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Cultura

28 de Febrero de 2018

5 episodios clave en la vida de Lucía Hiriart de Pinochet

Lucía Hiriart fue la mujer de hierro que Pinochet necesitaba. Empujó su ascenso, marcó su destino de dictador y lo acompañó en el poder en un reino paralelo. Aquí presentamos cinco episodios claves de su vida relatados en la biografía no autorizada de la periodista Alejandra Matus, “Doña Lucía”. Un libro que será una serie de televisión y una película.

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La luna de miel
Cuando en 1943 Lucía Hiriart se casó con Augusto Pinochet esperaba que los anhelos que siempre tuvo se cumplieran. Asunto complicado cuando a ojos de su acomodada familia se estaba casando con un “mal partido”, un pobre y desconocido militar, siete años mayor que ella. Sus ganas de brillar (fue elegida reina de belleza de su liceo) y ser una mujer de la alta sociedad, con lujos y reconocimiento se vieron obstaculizadas por los compromisos de su marido. Atrás quedaron los tiempos donde, atendida y mimada por sus padres, gozaba de una privilegiada situación: “El sueño de hadas duró lo que tardó en extinguirse la música de la fiesta. Lucía deseaba una luna de miel en el extranjero pero su marido argumentó deberes militares para posponer y nunca concretar el anhelado viaje. Apenas diez días antes Chile había roto relaciones con el eje Alemania-Italia-Japón, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, y el ejército ordenó que la oficialidad quedara arraigada en Chile. La novia tuvo que conformarse con tomar el tren a Quilpué, donde la nueva pareja pasaría sus primeros días en un chalet arrendado por Augusto. La torta que su madre le había envuelto para disfrutar en su primer desayuno con su marido se quedó en el vagón…
Ya en abril, Lucía estaba embarazada y tuvo que resignarse a vivir en casa de sus padres, mientras Augusto buscaba una vivienda a la altura de las altas expectativas de su mujer, pero que sus escuálidos ingresos pudieran pagar”.

El empujón
Noches previas al 11 de septiembre del 73 Pinochet dudaba si firmar su compromiso para sumarse al golpe. Para Lucía, que su marido fuese parte del “alzamiento” significaría grandes posibilidades de hacerse un espacio dentro de las clases gobernantes del país. Sus intereses no se extinguían: “Pinochet ha dicho que Lucía jugó un papel clave en esa encrucijada, pues lo habría llevado al dormitorio donde sus nietos dormían y le habría preguntado si quería verlos crecer esclavos del comunismo… Es imposible verificar si ese momento es cierto o si fue creado ex post con el fin de dar fuerza al mito que intentó poner Augusto Pinochet sobre su supuesto arraigado anticomunismo y su pretendido protagonismo en el alzamiento de las Fuerzas Armadas. No obstante, que Lucía le haya tomado la mano y lo haya ayudado a cruzar esa vereda sí es coherente con la historia de la mujer que estuvo constante y primordialmente empeñada en facilitar su ascenso”.


La obsesión por los zapatos
Siempre quiso brillar, llamar la atención. Ocupaba la primera fila y muchas veces pasó por encima de los mismos comandantes con tal de figurar. Todo el tiempo preocupada de su imagen, la señora tenía a una peluquera, vestuarista y fotógrafos a su disposición. Toda una estrella. Y su debilidad: las compras. “Los zapatos eran otra de sus obsesiones. Las firmas más importantes del país tenían que mandarle una muestra con los adelantos de temporada y aquellos modelos que ella elegía no podían ser comercializados en Chile sino hasta un año más tarde. María Angélica Muñoz, exjefa de gabinete de Lucía Hiriart, contó a la periodista Marcela Ramos que en una visita podía elegir entre 15 y 20 pares. En otras ocasiones, dice una antigua subalterna, exigía cerrar una tienda de zapatos en Providencia para escoger modelos de su agrado. Esa costumbre fue una actitud constante y se aplicaba a todo: ropa, telas y menaje, en especial cuando viajaba a regiones”.

El Mamo
Lucía Hiriart siempre quiso estar al tanto de lo que pensaban y hacían las mujeres de los demás comandantes. En ningún caso iba a permitir que alguna de esas señoras destacara más que ella. Y quien se convirtió en el protector de esta tarea fue Manuel “Mamo” Contreras, el director de la DINA. A quien Lucía le confió también el cuidado de sus hijos:
“Contreras además era amigo eficaz a la hora de cuidar, poner en regla o incluso sacar de Chile a sus hijos cuando se involucraban en problemas que podrían dañar el prestigio de la familia (…) Lo único que no hacía Contreras por ella era delatar las infidelidades de Pinochet. Esa era el arma que el hábil militar usaba para mantener al general de su lado. Ella no aceptó la decisión de su marido de destituir a Contreras del mando de la DINA. El mismo día que se anunciaba públicamente la medida, la cónyuge del gobernante se presentaba en la casa del oficial acompañada por su hija mayor, para expresarle su solidaridad. La ausencia de Lucía en Presidente Errázuriz duró “un par de semanas”, comentan ex funcionarios de gobierno”. “Le soy absolutamente leal al general Contreras”, diría tiempo después.


La Patrona
A pesar de que la señora decía públicamente que no aspiraba a bienes terrenales, su fortuna creció tremendamente. Los Pinochet – Hiriart acumularon riquezas, negocios y numerosas inversiones. Con Augusto a la cabeza de la dictadura, se sentía dueña y propietaria de todo. Como aquella vez que se quiso llevar las frazadas de LAN para la casa del Melocotón:
“- Señora, pero esas cosas son del avión y alguien va a tener que responder.
Ella lo miró incrédula. Federico Willoughby (asesor) pensó que era ingenua.
-¿Pero LAN no es del gobierno, acaso?- dijo Lucía.
-Sí, señora Lucía, pero si usted quiere se pueden pedir nuevas. Esta no es la forma. Además, abajo hay prensa y son muchas las frazadas que lleva.
Lucía se molestó.
– Bien, Federico, diga que las dejen. ¡Son tan ricas!, ¿no encuentra?
Según Federico Willoughby, al día siguiente, en la acostumbrada reunión de la mañana en el despacho del Presidente, Pinochet le comentó lo que había sucedido.
– Oiga, así es que le quitó unos chalecitos a la Lucy. Está bien, pero cuidado. Cuando le da con alguien es de temer”.

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