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Opinión

24 de Abril de 2014

Andrea Pino, arquitecta y profesora de la Universidad Federico Santa María:“Las quebradas han estado invisibilizadas por más de un siglo”

Se pasó nueve meses entrevistando a varias de las familias que este fin de semana lo perdieron todo en el incendio de Valparaíso. El testimonio que recogió lo compiló en su tesis doctoral que en diciembre de 2012 presentó en la Université de Bretagne Occidentale, de Francia. Hace unos días volvió a visitar a los habitantes que participaron en su proyecto y lo que vio la deprimió. No sólo porque la gente que conocía resultó afectada, también porque el fuego consumió parte de un legado que ninguna autoridad del puerto resaltó: el patrimonio de la autoconstrucción.

Jorge Rojas
Jorge Rojas
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¿Cómo llegó la gente a vivir en las quebradas de Valparaíso?
Las quebradas, por sobre la avenida Alemania, comenzaron a poblarse a principios del siglo XX. Una señora de 75 años una vez me contó que su abuelo había llegado a vivir a la quebrada. Las Chanas en 1906, cuando fue el terremoto. Él se vino a participar de la reconstrucción y se quedó a vivir allí, tal como lo hicieron muchos. La familia de esta señora construyó su casa como si fuera una quinta, adaptada a la geografía del lugar: tenía un terreno de cinco mil metros cuadrados con árboles frutales y un pequeño huerto. Estas personas que llegaron a reconstruir y también las que habían perdido sus casas en el terremoto, fueron las que migraron a las quebradas.

¿Arrancaron de la costa por miedo a los terremotos y terminaron incendiándose?
El terremoto de 1906 destruyó muchos conventillos y la clase obrera quedó en la calle. La gente comenzó a vivir en carpas en las plazas de Valparaíso, pero luego de un tiempo los propietarios cercanos a esos espacios, que en ese tiempo eran ingleses, italianos, y alemanes, le exigieron a la municipalidad que sacara a estas personas. La gente, que no tenía dónde ir, vio en las quebradas, en el extramuro de la ciudad, un lugar donde asentarse. Para el terremoto de 1971, el de 1975, y el de 1985, los damnificados también arrancaron hacia esos lugares. Lo otro que hizo que estas quebradas se poblaran fue la “movilidad familiar”: primero llegó una persona a vivir allí y luego invitó a sus familiares a hacer lo mismo. Al final, todos terminaron viviendo en distintas partes de la quebrada y fueron ellos los que se hicieron cargo de conectarlas con la ciudad: hicieron calles, pasajes, y escaleras.

¿La gente es dueña de esos territorios?
Con el crecimiento de las familias la gente empezó a ocuparse del espacio urbano, y con eso empezó la preocupación por legalizar los terrenos que se tomaron. En 1995, de hecho, se organizó un comité de vivienda y mucha gente que hoy lo perdió todo tiene un título de dominio reconocido por el ministerio de Bienes Nacionales. Cuando ahora las autoridades dicen que la gente nunca debería haber estado allí, están desconociendo su propia responsabilidad.

¿Qué es lo que más valoras de la autoconstrucción en las quebradas?
Valoro la estética que ha generado la gente acá, esa capacidad de asumir un territorio complejo, y hacer una casa con terrazas, balcones, galerías, torres, y miradores. En términos socio-económicos, la gente que está en el nivel más bajo tiene una audacia constructiva que muchas veces sobrepasa la técnica que un especializado podría proponer. Acá en las quebradas, la mayoría de las viviendas tienen balcones, porque viven en una ladera y no tienen un patio. Las viviendas de clase media, en cambio, no tienen ni balcones, ni la forma de mirar la ciudad que hay acá. Por eso las quebradas tienen una estética particular en Valparaíso.

¿Cuál es la belleza que tú ves en las quebradas?
Para la gente que vive en las quebradas este espacio urbano es mucho mejor que otros lugares de Valparaíso. La ciudad entera tiene muy poca vegetación y el 95% de los árboles están en las quebradas. Esto es casi como una justicia paisajística: la gente de menos recursos posee el espacio urbano más agradable para vivir. Las temperaturas que este lugar alcanza en verano, también, son mucho menores las del resto de la ciudad, porque hay corredores de aire frío, por lo que allí se generan unos microclimas en las cuencas que hacen que la vida sea mucho más agradable que en las zonas consolidadas de Valparaíso. Es por eso que se deben crear proyectos urbanos integrales, que permitan a estos espacios relucir, porque podrían tener una función turística, patrimonial, y urbanística muy importante. Muchas familias de estos lugares tenían huertos urbanos y criaban chanchos, patos, gallinas, lo que hoy es un privilegio en una zona urbana.

¿Qué más caracteriza a estas quebradas?
Las quebradas son reconocidas como los espacios públicos por excelencia de los cerros. Es decir, los niños se juntan a jugar en la desembocadura porque allí se forman arenales y hacen canchas de fútbol. Uno podría preguntarse por qué estos lugares no se constituyen como parques urbanos, que conjuguen el paseo y la vivienda, tal como en Europa se hizo con los ecobarrios.

¿Estos lugares son los mejores para vivir en el Puerto?
No es que yo considere que estos son los mejores lugares de Valparaíso para vivir, sino que eso es lo que dice la gente. El tema es que no existe la voluntad política para hacer nuevas intervenciones y el trabajo que acá se necesita no es de un día para otro. Acá hay que intervenir con un plan hecho por un equipo multidisciplinario, y entre ellos, los que más tienen derecho a hablar son los propios habitantes de la zona, que son los que más conocen su espacio.

¿La gente no prefiere postular a un subsidio?
Ellos dicen que los subsidios que entrega el Estado no son para ellos, porque las casas sociales que se entregan son “cajas de fósforo” y están lejos de la ciudad. La gente de la quebrada vive a cinco minutos de la parte plana de Valparaíso, por lo que no tienen que tomar movilización para hacer los trámites diarios. Las viviendas sociales, en cambio, están en la periferia extrema de la ciudad, y para vivir allá se requiere el transporte colectivo, por lo que se vuelve menos atractivo vivir en esas zonas.

INVISIBILIZADOS
¿El Estado ha estado presente en las quebradas?
Las quebradas han estado invisibilizadas por más de un siglo. En los planos oficiales éstas aparecen desde los primeros mapas que se confeccionaron. En los orígenes se nombraban tres quebradas -San Agustín, Carampangue, y San Francisco- y en 1887 los planos incluían 19. En 1906, sin embargo, las quebradas desaparecieron de los mapas de la ciudad, porque esos lugares empezaron a tener “mala fama”. Max Radiguet, escritor francés, escribió que en las quebradas de Valparaíso fermentaban los desechos más oscuros de la sociedad chilena. Las autoridades de esa época creían que esos lugares representaban un paisaje contradictorio con el desarrollo cosmopolita que tenía la ciudad, que llegó a tener 25 navieras internacionales en el puerto. Allí empezó el proceso de invisibilización y se omitió la historia de los obreros y las técnicas de construcción que se aplicaron.

¿El Estado ha invisibilizado a los habitantes de las quebradas?
El Estado estuvo ausente durante mucho tiempo y hoy sólo presenta soluciones parches. No hay proyectos integrales y nunca han existido las voluntades políticas para generar planes de desarrollo urbano. Cuando hablo de esto, me refiero a que el Estado no se ha preocupado de cosas básicas que construyen un barrio, no hay plazas para los niños, ni computadores en las juntas de vecinos, ni bibliotecas municipales. Al no existir eso la gente cree que el Estado no está interesado en mejorar el entorno. Lo único que ha vuelto visible a esta comunidad son las catástrofes.

Entonces se ha invertido poco o casi nada.
En el 2012 se terminaron los programas de renovación urbana de Valparaíso, que se realizaron con el financiamiento de la Unesco, y se gastaron millonadas de pesos en unas áreas muy específicas. Por ejemplo, se renovaron todos los adoquines de la calle Urreola y de varias calles del Cerro Alegre, mientras que hay lugares que no tienen ni siquiera asfalto. Se ha tratado de hermosear un solo lugar del puerto porque se cree que allí está el desarrollo de la ciudad y eso no es así. No podemos pretender renovar cuatro cuadras si el resto se está pudriendo. Los porteños de las quebradas, de hecho, no son los mismos que andan en el Cerro Concepción o el Cerro Alegre, ni los que andan alrededor del Congreso, porque el patrimonio de Valparaíso hoy es puro maquillaje. Este patrimonio irreal no contempla la autoconstrucción. Las casas propias de la ciudad no son las que se importaron desde Europa, que fueron pintadas de todos colores, sino que son las que la propia gente construyó. Eso sí que es un patrimonio real.

¿Qué tan integradas están estas quebradas en la ciudad?
Como no han existido respuestas de las autoridades han sido los propios habitantes los que han hecho las obras. Por eso es que nos encontramos con una integración que es compleja, porque al no haber un trazo más técnico de los caminos, la gente ha construido los accesos por donde ellos creen que es mejor, pero eso no siempre es buena opción.

¿Cómo se reconstruye esta zona?
No se debe erradicar a la gente de las quebradas, salvo algunos casos específicos. Primero hay que definir límites y una carga ocupacional, así sabremos cuántas familias se tienen que erradicar y cuántas deben continuar.

Pero la gente ya está reconstruyendo sus casas en el mismo lugar.
La gente va a querer hacer soberanía, están limpiando sus terrenos y la próxima semana ya vamos a tener algunas casas reconstruidas o con los primeros pilares ya parados. Antes de pensar en sacar a la gente, el municipio debería hacer un plan integral que contemple la opinión de todos los habitantes.

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