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Opinión

6 de Junio de 2019

Paulina Bocaz: “Si no hay más mujeres en la ciencia, es por causa de los sesgos”

La representante estadounidense en el observatorio Alma y vocera de la campaña Provoca, que presente estimular a las niñas a aspirar a carreras científicas, comenta que no hay ninguna causa biológica para que las mujeres estén subrepresentadas en el área, salvo los prejuicios que van desalentando a las mujeres, desde la infancia.

Alejandra Matus
Alejandra Matus
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Paulina Bocaz, representante del Observatorio Radioastronómico Nacional de Estados del Observatorio Alma, en Chile, no es astrónoma, sino doctora en Ciencias Políticas. La chilena, que dejó el país muy joven para estudiar en Estados Unidos, regresó hace 16 años casada con un italiano y con todos sus títulos a cuestas comenzó a postularse para trabajar, respondiendo los avisos de los diarios. Nadie le respondió, salvo el Observatorio que administran organizaciones científicas de Estados Unidos, Japón y la Comunidad Europea.

Bocaz se ha especializado en temas de género y las dificultades que ponen a la contratación de personas los sesgos inconscientes que todos tenemos y por eso ideó un programa para estimular el ingreso de mujeres a las carreras científicas, donde están subrepresentadas. “Provoca”, consiguió el apoyo de su empleador estadounidense y partió con una idea sencilla: que niñas con ganas de ser científicas conocieran a mujeres reales que han cumplido ese sueño. Luego, decidieron que la experiencia se podría grabar y difundir para estimular a otras niñas, y ahora se ha agregado una tercera fase: hacer acompañamiento a las niñas que tuvieron estos encuentros, para estar atentos a los nuevos obstáculos que puedan impedir su propósito.

En entrevista con The Clinic, la experta comenta que conoce en carne propia los sesgos que ha estudiado y que van sacando del camino de las carreras científicas a las niñas. De hecho, a pesar de sus políticas de inclusión, en el Observatorio Alma las mujeres son apenas un 15 por ciento de todo el personal que se desempeña allí (desde técnicos a astrónomos).

Según datos de la Unesco, Chile es uno de los países latinoamericanos con menor proporción de mujeres que se han graduado en carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (que se identifican con la sigla STEM, por sus nombres en inglés). En 2008, las mujeres representaban cerca del 23% del total, proporción que cayó a 18% en 2015.

A pesar del movimiento #Metoo y de la ola feminista que se manifestó con fuerza en la marcha del pasado 8 de marzo, en el proceso de admisión 2019 de las carreras STEM en Chile se matriculó apenas un 20% de mujeres. El promedio de la OCDE es el doble. Además, en esta área, las mujeres enfrentan también una inequidad vertical: representan apenas el 28% de los postdoctorados; solo 19% en puestos académicos y casi desaparecen a la hora de ocupar cargos directivos en la academia o a cargo de proyectos.

¿Cómo llegas a ser la representante de Estados Unidos en Alma sin ser astrónoma?
-Fue un camino interesante, poco ortodoxo. Me fui de Chile a los 17 años a estudiar mi pre y postgrado a Canadá y luego hice un segundo postgrado en Estados Unidos. Después, trabajé en una organización sin fines de lucro en Washington que se dedicaba al desarrollo de comunidades pobres rurales y luego como consultora sobre equidad de género y comunicaciones para el BID, el Banco Mundial, entre otras. Cuando volví a Chile, empecé trabajando en la operación conjunta del Observatorio. Yo represento ahora a la parte norteamericana, pero también hay un socio europeo, que es el “Observatorio Europeo Austral”, y un socio japonés que es el Observatorio Nacional de Japón. Entonces, desde el 2007 hasta el 2014 trabajé en la oficina conjunta y estaba a cargo de las relaciones con el Directorio de Alma y después, en 2014, surgió la posibilidad de venir a trabajar en la parte norteamericana, que era una gran oportunidad en realidad. Soy la primera mujer y la primera no astrónoma en ser representante en un Observatorio en Chile.

¿Cuál es tu función?
-El papel que yo cumplo es habilitar que suceda la ciencia. Apoyo las operaciones de Alma en todo lo que requiere una personalidad jurídica, porque el proyecto es conjunto, pero la personalidad jurídica la tienen por separado cada uno de los socios. Estoy a cargo de las relaciones con las autoridades chilenas, de apoyar todo lo que tiene que ver con los contratos, compras, remuneraciones. Básicamente, estoy a cargo de la gestión.

Y cuando buscaron a una persona para este cargo, ¿estaban pensando en alguien que viniera de las ciencias sociales?
-Creo que, más bien, se fijaron en lo que yo había realizado ya en siete años en Alma. Estoy muy agradecida de la oportunidad que me dieron porque siento que se dieron cuenta de que para ese rol quizás no es tan necesario ser astrónomo.

¿Te viniste a Chile a trabajar directo en Alma o volviste por otras razones?
-Hacía tiempo que quería volver porque toda mi familia está acá, y no había podido. Mi esposo es italiano, trabaja en Naciones Unidas, y a él le ofrecieron un puesto acá en CEPAL, por eso volví. Tenía muchas ganas de regresar, pues nunca fue mi intención irme por tanto tiempo. Me fui por dos años y al final me quedé casi quince, entre Canadá y Estados Unidos.

¿Tienes hijos o hijas?
-Sí, dos. Un hijo de 14 y una hija de 12. Los dos nacieron aquí.

Has vivido en varios países y en todos hay brechas de género, pero algunos van más atrasados que otros ¿Has percibido a nivel personal, sobre tus hijos, la incidencia cultural en Chile, la forma en que determina las aspiraciones de niños y niñas?
-Yo percibo que acá hay un desafío muy grande. Uno esperaría que después de la llamada “Ola Feminista” de 2018 se generaran cambios muy rápido, pero uno mira la matrícula y siguen entrando pocas mujeres a carreras STEM. La cultura no cambia a tanta velocidad. Los sesgos, la elección de carreras cambian muy de a poco. Los sesgos tienen raíces profundas. Ayer no más estaba leyendo un artículo que se publicó en Science, respecto de que las niñas, a partir de los 6 años, ya ven a su propio género como menos brillante que el masculino. O sea, a esa edad se convencen, porque el entorno se los dice, que los genios son los hombres. Ellas pueden hacerlo bien, pero internalizan que no son brillantes, ni extraordinarias.

El propósito de esta campaña Provoca es precisamente que las niñas vean que se puede ser astrónoma. Que una mujer puede hacerlo tan bien como un hombre. La diversidad también es importante para la ciencia. La creatividad se desarrolla mejor en equipos diversos.

SÍ, SE PUEDE

En Chile, además de sesgos de género, están muy marcados los de clase ¿Hay que hacer un doble esfuerzo para estimular a las niñas de escasos recursos para que ingresen a estas carreras?
-Yo creo que sí. En eso, hemos tenido el cuidado de privilegiar a sectores más vulnerables en la elección de colegios con los que trabajamos. A mí me marcó mucho uno de los testimonios de las niñas que grabamos para esta campaña. Ella dice: “Yo creía que la ingeniería y la construcción eran para los hombres solamente y ahora me doy cuenta de que no”, y era porque no había visto a nadie, en su entorno, que lo hiciera. Cuando conoció a través de esta experiencia a una, dijo: “Yo pensé que era imposible”. Eso me hizo pensar que, claro, en sectores de mayores ingresos las niñas sí tienen acceso a alguna ingeniera o referente femenino en esa disciplina. Aunque igual es difícil, es aún más difícil en sectores vulnerables. En la literatura de diversidad e inclusión se habla de diferentes barreras, como género, etnia, discapacidad, orientación sexual, que pueden ser una traba cuando no estás en el grupo mayoritario.

¿Y se pueden sumar?
-Sí. La película “Talentos ocultos”, sobre una mujer afroamericana que trabajaba en la NASA, grafica los obstáculos que se presentan desde lo cotidiano y práctico, como que no había baño de mujeres en su lugar de trabajo y ella tenía que ir a un lugar muy lejano cuando lo necesitaba. En el fondo, la excluían e invisibilizaban. Por eso, el objetivo de esta campaña también es mostrar a estos referentes femeninos. El tema se puso de moda con el “Me too”, pero nunca es suficiente. Yo creo que siempre es importante darlas a conocer, mostrar a las niñas que sí se puede, que el esfuerzo es más importante que el coeficiente intelectual.

¿Es mitología que hay que ser genio para ser científico?
-Todo es posible. No se necesita ser un Einstein para ser astrónomo. Por ejemplo, entre las referentes femeninas que participaron en nuestra campaña está Paulina Assmann, de la Universidad de Concepción, que estaba embarazada de siete meses. Las niñas le preguntaban: ¿Cómo hace ahora que va a ser mamá para que no le afecte su carrera? Y ella respondía: “Soy eficiente en mis tiempos. Cuando tengo que trabajar, trabajo y cuando tengo que pasar tiempo con mi familia, estoy con mi familia”. Ella mostró en vivo que sí se pueden conciliar ambas cosas. Otro que me pareció muy lindo, desmitifica cómo funciona la astronomía. La imagen que tiene todavía la mayoría de la gente es la de los científicos trabajando de noche, en un observatorio, pasando frío, solos, y si bien es cierto que todavía hay astrónomos que tienen que ir a los observatorios, ahora todo funciona de modo muy digital y remoto. La gente hace su propuesta de observación, por ejemplo, desde Japón, aquí se observa y después se le envían los datos por la red. Está todo conectado por fibra óptica, entonces, nunca es necesario que vengan. Eso también se traduce en que hay mujeres como Elisa Videla que está procesando los datos de Alma en Santiago, en horario de oficina, 40 horas a la semana. El mensaje es que no es tan difícil. Es como cualquier otro trabajo. Esta idea de que el astrónomo tiene que ser sacrificado y vivir en la punta de un cerro no siempre es así.

ELLOS TIENEN POTENCIAL, ELLAS NECESITAN EXPERIENCIA

En muchas profesiones ocurre, incluso en algunas donde las mujeres están sobrerrepresentadas en la base, que a medida que se sube en cargos directivos, empiezan a desaparecer ¿Por qué crees que ocurre?
-También atribuyo eso a los temas culturales. Hay muchos estudios que muestran que cuando, por ejemplo, se evalúan los currículum, a los hombres los tienden a considerar más por su potencial y a las mujeres por lo que ya han hecho. Y es muy difícil cuando uno aspira a un puesto directivo, que tenga la experiencia de haber hecho todo lo que se pide en una descripción de cargo. Hay un sesgo ahí, porque aunque el hombre tampoco tenga la experiencia solicitada, lo evalúan por su “potencial”.

¿Se estima que él podría hacerlo bien, aunque no tenga la experiencia?
-Claro. Piensan que él podría hacerlo y con la mujer son más estrictos. Dicen: “Es que no ha tenido esta experiencia” y la descartan ¿Por qué pasa esto? Vuelvo al tema de los 6 años: la brillantez versus el esfuerzo. Las niñas pueden demostrar que saben, que son mateas, pero no se les atribuyen condiciones de líderes. Ahí tenemos mucho trabajo por hacer. Con esta campaña buscamos remecer a distintos actores, pues todos tenemos una responsabilidad: los padres, los profesores, las universidades, los medios de comunicación. Todos tienen que aportar con un granito de arena. Yo soy optimista, pero se avanza lento. Como dicen en Comunidad Mujer: “Apuremos la causa” porque si no, nos va a tomar como cien años.

¿Como dice el Banco Mundial?
-Sí, nos demoraremos 150 años, al paso que vamos, para que haya paridad de género.

Pero pareciera, en el estado de ánimo del presente, que el cambio estuviera ocurriendo muy rápido
-Pero, no. No tanto. Yo creo que ahí es muy necesario hacer políticas. Aquí en el Observatorio hicimos recientemente una capacitación sobre “sesgo inconsciente”. Y nos decían: “Si tienes cerebro, tienes un sesgo”. La discriminación consciente, la puedes controlar tomando decisiones conscientes, pero el sesgo inconsciente sigue ahí, aunque no lo percibes. Lo que tú puedes hacer como institución, o como persona, es tener políticas y procesos para mitigar los sesgos. No vas a eliminarlos, pero puedes tomar medidas para reducirlos.

A veces son las propias mujeres las que se oponen a las políticas públicas en esta materia, porque dicen: “Yo quiero estar ahí por mérito y no por cuota”
-A propósito de “Apuremos la causa”, creo que las cuotas tienen un rol que cumplir en acelerar los procesos, porque sin intervención, se dan muy lentamente, pero, a propósito de mitigar sesgos, puedes mirar los procesos en tu organización; por ejemplo, reclutamiento, y analizar cuáles son los sesgos que más te pueden afectar. Hay un sesgo que te lleva a identificarte con alguien que se parece a ti y entonces tiendes a evaluar de manera más positiva a quien estudió en tu colegio.

¿O a alguien que ya conoces?
-Exacto ¿Qué podemos hacer al respecto? Cuando estás revisando los currículums, le puedes sacar la parte de arriba, para que no aparezca el nombre ni el género del postulante, ni su dirección, que despierta los sesgos de clase, porque la gente asocia la comuna con determinado segmento social. Después, para evitar que te caiga mejor alguien que se parece a ti, la entrevista se hace siguiendo una pauta en que se le pregunta lo mismo a todos los candidatos y le concedes el mismo tiempo de respuesta. Hay muchas formas de mitigar los sesgos. Al interior, también puedes implementar procesos o políticas para ver quién va a ascender, a quién vas a promover a un puesto más alto y si sucede que nunca se eligen mujeres, entonces, como institución, puedes hacer una autoreflexión, ver qué está pasando y después tomar medidas. Yo empecé a hacer mis procesos de selección aplicando estas medidas y sé que resultan.

¿Lo has visto en la práctica?
-El resultado es más imparcial, los equipos que resultan son más diversos, porque tú llamas a gente que de otro modo no habrías considerado. Hay cosas que se pueden hacer para que esto no demore tanto tiempo.

No 150 años
-¡No! No hay ninguna evidencia científica que diga que las mujeres o cualquier otro grupo minoritario tienen menos capacidades para la ciencia y para la astronomía que los hombres.

EL PÉNDULO

Pero esa decisión de las instituciones de analizar y hacerse cargo de sus sesgos es una decisión política y voluntaria ¿Cómo ves a las organizaciones en Chile? ¿Las universidades, Conicyt que distribuye recursos y becas, el gobierno, están conscientes?-Yo creo que la sociedad chilena, en general, están todos despertando, pero son temas todavía incipientes. Se están dando pasos en la dirección correcta, pero queda mucho trecho por recorrer. O sea, se están creando Observatorios de equidad de género, políticas antiacoso dentro de las universidades, se están generando cambios. La idea es que no se quede en eso no más. Me preocupa, porque lo he escuchado, que hay una suerte de percepción de que hubiese sido mucho feminismo, como que hay un cierto rechazo. Esto es como el péndulo, el rebote, gente diciendo que todo esto fue una exageración y se cuelgan, por ejemplo, de una acusación falsa para desacreditar todo el resto. Eso me da un poquito de pena.

Las estudiantes de Derecho de la Católica hicieron evidente prácticas de los profesores, especialmente en carreras masculinizadas, en que se denigra a las mujeres con comentarios como: “Usted se viene a casar no más”, “le está quitando el cupo a alguien que se lo merece” ¿Temen los hombres por el lugar que van a ocupar si las mujeres se incorporan en 50% en todo? ¿Será esa la razón del rebote?
-Yo creo que no es suma cero. Esta no es una torta finita en que hay que sacar la mitad para afuera. Hay que mirarlo desde el otro punto de vista también: los hombres pueden abrirse a la oportunidad de entrar a carreras que, tradicionalmente, han sido más femeninas. Lo que estamos diciendo es: tratemos de aumentar la participación y la retención de mujeres en carreras científicas, tecnología, ingeniería, matemáticas, pero, la otra cara de la moneda es que los hombres también vean, como posibilidad, la enfermería y un montón de otras carreras que tradicionalmente ocupan mujeres ¿Por qué no?.

¿También los roles de género son una camisa de fuerzas para ellos?
-Claro, porque creen que los van a juzgar por hacer algo que se considera femenino, pero, ahí también estamos perdiendo talento ¿Por qué no tener más profesores de educación básica, donde son casi todas mujeres? A lo mejor tienen vocación y, por esta cosa cultural, no lo ven como posibilidad. Entonces, nos estamos perdiendo, también, el talento masculino en áreas que no son tradicionalmente de mujeres.

Más allá de esta campaña Provoca ¿hay un esfuerzo para que más niñas vayan a Alma?
-Yo he visto esfuerzos de distintos departamentos de Alma. Gente que está muy motivada, porque que tengamos pocas mujeres no quiere decir que seamos indiferentes a ello. Se están haciendo esfuerzos, por ejemplo, como esta capacitación de sesgos inconscientes, en el que estaba muy activo el departamento de recursos humanos. Sé que el departamento de computación ha sido muy proactivo en contratar mujeres, pues esa es un área donde hay aún menos mujeres que en otras. Para el 12 de junio, por ejemplo, estamos organizando una charla sobre el síndrome del impostor (la creencia de que uno no merece estar donde se encuentra y que alguien lo va a descubrir), en el MIM. Lo estamos enfocando en niñas interesadas en la ciencia, a punto de entrar a la universidad, para decirles que si les sucede esto, es normal, que no deben flagelarse. Queremos darles algunas herramientas para que lo enfrenten, con una psicóloga que va a tipificar de qué se trata el síndrome del impostor, los síntomas y también, vamos a tener a una astrónoma que va a hablar en primera persona sobre cómo lo ha vivido ella. Estamos trabajando con la Fundación Belén Educa en el tema de Provoca y queremos, a través de estas capacitaciones y, después, eventualmente, algún tipo de mentoría, acompañar a las niñas, que esto no se quede en una experiencia que alguna vez tuvieron. Ahora, hay gente que me ha dicho: “A veces, basta con esa única vez”.

Tus hijos han crecido en Chile y me imagino que te escuchan hablar de esto todo el tiempo. Por otro lado, tienen los estímulos culturales y hasta los monos animados les dicen que los hombres pueden hacer unas cosas y las mujeres otras ¿Sientes que vas ganando la batalla?
-Sí, yo creo que hay algunos cambios importantes. Pienso que hay en una generación entre ellos y yo. Lo que yo veía en los 70 y en los 80 versus lo que ven ellos, y yo creo que tiene hay cambios que tienen un impacto positivo ¡Hasta Hollywood sacó a la Capitana Marvel! Soy optimista, pero no se puede dejar de bregar.

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