mucho más de sentido común, pienso. Porque el argumento conservador de matrimonio es muy fuerte. La cuestión conservador-progresista, liberal-conservador es muy complicada respecto al matrimonio igualitario. No es de tolerancia sino de vivir en familia, vivir justamente, vivir moralmente, con lealtad, de criar niños y de actuar responsablemente. Esas son cuestiones obvias. Y por eso pienso que el matrimonio igualitario es una de las cuestiones más interesantes en toda la historia, porque confunde a todos los lados políticos.

Desordena completamente.
-También es muy charro. Ayer salió una foto de una pareja de lesbianas japonesas en el New York Times en Disney Tokio. Es decir, que Disney aprobó que ellos, ellas, pueden tener su matrimonio y tienen Mickey y Minnie. Por eso digo que rompe todas las expectativas. Es cómico. Mickey y Minnie, una pareja lesbiana.

Eres optimista.
-Sí, mucho. Porque pienso que oponerse a nuestros derechos no es una cuestión de gusto personal, no es algo de perder algo. Los que pierden el debate, los que no quieren matrimonio igualitario, no pierden nada. ¿Qué pierden? No pierden propiedad, derechos, no pierden voz. La Iglesia está tratando de argumentar que aprobar el matrimonio igualitario es una discriminación religiosa, dicen que si el matrimonio viene, la sociedad no va a entender su posición. Pero eso no es una discriminación legal o civil. Eso no calla a nadie. Su opinión es su opinión, si el mundo está de acuerdo, es para mí… ¿Pero qué perdemos nosotros si no podemos casarnos? Perdemos derechos. Matrimonio es, como dijo la Corte Suprema de México, un derecho. Es un derecho al estado de matrimonio, a los beneficios emocionales y más. Pero también a derechos específicos, estatales, civiles. Sí, soy muy optimista.

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