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Cultura

8 de Enero de 2016

Álvaro Hoppe, fotógrafo en dictadura: “Creíamos que la alegría ya venía, pero tenían todo cocinado”

El fotógrafo de 59 años, protagonista del documental La Ciudad de los Fotógrafos -que retrata el rol de la Asociación de Fotógrafos Independientes en la dictadura-, acaba de ganar un Fondart (Cenfoto-UDP) que le permitirá recopilar y exponer gran parte de su trayectoria en una página web y en micro documentales. En entrevista con The Clinic Online, el responsable de emblemáticas fotografías que muestran Chile en su época más oscura, ahonda en lo que fue para él capturar la dictadura con su cámara análoga, explica el rol de la AFI en ese momento, y recuerda su relación con Rodrigo Rojas de Negri y cómo su asesinato lo afecta hasta el día de hoy.

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Álvaro Hoppe 6

El fotógrafo Álvaro Hoppe inició su carrera en pleno tiempo de dictadura, cuando la censura y el riesgo para cualquiera que denunciara las violaciones a los derechos humanos eran algo del día a día. Aún así, perseveró con su pasión y logró capturar algunas de las imágenes más representativas del Chile de esa época.

Perteneció a la Asociación de Fotógrafos Independientes (AFI), se desempeñó colaborando en el Arzobispado de Santiago y en revistas como Mensaje, Página Abierta y APSI, entre otros medios.

También fue editor fotográfico de Ricardo Lagos durante su presidencia y actualmente hace clases en el área de Extensión de la Universidad Católica.

Entre sus reconocimientos destacan el Premio Altazor, al cual primero fue nominado el año 2001 y en 2004, cunado finalmente lo obtuvo. También fue galardonado con el Primer Premio Veinte años de Fotografía Periodística Chilena, Revista Masterclub, en 1998; y con el Premio Ansel Adams, del Instituto Chileno-Norteamericano de Cultura y Foto Cine Club de Chile, en 2003, entre otras distinciones.

Ahora acaba de ganar un Fondart por un proyecto que presentó junto al Centro Nacional del Patrimonio Fotográfico (CenFoto-UDP), que “nace de la necesidad de preservar y conservar la obra” del fotógrafo, según aclara Andrea Aguad, subdirectora de Cenfoto y encargada de la iniciativa de Hoppe.

“Su obra es un legado histórico y documental que consta de más de 80 mil fotografías, que no han sido resguardadas. Los negativos que componen esta colección no se encuentran en contenedores adecuados para la conservación de material fotográfico. Tampoco han sido digitalizados en su mayoría ni tampoco han sido catalogados con la información necesaria para resguardar la colección”, argumenta Aguad.

“En los últimos 40 años de la historia de Chile, hemos tenido importantes hechos y cambios que han marcado el país y la sociedad en su conjunto: un golpe de estado, una dictadura y una democracia que se ha construido no con menos dificultades. En esta parte de la historia, por a lo menos, 30 años, Álvaro Hoppe ha contribuido al registro fotográfico de esta realidad, estando presente en los grandes hitos como en la construcción del día a día nacional”, agrega.

Hoppe cuenta que hace años que tenía en mente ordenar su material fotográfico, pero que no podía hacerlo solo y por eso acudió a CenFoto.

“Para mí es bien importante preservar esto, desde mi punto de vista creo que es importante. La fotografía sirve de memoria, muestra una época, un contexto. Pero a la vez es importante, en este caso, que el fotógrafo es testigo, está vivo. De repente empiezan a conservar los archivos fotográficos cuando el gallo murió”, señala.

El fotógrafo explica que será una muestra que reúna su trabajo desde el año 1978 hasta el 2001, cuando comenzó a trabajar para El Mostrador, momento en el que cambió su cámara análoga por una digital.

El proyecto se pondrá en marcha ahora y se espera que esté listo dentro de dos años, cuando se lance una página web con el material y se expongan una serie de micro documentales sobre éste.

¿Qué piensas del Fondart?

Es importante que exista, pero sí creo que deberían ser más simples los formularios. Te piden un montón de cosas y por eso uno se acerca a expertos.

¿Cómo ves a la nueva generación de fotógrafos?

Partí tarde en fotografía, a los 24-25 años, cuando poca gente tenía cámara fotográfica. Fui autodidacta. Después estudié con otros fotógrafos. Es diferente ahora, los fotógrafos tienen más recursos, como Internet, pero lo importante es que siempre el fotógrafo es testigo de las situaciones o el constructor de ellas. Pienso que ahora hay fotógrafos muy potentes y, en ese sentido, creo que cada vez se van superando las generaciones.

¿Qué rol cumple la mirada del fotógrafo en una fotografía?

La biografía de uno, los conocimientos, la clase social, el contexto, marcan la mirada del fotógrafo. Por eso es muy importante leer, ver cine, la poesía, estar informado y ver otros fotógrafos que te interesan. Hay que respetar el ojo que uno tiene, pero sí aprender de los otros, siempre.

¿Tienes alguna fotografía propia favorita?

No favorita, pero sí hay fotografías que marcan, marcan mi experiencia y la de otros; hay fotografías que dicen más que otras. Por ejemplo, aquí ando trayendo una revista. Esa fotografía es del Metro -dice apuntando a la revista-; para mí esto era Orwell. Yo no sé cómo ven el Metro hoy día los jóvenes como tú, pero el Metro yo lo veía así, como un observador persiguiéndonos.

¿Crees que cambia el sentido de la fotografía si es en blanco a negro o a color?

Yo pienso que sí. La fotografía en blanco y negro es más surrealista, la realidad no es en blanco y negro. Cambia, pero lo importante es el contenido, lo que quiere decir.

Leí que cuando chico querías ser mendigo.

Sí, lo que pasa es que yo vivía en Andrés Bello y había un vagabundo, que era muy choro. Yo creo que un fotógrafo en algún sentido es un vagabundo, o un “vagamundo”, como lo dijo mi amigo Óscar Aguilera, un poeta que me ayudó mucho en mi trabajo. El hecho de ir de un lugar a otro en la calle. Lo que yo hice es fotografía de calle y ahora también lo hago, pero diferente.

Foto Hoppe 3

¿Qué ha cambiado en tu forma de hacer fotografía?

Ahora hay ciertas cosas que me interesan que pueden ser más simbólicas. Hago fotografías que son más atemporales todavía. Como están todos fotografiando, uno ve otras cosas, como los símbolos. Ponte tú, las banderas es algo que me interesa. “La toma de las banderas” es un trabajo que hice con mi hermano y Alexis Díaz. La idea es ocupar otros espacios para la fotografía, no la cosa de la prensa, no estoy metido en eso ahora.

LA DICTADURA

¿Se te presentó como un dilema el querer ser fotógrafo justo en época de dictadura?

No, yo quería expresarme. Partí haciendo fotografías de mi barrio, de Bellavista. De a poco me fui acercando a la calle. No es que haya buscado ser fotógrafo de cosas contingentes, sino que fue la necesidad de expresarme, de acercarme, de tener un punto de vista con la realidad que pasaba.

¿Hubo un cambio en el punto de vista de la fotografía en general desde el momento en que retornó la democracia?

Sí, porque la dictadura fue muy dolorosa. Uno ahora está distante a eso, son más de 25 años, entonces piensa que son 25 años que uno ha estado metido en otras cosas y el cambio es bien importante en el sentido que hubo gente que fue desaparecida, fotógrafos que fueron quemados, como en el caso de Rodrigo Rojas. Todo era como más épico, pero hoy día tenemos un fotógrafo, que se llama Felipe Durán, que está detenido por haber tomado ciertas fotografías en el conflicto mapuche; está viviendo una cosa bien terrible. En mi caso, estoy acá en la ciudad, que es diferente porque no me van a hacer desaparecer, hace un tiempo sí podía pasar eso, te quitaban los rollos y todo. Hoy día es diferente. Pero hoy, el fotógrafo que está metido en la contingencia, tiene problemas también.

¿De qué manera crees que te afectó como fotógrafo haber sido formado en dictadura?

Una cosa que existía, que no sé si seguirá, son los grupos colectivos: uno se sentía partícipe de algo histórico. Por otro lado, tenía que ser precavido, observar, avisar dónde iba. También me permitió sentir la solidaridad de la gente que uno retrataba, la sentía con su mirada y con su ayuda.

Foto hoppe

¿Cómo se hace para registrar violaciones a los derechos humanos con una cámara?

Piensa que en esa época, las palabras “detenido desaparecido” eran prohibidas, la palabra “libertad” era prohibida, la palabra “justicia” también. Es una época bien especial. Las fotografías que yo tengo son más simbólicas, yo quería decir algo, pero no es que yo anduviera detrás de las violaciones a los derechos humanos. Era un cronista de aquella época y ciertas circunstancias hicieron encontrarme en momentos de contingencia, Pero sí quería denunciar ciertos atropellos.

¿Se te presentó el dilema de fotografiar escenas en vez de ayudar de alguna forma?

El fotógrafo quiere decir algo e interviene con la cámara; ese es el drama del fotógrafo. Tú decides, ayudas o no ayudas y sacas la foto. Yo decidí ser fotógrafo, ser el espectador. Hay un momento en que uno deja la cámara y no es fotógrafo y puede participar. Pero como fotógrafo, tu participación es con la cámara.

A las marchas iba muerto de susto, de a poquitito fui perdiendo el miedo. Hay una fotografía que a mucha gente le gusta, que hay un vidrio de micro quebrado con el carabinero del otro lado. Esa es una foto simbólica de cómo veía yo la realidad, pero iba cagado de susto cuando la tomé.

hoppe foto

¿Qué piensas de esa fotografía hoy en día?

Lo importante es que muestra una época, es simbólica y es una fotografía que me marcó. Para mí, es una fotografía de época pero que tiene varias lecturas. Yo al menos quise mostrar el dolor, la rabia, todo en esa fotografía, y aparentemente lo logré.

¿A ti te gusta esa fotografía?

Sí. Como otras también.

¿Qué rol cumplió la AFI en dictadura?

Fue muy importante, la AFI fue una formadora de todos los fotógrafos que participamos. Fue muy importante como aglutinador de aprendizaje, de solidaridad, protección y de diferentes miradas con respecto a esa época. Había diversidad, no era monolítico.

¿Cómo trabajaba la AFI?

La AFI no era una institución, era gente que se juntaba en distintas casas de los mismo integrantes. No era como un sindicato, era precario, pero sí había fuerza.

¿Por qué cuando volvió la democracia dejó de existir?

Cansancio yo creo, la gente ya pensaba otras cosas. Mi sensación es que cumplió una etapa, era otro momento. Yo creo que todo cumple una etapa, desgaste de material, como decía un cura. Se desgastó. Y en ese sentido, seguir como fotógrafo es difícil, cambió totalmente el escenario.

¿Por qué cambió?

Suponte, hubo una época en que llamaban al fotógrafo para hacer ciertas cosas, la prensa tenía fotógrafos especializados. Ahora no po’, ahora tú me tomas una foto y no es necesario mucha cultura fotográfica para hacerla. Cambió.

¿Se presenta como un desafío el tema de la tecnología?

Yo partí en El Mostrador por primera vez haciendo fotografía en digital, con unas cámaras que tú tomabas la foto y se demoraba como un minuto en ver la imagen. Ahora tomas la foto y sale al tiro. La tecnología es buena, si al final lo importante es el contenido, lo que quieres expresar. Es más difícil destacar eso sí, por eso son importantes los foto-libros, las muestras, las exposiciones, los blogs. Hay tanta saturación de imágenes que de repente es complicado. De todas las fotos que tú ves, ¿cuál te queda?

¿Cómo enfrentó la AFI el asesinato de Rodrigo Rojas de Negri?

El caso de Rodrigo fue muy terrible. Yo lo conocí. Me acuerdo que una manera de solidarizar con él fue hacer una exposición en la Galería Bucci y también una manifestación. Pero esa es una cosa muy dolorosa para todos yo creo. A mí, personalmente, me va a doler para toda la vida. Piensa que teníamos 21 años, conversábamos, en un momento fue a mi casa, conoció a mi papá. Y después saber que lo quemaron, algo horroroso, que uno lo dice así ahora, pero imagínate quemar a una persona. Es heavy.

De hecho tuviste que ir al psiquiatra por eso, ¿no?

Sí, fue difícil.

¿En qué sentido fue difícil?

Porque me podría haber pasado a mí, a lo mejor yo no podría estar contándote esta historia. A mí me podría haber pasado o a cualquiera de los fotógrafos que están en la calle, era un riesgo.

Y aún así perseveraste en ser fotógrafo, ¿por qué?

Porque la fotografía es mi pasión, es mi oficio. En democracia o en dictadura, lo que sea. Nosotros no somos héroes para nada, pero sí yo creo que fue importante haber hecho todas esas fotos. Por eso es importante lo que se está haciendo hoy día, porque en diez o veinte años va a ser parte de la historia. Hay que cuidar a los fotógrafos y conservar las fotografías, porque los negativos se pueden destruir con el tiempo.

Detrás de un fotógrafo hay pasión, ganas, reflexión. Saber mostrar dónde, cuándo, para qué, por qué, hay que hacerse esas preguntas para publicar. No es para que te pongan “me gusta”.

Fuiste a fotografiar la celebración del triunfo del “No” en el plebiscito, ¿qué fue lo que más te llamó la atención para captar con la cámara?

Lo más importante fue la alegría, la efervescencia, la gente arriba de las micros, La Moneda sola. Eso podría haber seguido, pero ahora me doy cuenta de que lo pararon, yo en ese momento no sabía. Estaba toda la gente alegre; “La Moneda” no sabía qué hacer, los pacos no sabían qué hacer. Ahora me doy cuenta de que apaciguaron toda esa energía que había y creíamos que la alegría ya venía -que existió, no lo puedo negar-, pero todos estos hueones tenían todo cocinado. Pinochet siguió no sé cuánto tiempo.

Y la Constitución para qué decir.

Cachai’ ¿o no? Terrible po’. Como que uno no cachaba, era ingenuo. Yo creo que fui muy ingenuo. Había ganas de que fuera real. Uno se da cuenta después, pensando del 90 hasta ahora, y hay ene problemas.

 

*Este proyecto será desarrollado por el Centro Nacional del Patrimonio Fotográfico (Cenfoto-UDP).

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