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Opinión

24 de Abril de 2017

La traición de Agustín Edwards: El testimonio de Peter Kornbluh

Peter Kornbluh es uno de los responsables en lograr que la CIA haya desclasificado más de 24 mil documentos sobre su intervención en Chile. El lema de Kornbluh es “documento o muerte” y durante casi dos décadas ha trabajado con la convicción de que en los memorandos y transcripciones del gobierno americano había una mina de oro para saber qué ocurrió en este país entre 1970 y 1973. Su último libro “Los Estados Unidos y el derrocamiento de Allende” obliga a repensar mucho de lo escrito sobre el fracaso de la Unidad Popular. Algunos de los documentos son tan vívidos y feroces que el lector puede sentirse en la Casa Blanca mientras Nixon y sus hombres “cambian para siempre el futuro de un país pequeño, bonito y en paz como era Chile”, dice Kornbluh. Un personaje central de esta historia es, por cierto, Agustín Edwards, el dueño de El Mercurio. Sus gestiones en EE.UU. para provocar la caída de Allende, están ampliamente documentadas por Kornbluh. Su libro nos recuerda que el complot más grande y nefasto ocurrido en Chile es el que llevó adelante el dueño de El Mercurio.

Juan Andrés Guzmán
Juan Andrés Guzmán
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¿Por qué Estados Unidos guarda documentación que sólo sirve para ensuciar su imagen?
–Es que la CIA jamás pensó que los documentos sobre sus operaciones encubiertas en Chile iban a ser desclasificados. Pero ocurrió que Pinochet fue detenido en Londres y muchos grupos iniciaron una campaña para que la administración de Clinton ordenara a la CIA y a otras agencias, entregar información que permitiera su enjuiciamiento en España. Clinton aceptó, pero alguien en la CIA dijo que también había que liberar de secreto documentos del periodo de Allende, como para hacer una especie de balanza, para que no se pensara que Estados Unidos estaba en contra de Pinochet. Luego se dieron cuenta de que los documentos del período de Allende revelaban las operaciones encubiertas para derrocar al gobierno e intentaron desclasificar sólo documentos relacionados con violaciones de derechos humanos. En el Archivo de Seguridad Nacional, donde trabajo, argumentamos que la orden de Clinton se refería también a violencia política, que fue lo que hizo la CIA en Chile. La agencia se opuso durante dos años más. Incluso dijeron que esos documentos no existían. Pero finalmente los entregaron. Muy censurados, pero los entregaron.

¿Qué se oculta en esas censuras? ¿Sólo nombres de agentes?
–No sólo nombres. También las fuentes que les dan información, los lugares en los que se reúnen y los métodos. Si ciertos datos los obtuvieron interceptando un teléfono o una transmisión de radio, eso se borra. La Agencia de Seguridad Nacional, por ejemplo, saca buena parte de su información “del aire” y tiene grabaciones de las conversaciones de los generales durante el Golpe mismo y en los días posteriores. Los documentos que hablan de eso todavía están clasificados.

¿Fue esa agencia la que grabó esa famosa conversación entre Pinochet y Carvajal durante el Golpe?
–Yo creo que esta fue una de las comunicaciones más fáciles de obtener para ellos. Pero hay muchas otras grabaciones. Y permanecen secretas porque no quiere admitir que usa este método. También quedan por desclasificar cosas muy importantes como documentos sobre Pinochet y su rol en el asesinato de Orlando Letelier. Porque yo creo firmemente que él fue el autor intelectual de esa operación.

¿La CIA tuvo antecedentes de que se iba a asesinar a Letelier?
–Gracias a los documentos desclasificados sabemos que la CIA tuvo ciertos antecedentes en mayo de 1976, cuatro meses antes del atentado. Estos antecedentes se refieren a una reunión de Servicios de Inteligencia del Cono Sur, aquí en Santiago, lo que hoy se conoce como Operación Cóndor. La CIA tenía una fuente en esta reunión y se enteró que uno de los programas de Cóndor era eliminar personajes críticos y disidentes en todas partes del mundo. En junio, la CIA informó esto al Departamento de Estado. El análisis que hace este organismo es que Cóndor, al reunir a las dictaduras del Cono Sur en un bloque, disminuye la influencia norteamericana en la zona. También ven otro efecto negativo: que ante los ojos del mundo los generales latinoamericanos, especialmente los chilenos, “son nuestros generales” y lo que hagan va a parecer como hecho por EE.UU.

Eso se parece a la frase “Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta” que es como se referían ustedes a Somoza.
–Sí. Es lo mismo. EE.UU. ha producido muchos “hijos de puta” en Latinoamérica. Pinochet, Contreras son parte de esa categoría política.

Sadam Hussein también.
–Bueno, Sadam Hussein no es propiamente “nuestro hijo de puta”, pero si fue alguien con quien trabajamos, dándole armas para seguir su guerra contra Irán.

Osama Bin Laden también recibió algún tipo de apoyo americano.
–Bin Laden estaba en Afganistán, cuando la CIA apoyaba a los fanáticos del Islam contra los rusos. Pero no hay ninguna evidencia de contactos entre Bin Laden y la CIA, aunque lo cierto es que ambos apoyaban a los mismos grupos en Afganistán.

Da la impresión que a la larga los éxitos de la CIA traen feroces costos para EE.UU.
–Sí. Pero la CIA no actúa por sí misma. Cuando se leen los documentos sobre Chile queda claro que hay que poner más énfasis en las órdenes del Presidente Richard Nixon y de su asesor Henry Kissinger que en los actos de la CIA. Los documentos demuestran, sin ninguna duda, que tras el triunfo electoral de Allende, la CIA se opuso a intentar derrocarlo, como le ordenaban hacer. El jefe de la CIA en Santiago explica en sus cables que el país está tranquilo y que en pocas semanas no se puede provocar un caos que justifique el golpe. Pero Washington insiste en que hay que impedir que Allende asuma y mas tarde este mismo agente envía a la Central una fórmula que puede crear caos. Su propuesta es un golpe dirigido por el general Roberto Viaux quien le dijo a la CIA, “yo voy a empezar una guerra civil y yo creo que van a haber unas 10 mil personas muertas”. El jefe de la CIA en Santiago preguntó a Washington “¿esto es lo que quieren? ¿Tener una guerra civil con tantas personas muertas? Y la respuesta fue sí.

Tenemos también las notas de una reunión de 15 de septiembre de 1970, en la que participan Nixon, Kissinger, Richard Hellms (el director de la CIA). En esa reunión de 15 minutos Nixon da las ordenes que cambian para siempre el futuro de un país pequeño, bonito y en paz como era Chile hasta ese momento. Es realmente increíble. Yo quiero sugerir, con mucho énfasis, que los chilenos lean estos documentos. Su detalle es tal que permiten entrar a las reuniones, estar ahí durante la conversación de estos señores y ver cómo deciden el futuro de Chile, sin ningún respeto con las leyes chilenas, la soberanía chilena y con los habitantes de este país.

VERGÜENZA

Sin la intervención norteamericana ¿qué destino habría tenido el gobierno de la UP?
–Esta es una pregunta que no puedo contestar. Porque la intervención norteamericana es solo unos de los factores del Golpe. Habían muchos otros. Los militares, los derechistas. Y obviamente Agustín Edwards, quien iba a actuar contra Allende con o sin el apoyo de la CIA. Lo que sí podemos decir es que EE.UU. hizo una contribución directa de crear un clima de violencia político–social y de desestabilización económica en Chile. El golpe era la meta que buscaba Nixon y Kissinger y la CIA. Hay un documento que hemos obtenido recientemente en donde Kissinger le dice a Nixon, 24 horas después de la asunción de Allende, que él está preocupado porque el Departamento de Estado quiere tener una coexistencia con el gobierno de Allende y dice: no podemos permitir esto, debemos hacer todo lo posible por hacer daño al gobierno de Allende. Esto me da mucha pena, porque existía la posibilidad de respetar la elección de Allende y trabajar para la elección de 1976 para cambiar la situación. No puedo decir cuán diferente podría haber sido la historia, pero si puedo decir que EE.UU. dio mucha ayuda a los golpistas.

¿Qué tanto influyó Agustín Edwards en las decisiones de Nixon?
–Es obvio que los EEUU estaban dispuesto a movilizar a la CIA en contra de Allende. Pero también sabemos ahora que Agustín Edwards desde marzo del 70 empezó a hablar con sus amigos –entre ellos David Rockefeller– de la necesidad de que EE.UU. bloqueara a Allende. Luego, cuando Allende triunfó, habló con el embajador de Estados Unidos en Chile, Edward Korry y le preguntó “¿ustedes van a hacer algo militarmente contra Allende?”. Korry le dijo que no. Entonces Edwards viajó a Washington y por intermedio de Donald Kendall, un amigo muy cercano a Nixon, logró hablar con Hellms. En mi libro está el memorando de esa reunión. Ahora sabemos las palabras que Agustín Edwards usó y las cosas que propuso para tratar de impedir que Allende asumiera. En esa reunión discutieron sobre lo útil que podía ser para ello un golpe militar. Esta es la primera puerta para que los chilenos conozcan la participación de civiles como Edwards en promover la intervención encubierta en Chile.

¿En EEUU una operación como esta sería calificada de traición?
–Sí. Si el The New York Times, por ejemplo, hubiera recibido millones de dólares de un gobierno extranjero para apoyar un golpe en EE.UU. y su dueño hubiera trabajado directamente con los militares para coordinar ese golpe… el escándalo en EE.UU. habría sido enorme. Esto es lo que pasó en Chile. Agustín Edwards y El Mercurio trabajaron muy cerca de la CIA. Y El Mercurio actuó no como un medio de comunicación sino como un instigador de la violencia que permitiera el golpe militar. Es realmente una historia de vergüenza y una historia criminal. Una descripción de la traición contra la democracia chilena.

Hoy en día A. Edwards dirige Paz Ciudadana, una fundación dedicada al combate contra los delitos y a la seguridad pública.
–Qué le puedo decir. Estos documentos muestran una historia que está escondida aquí en Chile.

¿La CIA continúa realizando operaciones en Chile?
–No creo, porque Chile no está actuando contra los intereses económicos y políticos de EEUU. Creo sí que Chile fue víctima de espionaje en Naciones Unidas, cuando los EEUU estaban colocando inteligencia sobre los países que se oponían a la guerra de Irak. No tengo ninguna duda – y hay mucha evidencia – de que existió espionaje norteamericano sobre todos los pases del Consejo de Seguridad, en Nueva York.

¿MIR INFILTRADO?

Los documentos desclasificados de la CIA también fueron la base del libro “Allende, Cómo la Casa Blanca Provocó su Muerte” de la periodista Patricia Verdugo. La investigación de la Premio Nacional ha causado polémica al sostener que la CIA podría haber financiado al MIR y al sector más extremo del PS “para agudizar el conflicto y destruir la imagen moderada de Allende”. Pascal Allende, ex secretario general del MIR calificó la afirmación de “mentirosa y absurda”. Kornbluh da su opinión.

“Entre los documentos desclasificados está el registro de una reunión hecha dos semanas después de que asumiera Allende y en la Kissinger y la CIA idean el programa de operaciones encubiertas que se va a llevar adelante. Kissinger observa que la CIA piensa pasar mucho dinero a grupos moderados, como la DC. Y se pregunta si no es conveniente también prestar apoyo financiero a los extremistas, dado que Allende se presenta como un moderado. En la versión inglesa de mi libro, que es más extensa, planteo que presumiblemente esto era una referencia a dar dinero a grupos de izquierda como el MIR y también a grupos de derecha como Patria y Libertad. Lo cierto es que en esa reunión la CIA asume que un objetivo es crear división interna en los partidos que apoyaban a Allende. No hay documentos sobre infiltrar el MIR, aunque actualmente tengo uno donde la CIA presenta una descripción de cómo infiltrar y crear una división entre la Unidad Popular. Pero muchas partes de ese documento están censuradas. Puede ser que haya algo del MIR, no sabemos. También es claro que “apoyar” a un grupo extremista no implica necesariamente infiltrarlo. Se puede pasar dinero sin que el grupo mismo lo sepa. La CIA era especialista en eso. Creaba organizaciones de solidaridad con Chile, a través de las cuales enviaban dinero a partidos y medios de comunicación.

LOS ARCHIVOS CHILENOS

Los documentos desclasificados han reescrito un buen pedazo de la historia de Chile. Kornbluh admite, sin embargo, que esta reescritura es excesivamente norteamericana y que falta la versión chilena: los documentos de la DINA y de la CNI que, está seguro, aún existen.

“En el Archivo de Seguridad Nacional tenemos un eslogan: documentos o muerte. Hemos trabajado en muchas partes del mundo y hemos encontrado que no se puede destruir todos los documentos. En alguna u otra parte están guardados.
“Pienso que Manuel Contreras, el ex director de la DINA, guardó muchos documentos, para protegerse. Especialmente los que tiene que ver con las órdenes de Pinochet. Hacer esto era una forma de decir, “no me mande a EEUU por el caso Letelier porque yo tengo estos papeles de mis conversaciones con usted”. Y creo que los civiles chilenos deben tratar de llegar al punto de poder ordenar la desclasificación de esos documentos.

“Ahora, los documentos norteamericanos tienen un valor muy importante, porque son el único archivo de lo que pasó acá en Chile. Los testigos y las víctimas mismas son importantes, pero se necesitan también documentos para abrir juicios. Sin embargo, tener 24 mil documentos norteamericanos y ningún documento chileno, es una forma de información imperialista. Y hay que llegar a una balanza en que Chile produzca su propio archivo”.

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