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Opinión

20 de Abril de 2013

The Cure en Chile o de cómo 30 años puede que sirvan para algo

Fuente www.w5.cl Había un letrero bastante evidente, justo enfrente del escenario. Decía, en un inglés básico, “30 años de espera”. Y bueno, creo que a Roberto puede que le hayan contado algo, pero no creo que le haya hecho click el dato. Porque eso de la cobranza que muchos teníamos en nuestras cabezas era más que nada […]

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Fuente www.w5.cl

Había un letrero bastante evidente, justo enfrente del escenario. Decía, en un inglés básico, “30 años de espera”. Y bueno, creo que a Roberto puede que le hayan contado algo, pero no creo que le haya hecho click el dato.

Porque eso de la cobranza que muchos teníamos en nuestras cabezas era más que nada un asunto personal, algo que se compartía pero que no se decía libremente: que esperamos un concierto que parecía imposible, la típica respuesta de conversa con los amigos: ¿y a quién quieres ver en vivo y que no haya venido? The Cure era la respuesta lógica.

Así que, gracias a una serie de agradables coincidencias, me apersono en el metro para juntarme con el gran amigo Sergio, el experto en eventos masivos, quien me guiará en las claves para no perderse en la maraña de detalles previos a un concierto.

Lo primero es llegar temprano. No tanto como los fanáticos que se vinieron la noche anterior (porque esto no es un asunto de pendejos, como sería ver a U2), pero tampoco es llegar y esperar hasta el final y quedarnos botados allá arriba, al lado de las banderas, que no se ve ni carajo y sería mejor comprarse el DVD y ves mejor.

El acuerdo es tres horas antes que abran las puertas. Por si acaso. Ilusos.

Había gente, pero todos apelotonados en las puertas principales, esas al lado del pilucho. Pero habín otras, un poco más allá. Y estaban vacías. Entramos y nos sentamos al lado de la puerta/reja.

Al cabo de dos horas y media le dimos el bajo a los seis jugos que llevábamos. Que puto calor, justo el día más caluroso de abril.

Diez minutos antes de la apertura, el movimiento de guardias con chaqueta amarilla y otros que eran de la producción. Y todos que ponen cara de importantes y revisan y revisan las máquinas validadoras de las entradas.

Y las máquinas no funcionan.

Click, click, error, justo diez minutos antes de hacer que entren los fanáticos. Con Sergio que ya estamos listos para guiar a la masa y quemar una micro, en lo posible. Cómo se les ocurre revisar el sistema minutos antes de usarlo. La patria necesita ingenieros, demonios, pero de los pillos, no como estos.

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