El ex Secretario General del Partido Socialista de Chile, luego de escapar de un país aplastado por los militares lloró en los brazos de Erick Hoenecker cuando éste le mostró un documental de la vencida Unidad Popular. “No se preocupe, ya va a pasar”, le dijo. En efecto, parecía que lo peor ya estaba atrás: su amigo “Salvador” se había reventado con la metralleta de Fidel Castro, la Casa de Gobierno humeaba sus ruinas y por más que le advirtió a Carlos Prats de un posible atentado en su contra, éste yacía muerto en Buenos Aires. Pero la cueca no había terminado y ni el ficticio Plan Zeta pudo con lo que venía después. Altamirano era uno de los hombres más buscados por la dictadura militar, según la portada de El Mercurio del 26 de septiembre de 1973, donde aparece con sus lentes negros, agitando “al pueblo” con ese mítico discurso en el Estadio Chile que le valió el mote de “Bestia Negra”.
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