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Opinión

4 de Diciembre de 2013

Jonathan Sanhueza: “El Ejército me despidió al saber que tenía SIDA”

Jonathan Sanhueza fue el diseñador y museógrafo del Ejército hasta octubre de 2011, cuatro meses después de diagnosticársele SIDA y apenas un mes antes de finalizar su contrato. Llevaba varios meses enfrentando problemas de salud y el hostigamiento de su jefe, el general (r) de división y director del Museo Histórico y Militar, Alejandro Martínez Barrios, cuando fue cesado de su cargo a pesar de tener buenas evaluaciones. Tras intentar volver a su trabajo y denunciar su problema con el ministerio de Defensa y el Alto Mando, decidió interponer una demanda por 300 millones al Consejo de Defensa del Estado y el Comando de Bienestar del Ejército. Acá está el relato de la discriminación sufrió por ser homosexual y VIH positivo en el Ejército.

Ricardo Ahumada
Ricardo Ahumada
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El 25 de octubre de 2011, el diseñador y museógrafo Jonathan Sanhueza fue despedido de su trabajo en el Comando de Bienestar del Ejército por “falta de motivación” y “mal desempeño” de sus labores. Dos años después y tras intentar por la vía institucional que le devolvieran su trabajo, Sanhueza demandó al Ejército por considerar que esa no fue realmente la razón para el despido. La razón real, explica, es porque se enteraron que tenía SIDA.

“Yo nunca le conté a nadie, pero las personas que trabajan o trabajaron ahí todos sabían que me habían echado por tener SIDA. El Ejército me despidió cuando se rumoreaba que lo tenía”, dice Jonathan. Tras enfrentar varios problemas médicos durante el 2011 y sufrir hostigamiento y presión laboral, Jonathan fue obligado a firmar su despido cuatro meses después de confirmado su diagnóstico.

Según el relato que da Sanhueza a The Clinic Online, la presión ejercida sobre su persona y el daño psicólogico y financiero que ocasionaron con el despido -que fue ejecutado a poco más de un mes del término de su período a contrata- demostraron un grado de discriminación y daño moral que está penado por ley.

De hecho, el despido ocurrió un año después que se filtrara un instructivo del Ejército que recomendaba no permitir el ingreso de homosexuales y testigos de jehová al servicio militar, lo que provocó que el Comandante en Jefe del Ejército, José Miguel Fuente-Alba, pidiera disculpas públicas por ese hecho.

“Fueron tan pelotas que podrían haberme echado en diciembre, cuando terminaba mi contrato, y no a fines de octubre. Se equivocaron por un mes, pero ellos se obsesionaron con mi problema. No podían no saber de mi problema si me llamaban al hospital cuando estaba con licencia”, dice.

¿Cuál era tu trabajo en el museo?

Llegué a trabajar al Ejército porque necesitaban un diseñador de multimedia el año 2002. El director del museo, el general Orlando Carter Cuadra, era un gallo bien íntegro, pese a que esté medio enredado con el tema de los DDHH (yerno de Manuel Contreras). Pese a eso, jamás tuve un mal trato de él. De repente me empezó a delegar más cosas y terminé a cargo de todos los museos a nivel nacional, de la parte gráfica, exhibición. Había un museógrafo, pero trabajaba con lápices, con planos y yo todo con computador. Entonces el tema de la producción me lo empezaron a delegar a mí. Y el último gran proyecto que me mandé fue el museo de Iquique.

¿Qué hiciste ahí?

Está en la calle Baquedano. Era una casa que estaba muy fea y se consiguieron fondos con la Collahuasi y me pidieron que yo organizara todo. Entonces yo recuperé la casa, restauramos con arquitectos, viajaban ellos a Santiago o yo a Iquique y recuperamos ese museo, que es muy lindo. Ese fue el último que hice, ya con el nuevo director a cargo, el general de división (r) Alejandro Martínez Barrios. Pero ahí ya me trataba como el forro. El tipo se empezó a enterar, le preguntaba a mis compañeros si yo era maricón.

¿Cuándo llegó Martínez a la dirección del museo?

Con el cambio de gobierno, con Piñera. Cuando se produce ese cambio, cambió la administración. Los superiores siempre fueron militares.

¿En tu oficina sabían de tu orientación sexual?

Si, pero nunca fue un problema dentro del Ejército. Hay mucha gente a la que no le importaba el tema. Yo jamás lo anduve divulgando también. Y si tú me mirai yo no soy ninguna loca. Entonces no era tema. Y yo justo me enfermé cuando llegó este director, el general Alejandro Martínez Barrios, entonces, con el puro diagnóstico me mataron, cachai.

¿Hubo algún hostigamiento especial por ser homosexual? El Ejército pidió disculpas públicas en 2012 por un instructivo

En marzo del 2006 recibí en mi escritorio un instructivo llamado Orden del Día que debí firmar para darme por enterado donde se mencionaba al homosexualismo como una situación que afectaba a la seguridad militar, que se debía denunciar y me asusté. Pero después que recibí ese documento, no pasó nada. En realidad nadie se dio cuenta, porque en general los empleados ni pescan la Orden del Día. Si recuerdo que lo comenté con algunos compañeros, si es que habían visto el instructivo en detalle y a nadie le llamó la atención. Pero yo me aseguré y le saqué una copia porque sospechaba que ese documento en algún momento me podría servir para algo.

¿Cuándo llegó este director al Ejército?

Él asumió en marzo de 2010, junto con el cambio de gobierno. Y hubo un año completo que yo estuve viajando a Iquique.

¿Y antes del despido también hubo hostigamiento?

De hecho, el hostigamiento no fue solo conmigo. También despidió a un montón de gente. Después de mí, en octubre, en diciembre echó a seis personas más. Había presión.

¿Ustedes trabajaron durante un año y medio bajo un clima de hostigamiento? ¿De qué forma se veía esto?

Nos hacía trabajar el fin de semana. Teníamos que ir a cuidar el museo, porque este no tenía seguridad. El museo está en Blanco Encalada, frente al Parque O’Higgins, y justo ese año fue el de las marchas estudiantiles. Entonces, cuando las marchas se hacían por Blanco, cruzaban la peatonal y nos tiraban piedras. Ahí nos tenía desde dentro las ventanas del edificio soportando los piedrazos. Nunca llevaron seguridad, éramos nosotros los que hacíamos eso. Yo tuve que sacar los escombros de mi oficina después del terremoto. Era un ambiente de mucho grito y amenazas. Los lunes había que prácticamente formarse para él. Entonces, ya estábamos todos cansados pero conmigo fue más fuerte por el diagnóstico y la hospitalización.

¿Y qué pasó contigo en esa época?

Yo me enfermé en marzo. Comenzaron a salirme granos en la cara. Era como un herpes, algo así. Las típicas manchas onda Filadelphia, como de la película, más encima. Entonces, fue todo malo: me hicieron dos incisiones y ahí ellos me detectaron que tenía un papiloma, uno típico producido por las bajas de defensas. Entonces pedí licencias, muchas durante el año, y además yo trataba que no se notara.

¿En ese momento sabías lo que tenías o lo sospechabas al menos?

No sabía, pero sospechas sí. O sea, en ese tiempo vivía en un departamento más arriba del actual y en las noches era pura transpiración y dormía pésimo, con mucho frío. Andaba muy abrigado y eso fue motivo para que el viejo me gritara en los pasillos del museo. Me decía: ¡¿Qué mierda te está pasando?! ¡Sácate esa ropa weon! Y estaba toda la gente cachando que estaba delicado. Todos sabían que yo era gay, pero nunca fue tema porque nunca me enfermé. De ahí comencé a perder peso. Pesaba 70 kilos, hoy estoy en 60. Entonces había mucho comentario sobre mi estado de salud. De ahí me hospitalizaron en junio y me dieron el diagnóstico y con eso me mataron. Yo trataba de que no se notara pero era muy evidente.

¿Qué pasó cuando te enteraste?

Bueno, me lo confirmaron ahí en el Centro de Vida Integra de la Alameda y me fui caminando al museo llorando todo el camino. Cuando llegué allá trataba de que no se me notara. Me limpiaba la cara y todo. Y estaba mal, mal. Luego de eso vino un asado en el museo, para fiestas patrias, y me intoxiqué. Me enfermé, me tuvieron dos semanas hospitalizado y cuando volví me hicieron firmar la hoja de calificaciones.

Calificaciones que salieron bien, según relatas en la demanda

Sí, es esa que firman todos los empleados públicos. Y estaba bien, las evaluaciones estaban bien. Estaba súper bien evaluado. Estaba todo bien. Mi puesto era necesario, yo hacía bien mi pega, estaba bien evaluado por mis compañeros. Estaba muy bien evaluado, desde lo más arriba. Desde el mismo general Cheyre, cuando hice la exposición del Padre Hurtado. Me tenían mucho aprecio profesional, por mi trabajo.

¿Y qué pasó cuando te intoxicaste?

Martínez me llamaba por teléfono al hospital. Fue súper penca porque yo trataba de que no se notara, pero él insistía e insistía. Me decían mis compañeros que él preguntaba, que hacía muchas preguntas, a mucha gente, y se comentaba, se lo andaban preguntando a la gente. Que qué onda yo, si tenía Sida o no. A mi lo que me parece indigno es que en ese cargo debería estar al mando un civil, un humanista, no un bruto. No pueden tener un milico ahí porque de verdad el tipo no tiene idea de nada. De museografía, de museología de conservación no tiene idea de nada. La sensación de todo los que están ahí es que al tipo no le interesa el museo.

¿De qué otra forma te hostigaba el director del museo?

En mi oficina, yo tenía un puff donde descansaba a veces por mi estado y él de repente llegaba a golpear la puerta, muy fuerte, hasta que le abriera. Lo repitió por meses. Y como te decía, había mucho abuso de poder. Amenazas, teníamos que acatar. Ellos se iban a las cinco de la tarde en sus camionetas y nosotros teníamos que quedarnos hasta las nueve de la noche porque, como te digo, no había seguridad. Entonces teníamos que hacer turnos de guardias incluso. Y yo enfermo.

¿Tú crees que el hostigamiento fue por homofobia y luego, el despido, por saber que tenías SIDA?

Sí, bueno, a otras personas también los hostigó. A una de ellas la basureó y después le pidió disculpas, pero porque era hija de un militar. Ella me dijo que en una reunión informal después de almuerzo en el patio del museo, dice que estaba hablando con varios empleados y el director dijo que ahí hace años estaban pasando varias desgracias. Que habían habido incendios -los que por ejemplo yo llegué a reparar-, después del terremoto y unas inundaciones posteriores. Y él dijo que las desgracias que estaban ocurriendo en el museo era porque había un maricón y que había que llevar un colorín al museo para que le sacara la mala onda al edificio y que al maricón había que matarlo, sacarlo de ahí. Ese es el director del museo. Cuando me contaron eso ya era muy obvio lo que había pasado con mi despido. Entonces, el VIH real o supuesto está confirmado con los mismos testigos. La Ley 19.779 es muy clara al respecto.

Despido

¿Cuando te despiden del Museo qué te dijeron?

Ellos me llaman a mi oficina y me dicen que tenía que firmar porque estaba despedido. No me dieron ninguna razón. Necesidades de la empresa. Pero fue sospechoso porque fue con gritos, con amenazas. Yo más encima estaba recién diagnosticado, tratando de que no se supiera. Si hubiera estado más enterado del tema legal, hubiera dicho que no. Pero como fue con amenazas, encerrado y con milicos alrededor, había presión.

Te presionaron a firmar.

Una tarde de octubre me dijeron que un coronel retirado llamado Eduardo Abad me estaba localizando para que me presentara en el Comando al otro día. Lo llamé yo al Comando para saber qué necesitaba y este gallo comenzó a gritarme violentamente diciéndome que quién cresta me creía yo para llamar y hacer preguntas, que acatara la orden y que me presentara al otro día. Después de esos gritos, me cortó el teléfono. Al otro día llegué a esa reunión y rodeado de militares en una pequeña oficina me terminó de informar que estaba despedido.

¿Todos los de la reunión eran militares?

No, el último era civil. Era el mandado, pero que abusó de poder y me despidió con la firma de Pérez. De los tres tengo antecedentes de hostigamiento. Cuando volví al museo, uno de los suboficiales que estaba en esa reunión cuando firmé mi despido, me siguió hasta la oficina y me pidió la tarjeta para entrar, las llaves del museo. Toda mi información me la quitaron. No pude cerrar la puerta de mi oficina y me echaron cagando del edificio. Puta, yo dije: ¿robé algo? Porque me echaron como si hubiese sido un ladrón. Yo me llevé lo que pude y luego pude acceder a mis archivos para tener un respaldo de mi trabajo y poder buscar pega. Pero me negaron el acceso a todo.

¿Todo este tiempo intentaste volver a trabajar al museo?

Sí. Yo tenía una trayectoria en el museo que en ninguna parte podría volver a hacer. Tengo un currículum tremendo. Conozco todas las unidades militares nacionales, todo el patrimonio que existe a nivel nacional del Ejército. Cómo se exhibe, cómo se presenta, cómo se trabaja y llegó un momento en el que éramos como una fábrica de museos. Entonces, sabíamos muy bien hacer la pega. En un momento estuve trabajando en Lima, Cohayque y otra ciudad que ahora no recuerdo, haciendo las tres pegas juntas y las saqué igual.

¿Por qué volver?

Amaba mi trabajo. Ahora, que por lo menos me repongan algo, si estoy en un tremendo problema. Si esto no llega a un acuerdo, nos vamos a juicio. Y ahí nos demoraremos años. Y si no se resuelve acá, esto va a la Corte Interamericana. Entonces, que todo esto sea por un capricho de mierda, por el rol de un personaje de alto rango, que el Ejército no sepa asumirlo es un lumazo que le va a llegar al Estado. Porque no hay supervisión. El gallo está haciendo lo que quiere y sin ningún criterio. Y lo peor es que está el Ejército abalando estas cosas. Le informamos al Alto Mando del Ejército y otras autoridades. Y lo otro es que no hubo sumario al respecto. Yo no he firmado nada.

¿Qué problemas has enfrentado ahora tras el despido?

Bueno, me hacostado mucho conseguir pega y que me pegaran lo que pagaban. En ninguna parte me pagarían eso y más encima cuando me echaron tenía en curso un crédito del Banco Ripley. Además tenía la deuda con el crédito fiscal. Tuve que ir a la universidad y contarles todo mi drama con certificado de VIH+ en mano de lo que estaba viviendo y me devolvieron los cheques. Me puse a llorar, fue terrible esa cuestión. Hasta hoy no le pago a la universidad. Vendí mi auto pa’ pagar lo que más pudiera, con la esperanza de encontrar pega y hasta el día de hoy estoy cesante. Y bueno, como me puse tan nervioso, perdí la movilidad de la mano. Y un amigo que es abogado me puso en contacto con un tipo para gestionar la pensión de invalidez. Presentamos los papeles y nos salió una pensión de 160 lucas. Con eso he sobrevivido todo este tiempo.

¿Cuando decidiste demandar?

En ese escenario me contacté con una amiga, concejala de Independencia, Carola Rivero, que me dijo que esto era muy irregular e intentamos contactarnos con el ministro de Defensa y le escribimos una carta al Comandante en Jefe para describir la situación irregular. Justo en eso Allamand dejó el ministerio y asumió Hinzpeter. Ahí nos llamó un asesor de él para saber qué queríamos y nosotros dijimos que queríamos hablar con el ministro. De ahí no respondieron ni llamaron más. Pero el Comandante en Jefe le delegó a otra persona, un secretario general del Ejército, que nos respondió diciendo que nos atendería el Jefe de Personal del Ejército, el general Curtt Witt Sanchez, quien nos atendió con su abogado.

¿Y qué pasó?

Nosotros fuimos y les contamos todos los antecedentes del caso. El daño, el despido irregular, etc. Yo tenía el diagnóstico y ellos dijeron que tenía que firmar una autorización porque ellos tenían que manejar mi información personal, si no yo los podía demandar. Y presentamos esos papeles, pero me chutearon seis meses. Me dijeron que el papel no estaba bien y al final me respondieron que no podían hacer nada porque mi sistema de salud era diferente al del Ejército. Y nada que ver, si yo no estaba pidiendo que me dieran salud. La salud la tengo acá en el Hospital Salvador. Yo a ellos los que les estaba pidiendo era que me repusieran en ese puesto y que me pagaran lo que me debían y poder ordenar todo este drama. Ahí fue cuando dije: ya, demanda. Durante todo este tiempo yo me acerqué a una clínica jurídica de la UDP y ahí me hicieron un borrador de la demanda, que estaba lista. Y yo no quería demandar, quería volver a mi puesto. Pero les importó lo mismo.

¿Cómo estás ahora?

Estamos esperando las notificaciones. Además tuvimos la mala experiencia de que el tema no quiso ser exhibido por dos canales de televisión, que vinieron, me entrevistaron pero después no mostraron nada, al parecer por presiones del mismo Ejército. Pero el drama ha sido más que nada el tema financiero, porque en salud estoy bien. Ni se nota. Pero acá no hubo paciencia, no hubo tolerancia. Y el trabajo se transformó en una cosa muy indigna con este director. El trato era desagradable con todos. Ese tipo no está capacitado para dirigir un museo.

Lee acá la respuesta del Ejército

ACÁ LA DEMANDA COMPLETA:

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